Residuos, una mejora superable

Europa señala los avances positivos de España en el problema de las basuras, pero todavía se deben hacer más esfuerzos
Por Alex Fernández Muerza 22 de noviembre de 2010
Img basuradomestica
Imagen: CONSUMER EROSKI

España ha mejorado sus datos en cuestión de residuos respecto a hace unos años, pero todavía hay aspectos que deben mejorar. Varios estudios señalan la favorable evolución en comparación con los demás países europeos, pero no cabe relajarse. Los europeos generan cada vez más basuras y su eliminación en vertederos, con el consiguiente daño medioambiental, continúa como la principal opción. Las leyes son cada vez más estrictas para mejorar este problema, en el que la actitud ecológica de los consumidores es esencial.

Residuos en España: mejora, pero se puede hacer más

El informe del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) «Perfil Ambiental de España» señala que la tendencia en la generación de residuos sólidos urbanos (RSU) por habitante en España registra un descenso generalizado desde 2003, de manera que se converge hacia los valores de la Unión Europea (UE). En 2008, España generó unos 575 kilos por habitante frente a los 565 de la UE-15. Ese año, España ocupó la novena posición en el ranking europeo de países con más generación de RSU. Por ello, mejoraba la octava posición del año 2007.

En 2008, España generó unos 575 kilos de residuos por habitante
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) señala que los 27 Estados miembros (UE-27), más Croacia, Islandia, Noruega y Turquía generaron en 2006 alrededor de tres millones de toneladas de residuos, unas seis toneladas por persona, de los cuales un 3% es peligroso. La generación de residuos municipales por persona aumentó en 27 países europeos entre 2003 y 2008 y cayó en ocho. Los mayores aumentos se registraron en los países balcánicos occidentales, seguidos por Polonia, Noruega y Dinamarca. Los mayores descensos correspondieron a España y a Bulgaria.

La mejora de España en comparación con Europa es relativa. Según Lars Mortensen, responsable de consumo sostenible de la AEMA, las diferencias se explican por las variaciones en el consumo y porque los métodos de recopilación de datos son distintos, de manera que afectan a la comparativa. Algunos países incluyen los residuos de las pequeñas empresas y las fuentes públicas, como las oficinas municipales, escuelas, etc.

Europa, cada vez más exigente con los residuos

ImgLos estudios pueden revelar diferencias en función de cómo están elaborados o la muestra de datos que dispongan, pero todos parecen estar de acuerdo en una cuestión básica: los europeos generan cada vez más residuos. Algunas estimaciones señalan un crecimiento de casi el 50% en 25 años.

Por ello, el Parlamento Europeo (PE) aprobó en 2008 una nueva directiva sobre residuos que ampliaba las exigencias anteriores y marcaba a los países comunitarios una serie de objetivos para los próximos años.

El 51,5% de las basuras en la UE acaba en vertederos
Entre sus principales novedades, obliga a los Estados miembros a realizar planes de gestión de residuos de acuerdo a la siguiente jerarquía, por orden de mayor a menor importancia: prevención, reutilización, reciclaje, valorización y eliminación. Los responsables comunitarios quieren así cambiar la situación actual. La eliminación de basuras en vertederos continúa como el sistema dominante: el 51,5%, en la UE en 2006, frente al 43,6% de recuperación y reciclaje y el 4,9% de incineración.

En 2014 se marcarán los objetivos para la prevención de residuos aplicables de forma obligatoria a partir de 2020. Los países de la UE tendrán que reciclar o reutilizar al menos el 50% del papel, del plástico y del vidrio de los RSU, así como el 70% de los desechos no peligrosos procedentes de la construcción y las demoliciones.

Los consumidores, esenciales: qué pueden hacer

Los consumidores son fundamentales para reducir este problema. Para ello, pueden asumir y poner en práctica las denominadas siete erres del consumo ecológico: reflexionar, rechazar, reducir, reutilizar, reciclar, redistribuir y reclamar. Reflexionar sobre los hábitos de compra y su efecto en la naturaleza, rechazar los productos tóxicos, no biodegradables o no reciclables, reducir lo más posible la cantidad de residuos, reutilizar los productos y reciclarlos una vez que ya no se puedan aprovechar más, redistribuir el consumo de manera equitativa y reclamar para que se pongan en práctica más medidas favorables al medio ambiente.

El compostaje, un método por el que la basura orgánica se convierte en un material capaz de enriquecer plantas y cosechas, o de luchar contra la contaminación, es otra de las medidas que pueden asumir los consumidores. Además, la directiva europea incorpora un nuevo artículo sobre biorresiduos que trata de fomentar esta práctica, tanto en el hogar como en la industria.

En cuanto a los residuos peligrosos (tóxicos, corrosivos o inflamables, como pilas, disolventes, medicamentos o aceites de coche), la directiva europea establece las reglas para que los productores y gestores de residuos se ocupen de ellos. En España, según datos de la Asociación de Empresas Gestoras de Residuos y Recursos Especiales (ASEGRE), se gestionan más de tres millones de toneladas de este tipo de residuos al año. Los consumidores disponen de los denominados «puntos limpios«, instalaciones públicas para que depositen sus residuos domésticos peligrosos o voluminosos.

La gestión de los residuos pasa también por la aplicación de medidas innovadoras que faciliten la labor a los consumidores y aumenten las tasas de recuperación. En los últimos años, se han propuesto diversos sistemas para la recogida de las basuras.

Los sistemas neumáticos consisten en hacer circular los residuos por una gran tubería subterránea. La bolsa de basura se deposita en una especie de buzón, que puede estar tanto en la calle como en el portal de las viviendas. Una corriente de aire arrastra los residuos hasta la central, donde se encargan de enviarlo hacia su tratamiento más adecuado.

Los contenedores soterrados para RSU, también conocidos como «islas ecológicas», permiten a los ciudadanos depositar sus basuras domésticas en contenedores estancos ubicados bajo tierra. De esta forma, liberan espacio y evitan el impacto visual de los contenedores de superficie.

Por su parte, con el sistema de recogida puerta a puerta, los contenedores de la vía pública ya no son necesarios: el servicio municipal pasa por cada hogar en un día y horario concreto y retira las diversas fracciones de residuos (orgánicos, envases, papel, vidrio y resto) que los consumidores han generado.

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