Dormir con salud: ¿qué se esconde en la cama?

Colchones, almohadas y sábanas son el hábitat idóneo para multitud de ácaros, bacterias u hongos que pueden suponer un riesgo para la salud
Por Montse Arboix 12 de febrero de 2016
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Imagen: Maridav

Meterse en la cama después de un día duro, de trabajo o de estudio, es una gran recompensa. Pero para descansar con absoluta tranquilidad hay que considerar algunos factores que pueden afectar a la salud. Colchones, almohadas y sábanas son el hábitat idóneo para multitud de huéspedes, como ácaros, bacterias u hongos, que suponen un riesgo para las personas alérgicas. A continuación se dan las claves para asegurar una higiene correcta de almohadas, colchones y sábanas y se enumeran las medidas que pueden aplicar para mantener a raya a los temibles ácaros.

Nos pasamos un tercio de nuestra vida en la cama. Pero, ¿qué se esconde detrás de las sábanas o la almohada que tan confortablemente nos acoge? El dormitorio es el lugar idóneo para los ácaros del polvo doméstico (Dermatophagoides), unos arácnidos casi microscópicos que habitan en los materiales textiles -sobre todo, naturales- que acumulan polvo y que, con nocturnidad, salen a alimentarse de las escamas que se desprenden de la piel de las personas.

En realidad, el 70% del polvo doméstico son restos de piel humana. Por este motivo, todo aquello que esté revestido de tela se convierte en su lugar favorito para proliferar. Por poner un ejemplo: según los años que tenga una almohada, puede llegar a albergar incluso la sorprendente cifra de 10.000.000 de ácaros. Algunos estudios cifran, aunque no hay evidencia que lo demuestre, que la carga de arácnidos y sus heces podría suponer, incluso, un 10% del peso de una almohada o colchón.

Los principales factores ambientales que fomentan la aparición de ácaros son una temperatura entre los 25 ºC y los 35 ºC y una humedad relativa entre el 50% y el 60%. También la presencia de hongos facilita su desarrollo. Por ello, no es de extrañar que colchones, almohadas y sábanas sean un excelente hábitat para los ácaros, ya que les proporcionan, como mínimo ocho horas al día, las mejores condiciones de calor (de la traspiración de la persona que duerme), humedad y comida. Además, la mala costumbre de hacer la cama de inmediato, al poco de levantarse y sin ventilar, puede alargar estas condiciones hasta 16 horas más.

Cómo limpiar sábanas, colchones y almohadas

Para hacer frente a tal ejército de arácnidos, la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) sugiere que las habitaciones estén lo menos cargadas de objetos posible para que sean fáciles de limpiar, sobre todo si es el dormitorio de una persona alérgica. Insisten en que barrer y pasar el aspirador común (que por la parte posterior suelta el aire aspirado) fomenta la suspensión de aire con las partículas de los ácaros. Por ello, recomiendan el uso de aspiradores con filtros HEPA, que los retienen al máximo. También invitan a utilizar colchones macizos, como los de látex o viscoelásticos; los que tienen huecos, como los de muelles o de lana, facilitan la acumulación de ácaros. De la misma manera sucede con las almohadas y el resto de ropa de cama.

Una medida eficaz contra los distintos huéspedes es ventilar el dormitorio cada día con la cama sin hacer

Para frenar el contacto con estos peligrosos acompañantes del sueño, lo conveniente es utilizar siempre una funda protectora antiácaros para las almohadas y los colchones. Con el fin de reducir la carga de artrópodos hay que lavar las sábanas y las mantas una vez a la semana con agua caliente, a una temperatura que ronde los 60 ºC. Sin embargo, esto no los elimina, porque donde en realidad viven es en colchones y almohadas. Por este motivo, hay que aspirarlos a conciencia una vez al mes, como mínimo durante 10 minutos, y exponerlos al sol durante 30 minutos, dos o tres veces al año.

Otra opción para las almohadas es ponerlas también en la lavadora con agua caliente, aunque antes, para evitar estropicios, es mejor leer el etiquetado con cuidado. En el mercado existen sprays antiácaros para uso doméstico, pero su evidencia no está demostrada, tal y como señalan desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). También es posible acabar con ellos mediante congelación, pese a que no resulta fácil meter las almohadas en el congelador doméstico.

Por otro lado, hay que tener en cuenta los años de vida de almohadas y colchones. Como norma general, se recomienda cambiar de colchón cada 10 años aproximadamente, aunque depende del fabricante y las prestaciones del producto y, por supuesto, de los cuidados que se le hayan otorgado. En cuanto a las almohadas, se aconseja reemplazarlas cada dos años, no solo por los ácaros y la suciedad que pueden contener, sino por las modificaciones de la forma que sufren por el uso continuado y por la disminución del nivel de apoyo que brindan.

10 recomendaciones para dormir tranquilo

Los consejos que lanzan los expertos desde las distintas sociedades científicas se resumen en:

  • 1. Ventilar la habitación cada día con la cama sin hacer; en invierno basta con 10 minutos. Esto ayuda a que mueran los ácaros y desaparezcan las bacterias, pero hay que tener en cuenta que no se eliminarán su piel ni su exoesqueleto, ya que están adheridos a los textiles, y que suponen un peligro potencial para las personas alérgicas.
  • 2. Favorecer que entre la luz del sol en la estancia.
  • 3. Minimizar el uso de cortinas, papeles pintados, moquetas y alfombras, ya que facilitan el incremento de la población de ácaros. Si se opta por las cortinas, escogerlas ligeras, fáciles de lavar y hacerlo de forma frecuente.
  • 4. Utilizar fundas antiácaros para el colchón y las almohadas.
  • 5. Ventilar la ropa almacenada antes de ponérsela.
  • 6. Mantener el dormitorio libre de polvo poniendo especial atención detrás de los muebles y en los rincones. Si se emplea el aspirador, es preferible que lleve filtros HEPA.
  • 7. Evitar los juguetes de felpa en los niños alérgicos.
  • 8. No almacenar libros u objetos en el dormitorio, ya que predispone al acopio de polvo.
  • 9. Forrar con materiales sintéticos o con cuero los muebles tapizados con tela y evitar los cabeceros forrados de textil.
  • 10. En el dormitorio, mantener un nivel de humedad que no exceda los 50% y una temperatura entre 18 ºC y 20 ºC, aunque desde la Asociación Americana de la Medicina del Sueño (AASM) recomiendan que esté un poco fresco. Está demostrado que el uso habitual de deshumidificadores consigue resultados significativos.
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