Entrevista

Pedro Manonelles, presidente de la Federación Española de Medicina del Deporte (FEMEDE)

Para adelgazar, el ejercicio físico es más efectivo que hacer solo dieta
Por Clara Bassi 2 de abril de 2013
Img pedro manonelles entrev
Imagen: CONSUMER EROSKI

El ejercicio físico no debe tomarse como una panacea para solucionar todos los problemas de salud del organismo. Sin embargo, cada vez hay más estudios que señalan que resulta muy beneficioso para prevenir y ayudar a tratar numerosas enfermedades crónicas, en especial, la obesidad. La práctica regular de actividad física es tan importante que, incluso, es más efectiva que hacer solo dieta para perder peso, aunque los expertos aconsejan combinar ambas estrategias. El ejercicio físico se debe realizar a cualquier edad, acorde a las capacidades y preferencias de cada persona. Para mejorar la salud del corazón y mantener a raya los factores de riesgo cardiovascular, basta con unos 20 minutos diarios de práctica aeróbica cuatro o cinco veces a la semana, pero si lo que se pretende es perder peso, hay que intentar hacer las actividades habituales de la vida cotidiana en movimiento y añadirles otros ejercicios, expone en esta entrevista Pedro Manonelles, médico especialista en Medicina del Deporte, presidente de la Federación Española de Medicina del Deporte (FEMEDE) y director de la revista ‘Archivos de Medicina del Deporte’.

¿Hasta qué punto el ejercicio físico previene enfermedades y alarga la esperanza de vida?

De una forma incuestionable. Cada vez es mayor la cifra de investigaciones que demuestran que la práctica de ejercicio físico, realizada con determinada cadencia, no solo funciona como un complemento a un tratamiento en un número muy importante de enfermedades crónicas, que ya alcanzan tasas de epidemia en la sociedad actual. En algunos casos, tiene una influencia directa sobre determinados factores de riesgo, de manera que prolonga la esperanza de vida.

¿A qué enfermedades crónicas se refiere?

“Al realizar ejercicio físico, el organismo echa mano de las grasas de la zona de depósito y las convierte en energía”

Sobre todo a la obesidad, que es el mayor azote en esta sociedad y que se está cebando en todos los grupos de edad; está muy extendida y afecta a edades muy tempranas, a los niños. Pero también me refiero a la hipertensión arterial, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la cardiopatía isquémica, algunas formas de cáncer, la depresión y otras enfermedades del aparato locomotor, como la artrosis o la artritis reumatoide.

¿El ejercicio físico sirve para curar o prevenir estas enfermedades?

No es ninguna panacea, pero es cierto que hay gran cantidad de patologías crónicas en las que consigue, de manera definitiva, mejorar la función de muchos aparatos, órganos y sistemas.

Hay quienes hacen deporte para adelgazar, pero no dieta, mientras que otras personas solo siguen una dieta, pero sin practicar ejercicio. ¿Qué es más eficaz para perder peso?

“Las personas mayores deben realizar también ejercicios de fuerza para preservar su autonomía personal”

La dieta sin ejercicio físico tiene ciertas limitaciones. Incluso es probable que tenga más efecto el ejercicio para adelgazar que la dieta. No obstante, esto no significa que se pueda comer mucho y luego pretender compensarlo con actividad deportiva. A nivel de efectividad, puede que el ejercicio físico sea mejor que la dieta exclusiva, aunque también hay que tener en cuenta que intervienen factores genéticos y del metabolismo en el resultado.

¿Cuáles son los mecanismos por los cuales el ejercicio físico resulta beneficioso para el organismo?

Depende de las enfermedades. En la obesidad, el ejercicio tiene un beneficio primordial. Su mecanismo de acción consiste en aumentar el consumo de calorías, ya que el organismo necesita mayor cantidad para realizar la actividad. El ejercicio moderado, de larga duración, toma energía de la reserva de calorías o depósitos de energía que hay en el cuerpo y que provocan obesidad, es decir, de la masa grasa, y las convierte en energía.

¿Y para el corazón y la presión arterial?

“En el corazón, el ejercicio físico aumenta la vascularización del tejido miocárdico y mejora las cifras de presión arterial sistólica”

En el corazón, aumenta la vascularización del tejido miocárdico, donde puede haber zonas con dificultad de riego si son territorios afectados por un infarto agudo de miocardio o una angina de pecho. La actividad física, pasados unos meses y un periodo de adaptación, aumenta la red de capilares del tejido miocárdico.

En cuanto a la hipertensión arterial, el ejercicio aporta beneficios por varios mecanismos: mejora la frecuencia cardiaca, también la elasticidad y la vasodilatación de las paredes arteriales. Y las cifras de presión arterial, ya el valor de la presión sistólica (máxima) pueden mejorar entre 10 y 20 mmHg, por lo que el ejercicio es un buen complemento para el tratamiento, una herramienta más para bajar las cifras de presión arterial. Lo que hay que hacer es un manejo global de la enfermedad que consta en un fármaco hipotensor, dieta hiposódica y el ejercicio físico.

En los últimos años, se ha hecho hincapié en que hacer ejercicio físico no significa necesariamente ir al gimnasio, sino que basta con caminar a paso ligero.

Es cierto, si se hace referencia a la actividad física que se realiza sin ir al gimnasio y que no requiere de un equipo deportivo para efectuarla. Esa forma de practicarlo tiene ventajas e inconvenientes. La única forma de bajar de peso y regular la presión arterial es el ejercicio aeróbico, de duración y cierta intensidad, como correr al trote, caminar o ir en bicicleta; este tipo de ejercicio es fácil y apropiado para personas con dificultades, mayores, con obesidad o problemas de artrosis en las extremidades inferiores; ya en esas condiciones, hay que evitar los impactos que se producen, por ejemplo, al correr.

Las personas mayores con que salgan a caminar ¿ya tienen suficiente?

“Si se pretende perder peso, es insuficiente caminar, hay que aumentar la actividad en la vida diaria”

No. Además de caminar, también deben hacer ejercicios de fuerza. Hace unos años era impensable esta recomendación. Pero ahora se sabe que, acorde a sus posibilidades, deben ejercitar la fuerza para preservar su autonomía personal. Tener fuerza en las extremidades inferiores es fundamental para que uno pueda caminar o levantarse de la silla. El esquema de las recomendaciones que se podría hacer en función de las diferentes patologías es más complejo. Ahora ya no solo es caminar 20 minutos al día, sino que hay que aconsejar más ejercicios, más horas y programas más complejos, porque se sabe que aporta más beneficios si se llevan a la práctica.

¿Hasta cuándo se recomienda practicar ejercicio físico? ¿Casi hasta el final de la vida?

Siempre que se pueda y hasta donde se pueda. Nadie animaría a un anciano a hacer ejercicio si no lo puede soportar. Pero siempre se aconseja a las personas su práctica, con independencia de su edad, y acorde a sus posibilidades y preferencias. De nada sirve recomendar una actividad fantástica, si una persona no la acepta, no le gusta o no tiene los medios para acceder a ella (aconsejar a una persona de una zona rural que haga natación, cuando no tiene una piscina a menos de 50 kilómetros a la redonda). A los ancianos se les recomienda que hagan una vida activa porque, desde el punto de vista médico, tiene numerosos beneficios. De hecho, las mejorías del entrenamiento son mayores o se notan más en quienes tienen una capacidad funcional más limitada que en alguien muy entrenado. Las personas más entrenadas consiguen una mejoría relativamente pequeña respecto a las personas en una situación física mala.

Aunque la cantidad de ejercicio recomendable para cada persona varía, ¿cuál sería la pauta general para la población?

Se sabe que, para mejorar los factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad, el sedentarismo, la diabetes, la hipertensión y la hipercolesterolemia, es suficiente con hacer una actividad física durante 20 minutos diarios cuatro o cinco días a la semana. Así ya se consiguen beneficios significativos de los factores de riesgo cardiovascular. Este ejercicio puede ser caminar a paso vivo, sin pararse para mirar escaparates. Pero, si lo que se pretende es perder peso, es insuficiente para quemar calorías y, en ese caso, hay que aumentar la actividad en la vida diaria.

¿Cómo se incrementa la actividad en el día a día?

Esto se puede hacer de muchas maneras, no solo con el entrenamiento, sino con las actividades habituales de otra forma: desplazarse a pie, realizar trabajos de limpieza o jardinería en casa, hacer excursiones caminando y no solo visitas en coche o en autobús, o apuntarse a una actividad lúdica como la danza. Esta actividad física, que se practica a lo largo de la jornada, es acumulativa y su efecto se añade a los 20 minutos de ejercicio aeróbico que se ha practicado. Y, aparte, se puede ir a correr o a nadar. Todo lo que se agregue es beneficioso para la salud y mejora la condición física. Si no se tiene tiempo para ponerse un chándal, hay que plantearse integrar el ejercicio físico a la vida cotidiana y agregar más tareas moviéndose, con el objetivo de evitar el sedentarismo.

Ejercicio físico en el espacio escolar

La epidemia de obesidad infantil es un problema de salud personal -para los afectados- y de salud pública -para la población general- que no para de aumentar. Las medidas impulsadas por las autoridades sanitarias han demostrado ser “incapaces de controlarla”, por lo que “desde diferentes ámbitos de la medicina se recomienda una intervención en el aspecto educativo, para introducir más clases de educación física activas, de manera que los alumnos no estén sentados en las aulas, recibiendo información sobre aspectos de la actividad física, sino que los lleven a un patio, pabellón o piscina y se muevan”, señala Pedro Manonelles.

“Hay que aprovechar los espacios escolares y los tiempos de escolarización para que los niños hagan ejercicio, porque lo que no hagan en el colegio, no lo harán fuera. El sedentarismo es un problema de gran calado que trasciende al niño y a los padres. Debemos asumir todos este reto que tenemos y, si no es así, seremos incapaces de controlar la epidemia de obesidad infantil, hipertensión y colesterol en niños, con unos índices muy preocupantes”, advierte Manonelles.

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