Cómo limpiar los oídos sin dañarlos

El cerumen que se produce en el conducto auditivo externo tiene la función de limpiar, hidratar y proteger y no hay que retirarlo de manera sistemática
Por Montse Arboix 3 de marzo de 2017
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Imagen: VGeorgiev

El oído es un órgano muy sensible. Su principal misión es transmitir las ondas sonoras al cerebro. Para su correcto funcionamiento necesita unos cuidados adecuados pero, en ocasiones, la higiene que se practica en esta parte del cuerpo no es la más idónea. A continuación se describe qué función tiene la producción de cera en el oído y por qué está desaconsejado utilizar bastoncillos de algodón o cualquier otro objeto para su limpieza. También se aportan consejos sobre cómo cuidar el conducto auditivo externo.

En oído se compone de tres partes: el oído externo, el medio y el interno. Es esta última porción la que contiene los receptores de la audición y el equilibrio. El oído externo está formado por la parte externa (la oreja o pabellón auditivo) y una parte interna, el conducto auditivo externo. Su longitud es de unos 19-20 milímetros, aproximadamente, y termina en una membrana fina, elástica y semitransparente denominada membrana timpánica.

La principal función del oído externo es la de guiar y amplificar las ondas acústicas hacia el oído medio (membrana timpánica y los pequeños huesos martillo, yunque y estribo), a la vez que proteger el tímpano. El conducto auditivo externo está revestido por completo de piel y contiene unas glándulas ceruminosas cuya misión es la de secretar cerumen, sustancia que actúa como agente limpiador (retiene las escamas que se eliminan de la piel del conducto para, luego, evacuarlas), de lubricación (hidrata la fina capa córnea de la zona para evitar la sequedad, el picor y la descamación) y de protección (retiene partículas de polvo, suciedad y microorganismos).

Cómo limpiar los oídos

En la mayoría de las personas, la acumulación de cerumen en el oído se elimina de manera natural hacia el exterior del conducto, como por ejemplo, mediante la masticación, con el movimiento de la mandíbula. La cantidad de cera que cada uno produce viene determinada por la genética. Sin embargo, a veces puede depositarse en exceso, ya sea por demasiada producción o por una eliminación deficiente.

Para limpiar el oído, basta utilizar una toalla o una gasa humedecida y con el índice practicar movimientos circulares de forma superficial

A menudo, el aumento de producción de cera responde a causas ambientales, como permanecer en una zona polvorienta, o por llevar algún objeto introducido en él, como auriculares o audífonos. También demasiadas limpiezas pueden provocar un efecto rebote y originar una producción excesiva, a la vez que favorecer procesos inflamatorios y/o infecciosos. De la misma manera, la edad es un factor que hay que tener en cuenta: el aumento de producción junto con un defecto de eliminación por incremento de la pilosidad, asociado al envejecimiento, ocasiona que los ancianos sean más propensos a presentar tapones de cera.

Para limpiar el oído, basta utilizar una toalla o una gasa ligeramente humedecida y, con el dedo índice y con cuidado, practicar movimientos circulares, siempre de forma superficial. Los especialistas en otorrinolaringología ya hace años que aconsejan, ante todo, no introducir en el oído ningún objeto, incluidos los bastoncillos de algodón (hisopos), ya que puede ser peligroso.

Cuando se intenta limpiar el oído con un hisopo de algodón o una horquilla, por ejemplo, existe el riesgo de meter más la cera, que se va depositando en la parte más profunda, compactándola contra la membrana timpánica, pudiendo perforarla. Incluso si se introduce demasiado el objeto, podría lesionar el tímpano y las estructuras adyacentes y causar pérdida de audición temporal.

¿Tapón de cera?

Ante un posible tapón de cera o molestias en el conducto auditivo que no cedan, lo mejor es acudir al centro de atención primaria de referencia. Allí mediante el otoscopio se podrá determinar cuál es el problema y, si se trata de un tapón de cera, proceder a su extracción. Según el ‘Protocolo de extracción de tapones de cerumen mediante lavado ótico en Atención Primaria’, del Servicio Madrileño de Salud, antes de sacarlo, el médico o la enfermera valorarán la posibilidad de aplicar un preparado ótico.

Estas gotas se suministrarán entre 5-7 días, a dosis de 3-5 gotas, tres veces al día. Es importante que, cuando se apliquen, no se use algodón, puesto que absorbería el producto y no sería efectivo. Lo mejor es permanecer con la cabeza apoyada sobre el lado contrario de la cara al de instilación de las gotas y mover ligeramente el pabellón auditivo para facilitar su efecto. Si provoca dolor o escozor intenso e inmediato, hay que suspender el tratamiento y acudir de nuevo al centro de atención primaria.

Pasados los días indicados, el profesional sanitario extrae el tapón mediante el lavado del conducto.

Precauciones con el oído

En el protocolo madrileño, los especialistas señalan unos aspectos importantes que hay que tener en cuenta y que se resumen en los siguientes puntos:

  • Evitar maniobras instrumentales de limpieza y/o lavado demasiado frecuentes.
  • No es necesario el aseo de los oídos en general.
  • Si hay que limpiar, hacerlo solo en el pabellón auricular y la porción más externa del conducto auditivo, con el dedo índice y una gasa o un paño fino humedecido.
  • No introducir ningún tipo de objeto como bastoncillos de algodón.

    Y para evitar recurrencias de cerumen impactado se aconseja: no introducir champú, jabón o alcohol en el oído; si hay predisposición a otitis de la piscina, utilizar tapones plásticos adaptables; emplear reblandecedores de cerumen si se es propenso a la impactación; y, en ancianos, revisar el conducto auditivo al menos una vez al año.

    Exceso de limpieza, también en la ducha

    En nuestro país, una costumbre muy arraigada es ducharse cada día, o más, sobre todo en cuando el termómetro alcanza temperaturas muy altas. No obstante, los especialistas alertan de que utilizar mucho jabón no es demasiado apropiado. En caso de más de una ducha al día, limitar el uso de jabón a la primera y, en las posteriores, con pasarse una manopla sin jabón sería suficiente.

    Los especialistas en cuidado de la piel sugieren que el jabón más idóneo es aquel que más la respete: que no sea agresivo (por su poder detergente); que incluya extractos de aceite vegetales, como el aceite de oliva, el de almendras, el de germen de trigo o el de coco, que mantienen y regeneran el manto protector de la piel; y que, además, respete el PH de la piel, es decir, que el índice esté en alrededor del 5,5 y que no supere el 6,5.

    La piel está formada por diferentes capas y estratos, y uno de ellos es el manto lipídico que con su pH ligeramente ácido mantiene a raya los microorganismos que se encuentran en ella. La manera en que se aplica el jabón también puede representar una agresión para ella. Por eso se aconseja aplicarlo con el mínimo masajeo -con la mano o con una esponja- que permita retirar la suciedad.

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