Cómo ayuda el corazón del feto a la madre

El intercambio de células entre el corazón del feto y el de la embarazada ayudarían a reparar el corazón materno lesionado
Por Teresa Romanillos 20 de enero de 2012
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Imagen: Carolina Lopez

En la mayoría de los casos, el corazón de una mujer soporta sin desfallecer la carga extra de trabajo que conlleva una gestación. Sin embargo, en ocasiones no es así y la gestante puede desarrollar problemas de graves consecuencias. La buena noticia es que los hijos podrían ayudar. Una investigación muestra cómo las células madre fetales ayudan a reparar los corazones lesionados de las embarazadas, un hallazgo que puede ampliar los horizontes de la medicina regenerativa cardiovascular.

Una reciente investigación demuestra que las células madre fetales de la placenta pueden ayudar a reparar lesiones cardiacas en la madre. La idea surgió del análisis de gestantes con miocardiopatía periparto, un tipo de insuficiencia cardiaca, que habían tenido una excelente evolución. Esta es una afección del corazón que se desarrolla de manera específica durante el embarazo y que puede tener consecuencias graves. Por fortuna, hay casos que, de forma espontánea, evolucionan de manera satisfactoria. De ahí la pregunta a los investigadores: ¿podría el feto ayudar a su madre?

Células cardiacas reparadoras

Según los resultados del trabajo llevado a cabo en la Mount Sinai School of Medicine de Nueva York (EE.UU.), al parecer, el feto sí ayudaría a las madres gestantes. La investigación demuestra que las células madre de la placenta se desplazan hasta los tejidos lesionados del corazón materno durante el embarazo. Una vez allí, estas células se reprograman y se convierten en células cardiacas capaces de suplir a las dañadas.

El intercambio celular no está exento de efectos secundarios, ya que en algunos casos puede ser el origen de ciertas enfermedades autoinmunes

Los investigadores provocaron infartos a ratones gestantes y verificaron cómo las células fetales llegaban al corazón materno. Para poder identificarlas, las marcaron con una proteína fluorescente. De esta manera, se puso en evidencia que las células madre migraron, de manera específica, a las zonas lesionadas del corazón y no a órganos sanos. A las dos semanas del infarto, el 2% de las células del corazón lesionado provenían del feto, en un intento de reparación.

Estas células pluripotenciales se transformaron en células musculares cardiacas y en células del endotelio vascular (capa que recubre el interior de todos los vasos sanguíneos). Después, aislaron las células del feto que se habían incorporado al corazón materno y las cultivaron en el laboratorio. Comprobaron cómo también allí eran capaces de generar nuevo tejido cardiaco: cardiomiocitos (células del músculo cardiaco) que latían y células endoteliales que formaron pequeños vasos. También se investigó de dónde provenían estas células. Al parecer, son células madre embrionarias que originan la placenta (trofoblásticas).

La medicina regenerativa es una importante apuesta de futuro. Si se confirma el poder reparador de las células madre trofoblásticas, se podría estar ante el tipo de célula idónea para la terapia regenerativa, no solo del corazón, sino de otros órganos.

Madres e hijos con corazones solidarios

La presencia de células del feto en el corazón materno ya se había constatado con anterioridad. Investigadores del servicio de cardiología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, de Barcelona, detectaron cardiomiocitos de estirpe masculina (XY) en el corazón de madres que habían tenido hijos varones. El tránsito de células madre durante el embarazo es un fenómeno conocido desde hace unos años, de igual manera que se sabe que se desarrolla en ambas direcciones: también hay un intercambio de células progenitoras entre madre e hijo.

Desde el punto de vista de la supervivencia, el aporte por parte del feto de nuevas células reparadoras supondría que la madre podría vivir más, lo que beneficiaría al futuro bebé. Por otra parte, la madre da vida más allá de los nueve meses de gestación, ya que sus células también ayudan a subsanar deficiencias en su hijo. Estas células pueden persistir durante mucho tiempo: en un estudio, se identificaron en el corazón de una mujer células procedentes de su hijo que ya había cumplido los 27 años.

Este fenómeno, conocido como microquimerismo, despertó cierto escepticismo cuando se puso en evidencia, ya que no se explicaba cómo células que eran «extrañas» al organismo podían aceptarse por el sistema inmune y sobrevivir tantos años. La otra cara de la moneda es que este intercambio celular no está exento de efectos secundarios, ya que en algunos casos se ha demostrado que puede ser el origen de determinadas enfermedades autoinmunes.

EL CORAZÓN EN EL EMBARAZO

El corazón de la mujer está preparado para afrontar una situación de profundos cambios en la anatomía y la fisiología del corazón, como el embarazo. Durante este periodo, aumentan las demandas del trabajo de este músculo, debido al importante incremento del volumen sanguíneo circulante. El corazón materno soporta bien esta sobrecarga, e incluso, se cree que puede resultar beneficiosa, ya que los cambios cardiovasculares registrados durante la gestación se asemejan a los ocurridos en los deportistas.

El embarazo podría suponer una especie de entrenamiento tras el cual la mujer quedaría más preparada para resistir en el futuro situaciones perniciosas para el corazón. Por desgracia, el corazón materno también puede salir malparado de un embarazo. Una afección denominada miocardiopatía periparto y poco conocida todavía, puede tener un pronóstico fatal. Es un tipo de insuficiencia cardiaca que ocurre por una dilatación de las cavidades del corazón. Afecta a mujeres sanas y con frecuencia se manifiesta en los meses posteriores al parto, aunque en algunos casos también puede iniciarse en las últimas semanas de gestación. Se manifiesta en forma de una progresiva dificultad respiratoria con edemas en extremidades inferiores.

Se ha considerado secundaria a miocarditis, déficit nutricional, alteraciones hormonales, e incluso, a la sobrecarga de volumen. La miocardiopatía periparto puede manifestarse a cualquier edad, aunque predomina en mujeres mayores de 30 años y quienes han tenido varios hijos. También es más frecuente durante los embarazos gemelares y en las mujeres que sufren hipertensión arterial. Aunque no es posible prevenirla, por fortuna, su incidencia es muy baja.

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