Ciudades de bajo carbono

Urbes de todo el planeta han asumido diversas medidas para reducir sus emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático
Por Alex Fernández Muerza 13 de octubre de 2009
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Imagen: Martin P

Londres, Copenhague, Adelaida, Phoenix o Vancouver se han propuesto disminuir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2). Para ello, estas “ciudades de bajo carbono”, cada vez más numerosas en todo el mundo, asumirán medidas de apoyo a las energías renovables, las tecnologías ecológicas o el urbanismo sostenible. Los expertos explican que estas iniciativas, además de luchar contra el cambio climático, aumentarán los puestos de trabajo “verdes” y reducirán la dependencia de unos combustibles fósiles que se agotan.

Reino Unido quiere dar ejemplo como país pionero en la lucha contra el cambio climático. Su Plan de Transición al Bajo Carbono pretende reducir hasta 2020 las emisiones de gases de efecto invernadero un 34% por debajo de los niveles de 1990. Las medidas son muy diversas y en algunos casos pioneras: aumento de los coches eléctricos y de la eficiencia en los vehículos de combustible, instalación de contadores inteligentes en los hogares, aislamiento térmico de las viviendas, construcción de edificios de energía cero, etc.

Reino Unido quiere reducir hasta 2020 sus emisiones de gases de efecto invernadero un 34% por debajo de los niveles de 1990
La capital británica encabeza esta apuesta y uno de sus objetivos es transformarse en una ciudad de bajo carbono. Sus responsables consistoriales instauraron el año pasado una Zona de Bajas Emisiones para dejar fuera del centro urbano a los vehículos más contaminantes. Otra medida reciente convertirá a diez distritos en «zonas de bajo carbono». El ayuntamiento londinense invertirá al menos 220.000 euros en cada zona para que asuman diversas medidas de eficiencia energética y de reducción de las emisiones de CO2. Se calcula que unos 13.000 hogares, 1.000 tiendas y negocios, 20 escuelas, un hospital y varios lugares de culto y centros comunitarios se beneficiarán de esta iniciativa.

El proyecto incluye ayudas para familias de ingresos bajos que instalen sistemas de aislamiento térmico o paneles solares. Varios programas educativos explicarán a los vecinos cómo reducir el consumo energético o cómo utilizar contadores inteligentes.

Londres no es la única metrópoli del mundo que aspira a reducir sus emisiones de CO2. La carrera por transformarse en una ciudad de bajo carbono tiene a varios contendientes bien situados. Copenhague, que en diciembre acogerá la Cumbre Mundial sobre el Clima, sucesora de Kyoto, ha anunciado su objetivo de convertirse en la primera capital del planeta con «cero emisiones» de CO2 en 2025. El aumento de la energía eólica o la generalización de los coches eléctricos y de hidrógeno son algunas de sus bazas. Pero puede que en su propio país haya quien se adelante. La pequeña ciudad portuaria de Frederikshavn (25.000 habitantes) quiere ser en 2015 la primera urbe basada en energías renovables al 100%.

ImgImagen: Martin PSuecia ha demostrado hace años su conciencia ecológica. Varias ciudades han asumido ambiciosos planes medioambientales, como Växjö. Esta localidad de 80.000 habitantes se ha propuesto, desde los años noventa, abandonar los combustibles fósiles para 2050. En la actualidad, gracias a la explotación de los bosques, el 57% de sus necesidades energéticas (84% de la calefacción y más de un tercio de la electricidad) proviene de fuentes renovables. La ciudad ha reducido sus emisiones de CO2 en un 25% en diez años.

En otros lugares del mundo no quieren quedarse a la zaga. La ciudad australiana de Adelaida aspira a lograr una «neutralidad de carbono» entre 2020 y 2025. La ciudad de Phoenix (Arizona) ha anunciado su intención de ser la primera villa estadounidense neutra de carbono. Sus responsables invertirán mil millones de dólares para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 70% en tres o cuatro años.

La ciudad canadiense de Vancouver y el estado norteamericano de California han llegado a un acuerdo de colaboración para desarrollar «zonas de desarrollo económico de bajo carbono». Sus responsables incentivarán el uso de tecnologías ecológicas para reducir las emisiones de CO2 y aumentar el número de trabajadores del sector «verde».

Copenhague ha anunciado su objetivo de convertirse en la primera capital del mundo con cero emisiones de CO2 en 2025

Varias ciudades mexicanas son candidatas para un estudio piloto denominado «Hacia Ciudades Competitivas Bajas en Carbono», que pretende mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos. La población barcelonesa de Sant Cugat del Vallès estudia la posibilidad de crear la primera comunidad residencial de España con un balance de cero emisiones de CO2.

Asia también se quiere sumar a estas iniciativas. Japón anunció en 2007 su objetivo de reducir entre un 60% y un 80% las emisiones de CO2 para 2050 y convertirse en una «sociedad de bajo carbono». Para ello, impulsará diversas medidas que incluyen el apoyo a las tecnologías medioambientales, la asunción de un sistema de comercio de emisiones doméstico o impuestos de carbono. En China, varios responsables institucionales han reconocido su interés por gestionar de forma sostenible la gran velocidad de la urbanización en este país. La puesta en marcha de medidas de bajo carbono sería una de las iniciativas que se podrían llevar a cabo.

La construcción de nuevas ciudades con criterios futuristas y medioambientales es otro intento a largo plazo. Los responsables de Dongtan, en China, o Masdar, en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos) han asumido como prioridad la reducción de las emisiones de CO2. En Europa, los responsables de la Comisión seleccionarán a 30 urbes, dentro del Plan Estratégico de la Energía (SET), para lograr que en 2020 se conviertan en «ciudades inteligentes». Entre las medidas se contempla la creación de zonas de bajo carbono o la utilización de nuevas tecnologías ecológicas y energías renovables.

El tema de las ciudades de bajo carbono será objeto de debate en un Congreso internacional que se celebrará en Oporto (Portugal) durante este mes de octubre. Su responsable, la Asociación Internacional de Urbanistas (ISOCARP/AIU), señala la necesidad de una planificación urbanística que haga realidad este tipo de iniciativas.

Desafíos de las ciudades de bajo carbono

Algunos expertos reconocen las buenas intenciones de estas iniciativas, pero recuerdan que el concepto de “bajo carbono” es muy amplio. La neutralidad puede significar no eliminar todas las emisiones de CO2, sino compensarlas en un mercado de carbono. Por ello, recomiendan que los objetivos impuestos por estas ciudades se reflejen en inversiones y medidas ecológicas reales para los próximos años.

Según Daniel Lerch, autor del libro “Ciudades Post Carbono: Planeando la Incertidumbre sobre la Energía y el Clima”, los retos del cambio climático y el fin de los combustibles fósiles sólo se podrán afrontar con medidas innovadoras, diferentes a las tomadas hasta ahora. Lerch recomienda transformar el sistema del transporte y el uso de la tierra, reducir el consumo de energía o emprender una estrategia de “relocalización” que devuelva el protagonismo a las comunidades locales.

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