Sexo seguro en verano

En el periodo estival, que suele aumentar la libido y la disposición a tener encuentros sexuales, no hay que olvidar las medidas de prevención de las enfermedades de transmisión sexual
Por Montse Arboix 6 de agosto de 2014
Img sexo seguro verano hd
Imagen: artem_furman

Disponer de más tiempo libre y sufrir menos estrés, y los efectos que producen el sol y el calor en el organismo, hacen del verano un periodo propicio para los encuentros sexuales. Pero si no se toman las medidas de protección adecuadas, puede aumentar el riesgo de contraer una infección de transmisión sexual, un problema de salud que puede tener graves consecuencias. En este artículo se describen qué factores incrementan el riesgo de contraer una infección de transmisión sexual y cuáles son las recomendaciones para evitarlas.

El verano y las vacaciones aumentan la libido y las relaciones sexuales, y también con parejas esporádicas. Y, a tenor de los datos registrados en años anteriores, incrementa el riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se producen en el mundo 448 millones de nuevos casos de ITS curables (sífilis, gonorrea, clamidiasis y tricomoniasis) en adultos de 15 a 49 años. A esta cifra hay que incluir, además, las infecciones originadas por el VIH y las que todavía no disponen de tratamiento, como la hepatitis B o las verrugas genitales provocadas por el virus del papiloma humano (VPH), que puede llegar a ocasionar cáncer de útero.

Factores de riesgo en la conducta sexual

Las ITS se propagan, básicamente, a través del contacto directo con una lesión en los genitales o en la boca, la piel alrededor del área genital o con los fluidos corporales. Virus, bacterias y parásitos son los microrganismos causantes. Algunas infecciones producidas por virus también se pueden transmitir de madre a hijo durante la gestación y en el momento del parto, a través de transfusiones o trasplantes y mediante material punzante contaminado, como agujas o instrumental -como el que se usa para realizar piercings o tatuajes- reutilizado y sin esterilizar.

La depilación de las zonas íntimas puede aumentar el riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual

Pero, ¿qué se entiende por conducta sexual de riesgo? Es sencillo: es mantener relaciones con penetración (vaginal, anal u oral) sin la protección de un método de barrera, como el preservativo masculino o femenino, con una o más personas de las que no se conoce si pueden estar infectadas. No hay que olvidar que el herpes o el virus del papiloma humano se pueden transmitir por el simple contacto entre mucosas. También hay que tener en cuenta que la práctica habitual de depilación de las zonas íntimas puede aumentar el riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual, tal y como advierten desde la Asociación Española de Dermatología y Venereología (síntoma que se pudiera relacionar con una infección (prurito, aumento del flujo vaginal o uretral, úlceras genitales, tumefacciones en la zona inguinal o del escroto, o dolor en la zona baja del abdomen), hay que acudir cuanto antes al médico para, si es necesario, instaurar el tratamiento de forma precoz.

Las ITS sin tratamiento pueden provocar problemas de distinta gravedad, como infertilidad, deterioro de los órganos internos (cerebro, ojos, sistema cardiovascular, hígado, huesos y articulaciones) e, incluso, la muerte. La mayoría de las ITS disponen de tratamiento eficaz y no tienen secuelas a largo plazo si se tratan a tiempo. Otras, como la infección por el VIH o la hepatitis B, no se curan. Si la pareja es estable, los dos deberán seguir el tratamiento para erradicar la infección; si no, existe el peligro de reinfectarse mutuamente.

VIH en España

Según los datos epidemiológicos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, hoy en día viven en España entre 130.000 y 160.000 personas con infección por el VIH. Una de las razones por la que no se dispone de cifras concretas es que muchos desconocen su condición de infectados (un 30%). Esto supone un grave problema de salud pública, ya que los afectados no pueden beneficiarse del inicio precoz del tratamiento y porque aumenta el riesgo de que lo contagien a otras personas (el tratamiento disminuye en un 96% las posibilidades de transmitir la infección).

Cada año se diagnostican alrededor de 4.000 casos nuevos y muchos se realizan tarde, cuando el virus ya ha hecho estragos en el sistema inmunológico del afectado. La mitad son hombres que contrajeron la infección por mantener sexo sin protección con otros hombres.

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