Cuidarse depende de masticar, hacer ejercicio… y respirar

Los tóxicos del aire se cuelan en el cuerpo. E incluso puede que los estemos comiendo. Nuevos estudios así lo advierten
Por Eva San Martín 15 de marzo de 2019

Respirar hondo es un placer. Los expertos recuerdan que ayuda a liberar estrés e incluso relaja los músculos. Pero ¡ojo! Si vives en una ciudad, este gesto podría estar haciendo estragos en tu salud. El problema es que con cada inhalación introduces dióxido de nitrógeno y partículas sólidas en suspensión liberadas por los tubos de escape de los vehículos, las calefacciones y la industria. Esto sin contar con el ozono troposférico, un contaminante capaz de agravar el asma y causar problemas respiratorios severos. Apuntamos varias ideas para cuidar el aire del planeta, y así evitar perjudicar nuestra salud, además de otras para reducir otro tóxico muy preocupante para el medio ambiente y el cuerpo humano: el plástico.

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La polución no es un problema exclusivo de urbanitas: quien viva en las afueras de una ciudad o en un núcleo rural tampoco está a salvo

Casi 800.000 muertes prematuras en Europa y nueve millones en todo el mundo están relacionadas con la contaminación del aire, según un estudio publicado en la revista científica European Heart Journal. Más del doble de las estimadas hasta ahora por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que culpaba a la mala calidad del aire de algo más de cuatro millones de muertes prematuras.

Aunque resulta preocupante -ya que la mala calidad del aire aumenta el riesgo de sufrir diversos tipos de cáncer, así como enfermedades respiratorias y cardiovasculares-, el hallazgo no sorprende a los expertos. «Como aprendimos con el cigarrillo, solemos infravalorar el impacto de los tóxicos en nuestro cuerpo«, señala el neumólogo Luis Seijo, de la Clínica Universidad de Navarra.

Y no solo en la ciudad

La polución es un problema que asociamos con la vida urbanita, pero esta relación solo resulta cierta en parte. Los científicos saben que los contaminantes se mueven y evolucionan: alguien que viva en las afueras de una gran ciudad o en un núcleo rural tampoco está a salvo.

Seijo pone el ejemplo del ozono troposférico, un contaminante llamado secundario porque se crea a partir de reacciones químicas de otros contaminantes con los rayos de sol, lo que lo hace más peligroso cuando tenemos buen tiempo. Este tóxico, además, está relacionado con el agravamiento del asma y un mayor riesgo de sufrir una enfermedad respiratoria. «Aunque el contaminante se genere en la ciudad, altas concentraciones de ozono troposférico pueden aparecer en poblaciones alejadas, como ocurre de forma periódica en la sierra de Madrid», recuerda.Img alimentos desperdicios art

Eres lo que comes

Hay otro contaminante que desvela a los expertos de la salud. Se trata del plástico, un material producido en cantidades ingentes en el planeta: 335 millones de toneladas cada año, de las cuales cerca de 8 millones acaban en el océano. Sus micropartículas forman islas flotantes en sus aguas que, literalmente, ahogan a los animales marinos. Pero es que estos plásticos podrían estar también pasando a los humanos, como comprobó un estudio reciente realizado en Reino Unido, Italia, Rusia y Japón, que encontró restos de plásticos en prácticamente todas las heces analizadas.

Si somos lo que comemos, lo que comemos también revela lo que somos. No debería sorprendernos el hecho de que las personas también estemos comiendo plástico. E incluso bebiéndolo con el agua del grifo. Aún desconocemos los efectos sobre la salud en humanos, pero su impacto preocupa. «Aunque los plásticos no tengan un impacto directo sobre el sistema respiratorio -al menos, que sepamos- no es descabellado asumir que tienen efecto en el sistema gastrointestinal«, apunta el doctor. Un riesgo que aumentaría si el intestino fuera capaz de absorber los microplásticos, algo que aún investigan los científicos.

Img contaminacion ciudad salud estudio muertes artImagen: Pexels

No, ponerte una mascarilla no vale para nada

Hay muchas cosas que puedes hacer para aportar tu grano de arena y no ensuciar tanto el planeta.

  • Empieza a reducir el uso del coche y pedalea, si puedes, para llegar al trabajo.
  • Olvídate de fumar: el vicio del cigarrillo no solo es nefasto para tu salud, sino que también contamina el aire que respiramos.
  • Revisa la caldera: puedes evitar que kilos de tóxicos terminen en la atmósfera. «Asegurarnos de que la presión de las ruedas del coche es la adecuada reduce un 4 % el consumo de combustible, por lo que ahorra muchos contaminantes», dice Seijo.

Es comprensible, además, que queramos protegernos. Si tienes intención de hacer ejercicio al aire libre, no salgas los días con un protocolo por contaminación activado, una medida con la que las instituciones restringen el tráfico además de advertir de los altos niveles de polución. También hay que evitar correr cerca de carreteras con mucho tránsito, «y mejor escoger días en los que llueve y hace viento», comenta el neumólogo. El motivo es que estas perturbaciones meteorológicas dispersan los tóxicos y reducen su concentración. Todo lo contrario de lo que ocurre los días soleados, sobre todo, cuando se suceden durante un periodo largo. En resumen: los días de riesgo, mejor haz tus abdominales en casa o cambia el running por la cinta de correr del gimnasio, donde el aire está más limpio.

Por último, un mito que debemos desterrar: llevar una mascarilla no protege de la polución. Estos artefactos resultan cada vez más visibles en la ciudad, y no solo sobre la boca de ciudadanos orientales. Pero resultan poco eficaces, además de que implican un gasto de dinero. «Las mascarillas normales no sirven para capturar las partículas tóxicas pequeñas, de entre dos y cinco micras, por lo que seguirán entrando en nuestro sistema respiratorio», advierte el neumólogo. Para que sirvan, tienen que llevar un filtro especial, lo que las encarece. Y además, hay que cambiarlo cada cierto tiempo, porque de otro modo quedaría inservible.

Esto sí te ayuda a no comer plástico

Sacar el plástico de la dieta no resulta sencillo. Pero esto no significa que no podamos hacer nada. Escoger alimentos frescos, en lugar de productos procesados o precocinados, lo aleja de nuestros platos, igual que evitar los alimentos empaquetados.

Y aún hay algo más que puedes hacer. «Debemos comprobar que el táper o recipiente de plástico que utilizamos para guardar, calentar o congelar la comida realmente es apto para ese uso», concluye Seijo. Por eso, el médico recomienda no emplear bolsas de plástico ni otros envases inadecuados para estos fines. Gestos sencillos para sacarlos de nuestra dieta, y de nuestro cuerpo.

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