Picaduras de animales marinos, cómo prevenirlas y tratarlas

Las medusas, las arañas de mar o las pastinacas son algunos de los componentes de la fauna marina que habita nuestras costas y que puede estropear un día de playa
Por Teresa Romanillos 17 de agosto de 2012
Img medusas hd
Imagen: urban_light

Las lesiones por contacto con medusas son un desagradable y doloroso incidente que puede estropear un día de playa. Pero no son los únicos peligros que se pueden encontrar en el mar. Las personas a las que les gusta practicar submarinismo o las aficionadas a nadar a cierta distancia del arenal pueden estar expuestas a mordeduras, lesiones por espinas venenosas o, incluso, descargas eléctricas. En este artículo se explican qué medidas de prevención hay que adoptar para evitar la picadura de las especies marinas de nuestras costas y cómo actuar en caso de ser víctima de ellas.

Cada año hay más medusas en las playas españolas debido a la disminución de sus depredadores y al calentamiento de las aguas. Además de su abundancia, otro de los problemas es que pueden pasar desapercibidas ya que son casi transparentes. Suelen encontrarse en alta mar pero en determinadas circunstancias se aproximan a la costa, sobre todo en primavera y en días de tormenta. El más leve contacto con sus tentáculos produce dolor, escozor y lesiones que pueden tardar en curar.

Las especies que se pueden hallar en nuestras costas no suelen provocar mayores problemas pero hay otras variedades, como la carabela portuguesa, cuya picadura puede revestir cierta importancia. Este sifonóforo -organismo parecido a las medusas, según los expertos- de extraño aspecto, suele estar en el Atlántico, en la superficie, pero puede ser arrastrada hasta la playa en caso de temporal. Su picadura se considera potencialmente grave, ya que su veneno es neurotóxico y puede ocasionar parálisis muscular y respiratoria.

Prevención contra las medusas

Para los niños, hay disponibles cremas solares con agentes repelentes de medusas

Ante las medusas, el mejor remedio es la prevención, por lo que es de sentido común evitar el baño en las zonas en que se detecte su presencia. En este caso, el «yo controlo» resulta difícil ya que muchas especies son casi transparentes, lo que dificulta sobremanera su detección. Hay que poner especial cuidado si ha habido tormentas, pues puede haber restos de tentáculos que resultan de igual manera lesivos. Por otra parte, no hay que olvidar que las medusas muertas tienen el mismo potencial tóxico que las vivas. En caso de practicar snorkel o submarinismo, es recomendable llevar el equipo adecuado para salvaguardar la piel. Otra posibilidad, útil en el caso de los niños, es aplicar cremas solares que incorporan agentes repelentes de medusas.

Cómo tratar la picadura de medusa

Ante una picadura, el agua salada puede ser un buen remedio de entrada para lavar la zona y calmar un poco el escozor. Es importante no aplicar agua dulce ya que rompe las células urticariantes, que produce una mayor liberación de toxina. Tampoco se recomienda seguir los mitos populares, como verter orina o alcohol.

El frío local (un pañuelo con unos cubitos de hielo, por ejemplo) atenúa las molestias, aunque no es conveniente aplicar el hielo directamente encima de la piel. Una solución de vinagre al 50% o bien la aplicación de amoníaco puede ser efectivo para desactivar la acción de la toxina. En caso de que hayan quedado adheridos restos de tentáculos, hay que retirarlos con guantes o con unas pinzas o bien intentar arrastrarlos con agua salada. Empapar una gasa con vinagre también puede ayudar a limpiar estos restos y neutraliza, además, la acción de la toxina. No es recomendable frotar la zona afectada con una toalla ni con arena.

Una vez limpia la piel, se puede aplicar una crema con antihistamínicos o corticoides. En caso de que la víctima manifieste malestar general con náuseas o dificultad respiratoria, hay que consultar a los servicios sanitarios, ya que podría ser una reacción alérgica.

Picaduras de peces

Ante una picadura de medusa, se recomienda no aplicar agua dulce, ni orina o alcohol

Entre los peces con espinas ponzoñosas, en las costas de España se pueden encontrar la araña de mar, uno de los más venenosos. Mide entre 15 y 50 centímetros y suele pasar el día enterrado en los fondos arenosos. En los opérculos y en la aleta dorsal se hallan localizadas las espinas que contienen una substancia rica en catecolaminas. La picadura se produce por caminar por el fondo arenoso o, en el caso de los pescadores, al cogerla con la mano. Suele ser muy dolorosa y da lugar a una reacción importante con inflamación y dificultad para mover la extremidad. Es fácil encontrarla en toda la costa mediterránea y atlántica, y es una especie apreciada en gastronomía. Como precaución, los pescadores cortan la cabeza y las espinas dorsales de las arañas de mar antes de enviarlas al mercado.

Otro pez con espinas venenosas es el rascacio o escorpena, que habita en los fondos rocosos de las aguas poco profundas del Mediterráneo, donde es fácil que pase desapercibido. También es una especie apreciada desde el punto de vista culinario.

El chucho o pastinaca es un pez de talla notable, ya que puede llegar a medir más de un metro. El sistema ponzoñoso está situado en la base de una larga y afilada espina, inserta en la mitad de la cola. Su veneno tiene un efecto muy similar al del pez araña y puede su picadura considerarse como grave.

Además de las medusas, las anémonas también pueden producir lesiones por contacto. Igual que las primeras, tampoco tienen un órgano venenoso único sino que poseen multitud de células urticariantes distribuidas por todos los tentáculos. Las lesiones se producen por contacto y provocan escozor y, en ocasiones, erupciones muy molestas.

Mordeduras de especies marinas

Las mordeduras son otra de las sorpresas desagradables en un día de playa. En nuestras aguas habitan morenas, congrios, pintarrojas, entre otros. Estas especies agresivas pueden llegar a producir lesiones de cierta importancia.

Uno de los casos más curiosos es el de los llamados “peces torpedo“. El simple contacto causa una descarga eléctrica que puede llegar hasta los 210 voltios. Una vez fuera del agua pierden, de manera paulatina, su potencial eléctrico.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube