Neumáticos de invierno

Su utilización evita el uso de cadenas y multiplica la seguridad
Por Azucena García 9 de marzo de 2006

Aunque su uso no está todavía muy extendido entre los automovilistas españoles, las ruedas de invierno se empiezan a demandar principalmente en las comunidades donde las temperaturas son más bajas. A diferencia de otras legislaciones europeas donde la utilización de este tipo de ruedas es obligatoria durante los meses de invierno, como en Alemania, en España no existe una norma que recoja esta condición. Ésta es una de las razones por las que no se utilizan de manera sistemática los neumáticos de invierno en carreteras con placas de hielo y nieve, a pesar de que los mecánicos coinciden en subrayar que este tipo de ruedas ofrece una adherencia a la calzada superior al del resto, de manera que aumenta la estabilidad del automóvil, reduce los derrapes y disminuye las posibilidades de aquaplaning en la carretera. Frente a estas ventajas conviene tener en cuenta que el precio de estas ruedas de invierno es superior al resto, oscilan entre los entre 50 y 180 euros, y el consumo de combustible es también mayor.

Por qué usarlos

Los neumáticos de invierno o de contacto toman su nombre de la época del año en la que se utilizan: el invierno. Aunque en algunos países la legislación establece como obligatorio su uso entre el 1 de diciembre y el 31 de marzo, en España no existe una norma que recoja esta condición y, de hecho, la utilización de este tipo de neumáticos no está muy extendida. En todo caso, los fabricantes recomiendan su uso a aquellos conductores que circulen a temperaturas inferiores a 7 grados centígrados o que residan en zonas de montaña y ciudades en las que la lluvia, el hielo o la nieve son habituales en invierno. “La carretera en invierno es menos segura que en otras épocas del año, ya sea por la nieve, el hielo o, simplemente el agua, y la calzada suele presentar una adherencia menor que en verano. Por ello, gracias a la forma específica del neumático de invierno, destinada a evacuar el agua que pasa por debajo del mismo, se reducen los riesgos de aquaplaning. Además, ofrece una mayor adherencia y una excelente motricidad, gracias a la profundidad del dibujo, mayor que la de un neumático de verano”, explican desde Michelín.

Por qué usarlos

Efectivamente, el dibujo del neumático de invierno es la clave para una mayor estabilidad y adherencia del vehículo, que a su vez puede traducirse en una mayor resistencia al rodamiento y, por lo tanto, un mayor gasto de combustible. Está formado por un número superior de laminillas que las localizadas en un neumático de verano, lo que multiplica su agarre en zonas de nieve, y está compuesto por una mezcla de goma especial con sílice, que se adapta a las temperaturas frías y permite una mejor frenada. Su utilización de manera permanente durante la temporada invernal evita el uso de cadenas en un 99% de los casos

Su utilización de manera permanente durante la temporada invernal evita el uso de cadenas en un 99% de los casos

(las autoridades pueden ser reticentes a la circulación por determinados ‘puntos negros’ sin cadenas) y supone una mayor comodidad para el conductor, que no tiene que montar las cadenas a diario. Respecto al precio, son algo más caros que el resto de neumáticos, aunque su coste oscila entre 50 y 180 euros, frente a los 125 euros que pueden llegar a alcanzar unas buenas ruedas de verano.

¿Este tipo de ruedas favorece la conducción? Los mecánicos aseguran que los neumáticos de invierno garantizan una mayor estabilidad que el resto, principalmente por la mayor anchura. Y ya en muchos países europeos la normativa de circulación establece que los neumáticos de invierno sean usados con un código de velocidad más bajo que el de las ruedas normales. “En esos casos -recomienda Michelin-, debe ponerse una pegatina en el salpicadero especificando que la velocidad máxima de los neumáticos no corresponde con la velocidad máxima del coche”. También se aconseja su uso para circular a temperaturas muy bajas “en todo tipo de condiciones invernales”, ya sea sobre una superficie nevada, helada o muy mojada, y son especialmente efectivos en vías con hielo. No se puede olvidar que las carreteras con hielo presentan las siguientes características:

  • El doble de deslizantes que una calzada nevada.
  • Cuatro veces más deslizantes que una carretera mojada o cubierta de nieve fundida.
  • Ocho veces más deslizantes que una vía seca.

La mejora de la adherencia es, por lo tanto, la principal ventaja de estos neumáticos, que pueden reconocerse fácilmente por el dibujo de las iniciales M y S (en inglés ‘Mud’ y ‘Snow’, barro y nieve) en su cubierta. En concreto, hay tres posibilidades: ‘MS’, ‘M+S’ o ‘M & S’. Es condición indispensable que aparezca este distintivo para que sean considerados neumáticos de invierno y que puedan ser utilizados en condiciones adversas en la carretera, puesto que su uso en pavimento seco hace que se desgasten con mayor rapidez.

En España, el uso de los neumáticos de invierno está sujeto al Reglamento General de Vehículos, basado en el Real decreto 2822/1998 de 23 de diciembre, que recoge que: “Cuando sea obligatorio o recomendado el uso de cadenas u otros dispositivos antideslizantes autorizados se deberán colocar sobre, al menos el eje de las ruedas motrices, dichas cadenas o dispositivos antideslizantes o bien utilizar neumáticos especiales”. Precisamente, los neumáticos de invierno están considerados neumáticos especiales, aunque existe otra modalidad, cada vez más en desuso, que también se incluye en este apartado: los neumáticos con clavos. Se trata de neumáticos muy eficaces en hielo, aunque su utilización en algunos países no está permitida por el gran deterioro que ejercen sobre el pavimento. El Reglamento español los permite pero establece que los clavos deben ser de cantos redondeados y no sobresalir de la superficie de la goma más de dos milímetros.

Mantenimiento

Los meses de mayor siniestralidad en las carreteras son los que comprenden de noviembre a febrero, entre el crepúsculo y el alba. Así lo confirman datos de la Dirección General de Tráfico, que coinciden con las fechas de utilización de los neumáticos de invierno y reconocen la importancia de un buen cuidado y mantenimiento de las ruedas, especialmente, de la presión de las mismas. “Cuando hace frío, la presión de un neumático constatada en el manómetro puede ser inferior a la presión real. Por ejemplo, para un neumático inflado a 2 bar es la medida de presión de los neumáticos con una temperatura ambiente de unos veinte grados, la presión que se lee en el manómetro puede ser de 1,9 bar si la temperatura ambiente es de 8 grados centígrados. Este fenómeno puede inducir a error y no significa obligatoriamente que el neumático esté escasamente inflado. Por lo tanto, no hay que inflar más los neumáticos en invierno”, recomiendan desde Michelín.

Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de utilizar los neumáticos de invierno es la profundidad del dibujo o la banda de rodadura. Se considera que los neumáticos de invierno con menos de 3 milímetros no ofrecen una óptima garantía de seguridad sobre nieve y hielo. Por ello, es aconsejable sustituirlos cuando la profundidad del dibujo alcance los 4 milímetros, si bien el límite legal es 1,6 milímetros. Una opción, según Michelín, “es aprovechar la goma restante y terminar de gastarla como neumático de verano”.

Por el contrario, si el dibujo tiene la profundidad suficiente como para poder ser reutilizados al año siguiente, unos sencillos consejos de almacenamiento pueden ayudar a mantener los neumáticos en buenas condiciones para el próximo invierno. Lo primero es apuntar, antes de desmontar las ruedas, la posición que ocupa cada una en el coche. De esta manera, se podrá invertir la posición delante-atrás el próximo invierno para equilibrar el desgaste. Una vez desmontadas, hay que limpiar las ruedas metálicas y los neumáticos con agua, secarlos bien para limitar la oxidación y quitar los cuerpos extraños, como pequeñas piedras, incrustados en las ranuras de los neumáticos.

Por último, si los neumáticos están montados en llantas, hay que almacenarlos en horizontal o colgados, mientras que si no disponen de llantas se pueden almacenar de pie. También hay que protegerlos de la luz y guardarlos en un lugar seco y fresco, alejados de hidrocarburos como la gasolina o el aceite. Son unos sencillos consejos que también se pueden aplicar a la hora de guardar los neumáticos de verano para la siguiente temporada estival. “Lo más importante es mantener los neumáticos en buen estado”, insiste un miembro de la DGT.

El cuidado de los neumáticos

Según un estudio del fabricante de neumáticos Goodyear sobre Accidentalidad en España por pinchazos y mal estado de los neumáticos de los vehículos entre 1997 y 2001, el 60% de los automóviles implicados en un accidente por fallo mecánico presentaban deterioro en los neumáticos: reventón, desgaste o pinchazo. El informe, realizado el pasado año por el Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) de la Universidad de Valencia, destaca también que el 19,5% de los conductores de vehículos accidentados con problemas en los neumáticos tienen entre 40 y 49 años, que casi el 83% de los vehículos que tienen accidentes por el deterioro del neumático los sufren durante la conducción en ruta, sin maniobra, y que si bien la colisión es el accidente típico (67%), le sigue de cerca la salida de vía por culpa de los neumáticos (62%).

Otra conclusión del estudio refleja que mientras la mayor parte de los vehículos siniestrados (52%) se ven implicados en accidentes con otro turismo, los automóviles con anomalías en los neumáticos tienen accidentes en solitario en el 66% de los casos. De ahí la necesidad de que el neumático gane importancia como elemento de seguridad y que se conciencie al usuario para que le preste una mayor atención. “Actualmente, el neumático genera el 15% de las entradas al taller, aunque más del 40% de los cambios se realizan demasiado tarde y casi el 15% llegan en estado de extremo desgaste”, según François Passagá, director general del Grupo Interprofesional de Productos de Automóviles (GIPA).

Con los neumáticos de invierno hay que tener en cuenta que para que la seguridad sea mayor no se pueden montar sólo en el eje motriz -aquellas ruedas que pertenecen al eje que recibe directamente la fuerza que proviene del motor-, puesto que si las ruedas motrices están situadas en la parte delantera, la tracción estará desequilibrada en la parte posterior y el vehículo tendrá más posibilidades de hacer trombos, mientras que si las ruedas motrices están localizadas en la parte trasera, una propulsión con neumáticos de invierno únicamente montados en esa zona harán que el automóvil tenga más posibilidades de salir recto en las curvas.

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