Falsas creencias sobre el cáncer

La mayoría de las personas tiende a creer que los factores que causan la enfermedad están fuera de su control
Por Teresa Romanillos 10 de octubre de 2008
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Imagen: Sergio

En la Semana Europea contra el Cáncer, que se celebra durante esta semana, la Organización Mundial de la Salud sigue considerando a esta enfermedad como la principal causa de muerte en todo el mundo. Ahora, un estudio demuestra que muchas personas defienden creencias erróneas acerca de aquello que puede provocar cáncer. En general, se considera que los factores que causan la enfermedad están fuera de control, como la contaminación, mientras que no se valora tanto el riesgo de conductas que dependen directamente del propio individuo, como el consumo de alcohol o no comer suficientes frutas y vegetales.

En la elaboración de este estudio, realizado por investigadores de la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC), se interrogó sobre el estado de salud y las creencias acerca de las causas del cáncer. Se efectuaron 29.925 entrevistas en un total de 29 países, que fueron clasificadas según el nivel de ingresos de las personas que habían contestado en tres grupos comparativos. Se trata de la primera investigación de este tipo a gran escala sobre el cáncer entre individuos que pertenecen a culturas y niveles económicos muy distintos. El informe fue presentado durante el Congreso Mundial de Cáncer de la UICC, celebrado recientemente en Ginebra.

Hábitos insanos

Los resultados del estudio corroboran la utilidad de las campañas antitabaco, ya que la mayoría de las personas (94%) que viven en zonas de mayor bienestar económico y social reconoce que el tabaco es una de las causas directas que provoca cáncer, mientras que en los países con menos recursos sólo el 79% de los encuestados reconoce esta relación. Similar eficacia parece que han tenido las advertencias sobre el riesgo de una exposición elevada al sol; un 91% de los ciudadanos de las regiones más aventajadas ya toma precauciones frente al 22% de quienes habitan en las regiones más deprimidas.

Mientras que la mayoría de las personas relacionan de forma directa tabaco y cáncer, no ocurre lo mismo con el alcohol. Curiosamente, y en contra de lo esperado -dado que el nivel de información es mayor-, en los países más desarrollados está más extendida la idea de que el consumo de alcohol no provoca cáncer. Concretamente, el 42% de los individuos con mayor nivel económico tiene esta opinión, frente al 26% en países de medianos ingresos y al 15% de los países en desarrollo. De hecho, los autores dicen que es una creencia errónea ya que está demostrado de forma fehaciente que el riesgo de desarrollar cáncer aumenta a medida que se incrementa el consumo de alcohol.

La contaminación es un riesgo medioambiental para la salud que causa cerca de dos millones de muertes prematuras al año en todo el mundo

En este sentido, un estudio efectuado por la International Agency for Research on Cancer en Lyon (Francia) concluye que el 3,6% de los casos de cáncer en todo el mundo está relacionado con el consumo de alcohol. Concretamente, está demostrada la relación entre el alcohol y el cáncer de orofarínge (parte posterior de la garganta), laringe, esófago, colon, recto, hígado y mama. En cuanto al cáncer asociado a la dieta, poco más de la mitad de los encuestados considera que no comer suficientes frutas y vegetales es un factor de riesgo.

Respecto a este punto, según los investigadores, también falta información, ya que existe evidencia científica sobre el efecto protector de las frutas y verduras, sobre todo en las neoplasias del tubo digestivo. En general, se tiende a creer que los factores que causan cáncer están fuera del control de cada individuo, como la contaminación, mientras que no valoran tanto el riesgo de conductas que dependen directamente de ellos.

El progreso como causa de cáncer

Por otro lado, hay una gran parte de los ciudadanos que creen que el progreso también ha tenido sus efectos colaterales como causa de algunas de las enfermedades que padece la sociedad del bienestar. Se considera que hay más casos de cáncer y que esto se debe a los efectos de la contaminación y del estrés. Entre las personas que viven en zonas de mayor nivel económico, el 78% considera que la contaminación está implicada en el origen del cáncer. La contaminación atmosférica constituye un riesgo medioambiental para la salud y se estima que causa alrededor de dos millones de muertes prematuras al año en todo el mundo.

Según datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la polución de las zonas urbanas causa un 3% de mortalidad relacionada con afecciones cardiopulmonares y un 5% por cáncer de pulmón. En un gran estudio efectuado por la American Cancer Society (EE.UU.) se analizaron las causas de muerte 500.000 personas, comparándolas con los niveles de polución atmosférica a los que habían estado expuestas. Los resultados mostraron que la exposición a altos niveles de finas partículas de contaminación y los gases contaminantes de dióxido de sulfuro se asociaba a un incremento de mortalidad por todas las causas, incluyendo enfermedades cardiopulmonares y cáncer de pulmón.

Específicamente, un aumento de diez micrómetros en las finas partículas de contaminación por metro cúbico de aire incrementó el número de muertes en un 4%, las enfermedades cardíacas y pulmonares, en un 6% y el cáncer pulmonar en un 8%. Sin embargo, la exposición a mayores partículas de contaminación en el aire (mayores que 2,5 micrómetros de diámetro) y otros contaminantes gaseosos no fue asociada con un incremento en la mortalidad. Según los expertos, las personas sometidas a exposición prolongada en ambientes ricos en partículas finas de contaminación tienen casi el mismo riesgo de padecer cáncer pulmonar que los fumadores.

El estrés también está considerado, por más de la mitad de los encuestados, como un factor de riesgo para desarrollar la enfermedad. A pesar de que todavía no está claramente establecida la relación estrés-cáncer, cada vez hay más datos que parecen corroborar esta teoría. Por una parte, las personas estresadas pueden adoptar estilos de vida que predispongan a contraer la enfermedad, como fumar, beber alcohol o seguir dietas inadecuadas. Cada vez hay más evidencia del efecto perjudicial del estrés emocional en la función inmunológica, que nos hace más susceptibles a enfermar. Un posible papel del sistema inmunológico en la defensa contra el cáncer sería la capacidad de reconocer células anormales en las que han tenido lugar una serie de cambios y eliminarlas antes de que el tumor pueda desarrollarse.

DESIGUALDADES

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La investigación realizada por la Unión Internacional Contra el Cáncer, además de constatar las ideas que las personas tienen sobre el cáncer, también hace evidentes las diferencias entre los individuos de distintas culturas y niveles económicos. La efectividad del tratamiento presenta también diferentes creencias en función de la economía de los afectados. Las personas más pesimistas se encuentran entre los países con menos recursos, donde el 48% de los encuestados piensa “que no hay mucho que hacer” tras el diagnóstico de la enfermedad. Sin embargo, en los países de ingresos medianos, la cifra decrece hasta el 39% de la población, así como en los países con más recursos, en los que sólo el 17 % de las personas se muestran escépticas ante una posible evolución favorable.

Las campañas informativas, mucho más frecuentes en zonas con mayores recursos, ayudan a prevenir de forma más eficaz la enfermedad al concienciar a la población de los riesgos reales, promoviendo hábitos saludables y revisiones periódicas. Aunque estas campañas probablemente han jugado un papel decisivo, la información es insuficiente, ya que el 80% de los encuestados de los países desarrollados no se habían sometido nunca a una prueba de diagnóstico precoz de cáncer, a pesar de que el 65% ya había cumplido los 40 años.

Por otro lado, en los países en desarrollo la situación es más grave, ya que las revisiones médicas preventivas son cinco veces menos frecuentes que en los países desarrollados. David Hill, investigador del estudio, ha recordado “la necesidad de impulsar campañas de información que orienten estas creencias e indiquen a la población que el tratamiento puede salvar muchas vidas”. Es importante modificar esta percepción pesimista, puesto que la gente no se siente motivada a participar en programas de análisis, lo cual provoca fallecimientos que podrían ser evitados. Por este motivo, afirma el especialista, es necesario que cada país diseñe programas de educación para garantizar un mayor nivel de conocimiento sobre las causas del cáncer, los tratamientos posibles y su efectividad.

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