Biología molecular contra las alergias

Conocer la función de las moléculas que accionan procesos alérgicos permitiría crear tratamientos mucho más eficaces
Por Jordi Montaner 14 de septiembre de 2008
Img alergico
Imagen: Bruin

La investigación molecular y genética relacionada con las enfermedades alérgicas se sirve de los últimos avances tecnológicos para desarrollar moléculas alergénicas individualizadas, capaces de permitir un diagnóstico más eficaz y dar pie a nuevas alternativas terapéuticas.

Imagen: Fay Celestial

La tecnología asociada a la lucha contra las alergias ha sido uno de los temas más calientes durante el XXVII Congreso de la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica (EAACI), celebrado recientemente en Barcelona. El profesor Jorge Martínez, del Departamento de Inmunología, Microbiología y Parasitología de la Facultad de Farmacia en la Universidad del País Vasco, afirmó en dicho encuentro que «los ensayos en curso se centran en la identificación de moléculas alergénicas individualizadas, que han de ayudarnos a plantear diagnósticos más exactos y a tratar mejor estas enfermedades». Explica el investigador que, durante los diez últimos años, «la biología molecular ha ensanchado nuestros conocimientos acerca de las alergias«.

Genes

La investigación arranca de un estudio del bagaje hereditario implicado en procesos alérgicos, que ha permitido a los expertos aprender más sobre el mecanismo de la enfermedad alérgica en cuanto a su desarrollo, vislumbrando la posibilidad de que los médicos puedan ejercer un control potencial sobre ella. El diagnóstico molecular se basaría en la identificación de agentes moleculares del tipo de genes, proteínas o péptidos, obtenidos a partir de pruebas genómicas o proteómicas.

Según Martínez, «esta herramienta nos permitirá poner cerco a una gran cantidad de enfermedades alérgicas, en especial las mediadas por IgE, en las que el paciente alérgico ha desarrollado una hipersensibilidad hacia determinados alergénicos». En este grupo aparecen el asma y la rinitis alérgica, la dermatitis atópica, la alergia a los alimentos o al veneno de himenópteros. «Los tipos más frecuentes de alergia aparecen siempre como reacción del sistema inmune a unas sustancias específicas. En su diagnóstico, los expertos se circunscriben a los extractos de sustancias alergénicas disponibles y verificados; pero, en muchas ocasiones, los pacientes reaccionan a varios extractos y relativizan la precisión diagnóstica», añade.

La alergia a los medicamentos es la tercera causa de consulta en las unidades de alergia, tras la rinitis y el asma bronquial

Sólo a partir de una composición molecular de estas sustancias se podrían determinar los diversos orígenes de la sensibilización, identificar si se trata de un alergeno común y si distintos alergenos pueden presentar, en realidad, funciones equivalentes. Martínez considera al diagnóstico molecular como una herramienta muy precisa para la detección exacta de una alergia. «Estudiando detalladamente la intervención de la molécula o las moléculas que accionan procesos alérgicos y sus correlaciones, sabremos con más precisión que la de ahora cuanto ocurre en el paciente y podremos prescribir tratamientos mucho más eficaces y fáciles de supervisar», dice Martínez.

Alergias a los fármacos

En ocasiones, lo de que «el remedio es peor que la enfermedad» adopta un cariz científico. Hay tratamientos que suscitan reacciones alérgicas en vez de inhibirlas, y éste es uno de los ámbitos en los que los avances en tecnología y biología molecular pueden mostrar sus mejores cartas. Los fármacos más frecuentemente implicados en reacciones alérgicas son los antibióticos betalactámicos (penicilina y derivados, como amoxicilina o las cefalosporinas), y una técnica ya disponible en los laboratorios permitirá al médico evitar la pregunta: «¿Es usted alérgico a los antibióticos?», y al paciente el temor de no saber si se padece o no dicha alergia.

La alergia a los medicamentos no es sólo una curiosa paradoja. Se trata de la tercera causa de consulta hospitalaria en las unidades de alergia, tras la rinitis y el asma bronquial. Antonino Romano, presidente de la Red Europea para la Alergia a los Medicamentos (ENDA), explicó en el congreso de Barcelona que la nueva prueba está basada en una detección de la activación del basófilos por medio de citometría de flujo: «se emplean dos anticuerpos monoclonales marcados que, al activarse por el antígeno, denotan todos los receptores con elevada afinidad de IgE».

Se trata de una prueba no invasiva que ha demostrado clínicamente su utilidad en distintas reacciones anafilácticas inducidas por fármacos miorrelajantes, penicilinas, cefalosporinas y AINE, entre otros.

Ensayos en España

Varios estudios en relación con pruebas alérgicas se están desarrollando ahora mismo en el Hospital Carlos Haya de Málaga y en la Clínica Universitaria de Navarra (Pamplona). Tratan de avalar el beneficio de las pruebas de citometría de flujo en cuanto a la detección de una activación de basófilos y hasta qué punto permiten prevenir las reacciones inmediatas a la administración de antibióticos betalactámicos. «Cuanto mayor sea el número de datos disponibles, cuanto más precisos aparezcan los diagnósticos, mejor podremos combatir las alergias a los medicamentos», explica Teófilo Lobera, coordinador del comité de alergias a los medicamentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

«Aunque se hayan tomado todas las precauciones necesarias para evitar cualquier situación peligrosa, en estos casos, un diagnóstico incorrecto obligaría al paciente a evitar fármacos que requiere bajo la incorrecta premisa de que pueden suscitarle una alergia», explica el especialista. Lobera confía en las nuevas técnicas diagnósticas, pero no obvia la necesidad de una anamnesis clásica. En todo diagnóstico de alergias es fundamental una historia clínica del paciente así como toda la información detallada sobre la presencia de enfermedades concomitantes y los respectivos tratamientos asignados.

Lamentablemente, muchos pacientes, sobre todo de avanzada edad, no recuerdan datos de gran ayuda sobre reacciones alérgicas sufridas a lo largo de su vida, que tampoco asocian al consumo de corticoides o antihistamínicos. María José Torres, del Hospital malagueño, asegura que, «aunque las primeras manifestaciones de la alergia a los medicamentos pueden aparecer en cualquier edad, son más frecuentes entre la cuarta y la quinta décadas de vida». Así como las otras alergias (dermatitis, alergia a los alimentos, rinitis o asma) son más frecuentes durante la niñez y la juventud, las alergias a los medicamentos ocurren en etapas más maduras.

POCOS DATOS

“No hay ensayos que confirmen que las alergias medicamentosas ocurren en la madurez”, admite Teófilo Lobera de la SEAIC, “solamente datos casuísticos que, asimismo, hablan de una mayor proporción de población femenina afectada”. Tampoco se dispone de muchos datos epidemiológicos acerca de la verdadera incidencia de esta patología entre la población en general, aunque el informe “Alergológica” estima que un 14,7% de los pacientes que visitan una unidad de alergia por primera vez experimentan reacciones mediadas por IgE a determinados medicamentos.

“Pongamos que aproximadamente un 15% de la población general reacciona alérgicamente a las penicilinas; de todos ellos solamente entre un 15% y un 20% tendría una enfermedad alérgica de base que le impediría su consumo regular, de ahí la importancia de dar con un diagnóstico muy específico y que permita tratar a quien pueda y deba tratarse sin correr riesgos “, explica el experto. El efecto más grave, la anafilaxis, se desencadena generalmente 30 minutos después de administrado el fármaco, con síntomas progresivos tales como picor, urticaria, dificultades respiratorias, asma, hipotensión, vértigos y pérdida de conciencia (choque anafiláctico).

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