Obesidad

La enfermedad de las sociedades "ricas"
Por EROSKI Consumer 16 de julio de 2002

Típica de países desarrollados, la obesidad es una enfermedad crónica cuya incidencia aumenta día a día. En España el 13,4% de la población es obesa y el 19,3% padece de sobrepeso, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO). El perfil de un obeso español es el de una mujer de nivel socioeconómico y cultural bajo, que reside en un núcleo urbano pequeño o de ámbito rural.

¿Qué es la obesidad?

¿Qué es la obesidad?

En todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el nivel de obesos alcanzará en 2005 al 18% de los varones y al 24% de las mujeres. Actualmente se contabilizan 250 millones de personas en todo el mundo que padecen la enfermedad y se prevé que la cifra alcance los 300 millones en 2025. El nivel de crecimiento de esta enfermedad es tan elevado que desde los años 80 se ha duplicado la proporción de obesos en el mundo.

La obesidad es la enfermedad más habitual en los países desarrollados

La obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por un exceso de grasa, que a su vez se traduce en un aumento del peso. Se trata de la enfermedad más habitual en los países desarrollados. El país con mayor índice de obesos es Estados Unidos, seguido de Alemania, Polonia y Hungría. Entre los países con menor nivel de obesos crónicos se encuentran Australia, los Países Bajos, Suecia, Francia y Bélgica. Es importante, según Monserrat Barbany, secretaria y portavoz de SEEDO que los pacientes que sufren esta enfermedad “sean conscientes de que es una dolencia crónica, es decir para toda la vida, por lo que el enfermo, primero debe reconocer su enfermedad”.

La doctora Barbany identifica la obesidad con la diabetes, pues quien padece un serio sobrepeso no muere a consecuencia de ello, pero al igual que ocurre con la diabetes, la obesidad se sufre toda la vida. De ahí que los enfermos de obesidad deban concienciarse de que su enfermedad es crónica y de la necesidad de adquirir “buenos hábitos alimenticios y hábitos de ejercicio físico programado que deben mantener toda su vida”.

Por otro lado, la portavoz de la SEEDO advierte de que nadie está asegurado contra la enfermedad, ya que “un embarazo, una enfermedad o un cambio hormonal pueden provocar cambios que desemboquen en una obesidad crónica. De ahí que en general la sociedad deba respetar ciertas normas alimenticias”.

Circunstancias determinantes

Factores que influyen

Circunstancias determinantesQue una persona se convierta en obesa no depende sólo de comer mucho o seguir unos malos hábitos de alimentación. También hay otro grupo de circunstancias que influyen en la aparición de la enfermedad y en su desarrollo. Según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), aunque todavía no están determinados todos los factores que intervienen en esta dolencia sí se ha detectado un grupo de condicionantes que la favorecen.

Por un lado, los especialistas de SEEDO consideran el factor genético como un elemento clave en el desarrollo de esta enfermedad. Otro factor fundamental es el denominado ambiental y cultural y que identifica obesidad con salud y delgadez con muerte. En el caso español esta identidad se produce por la eclosión de la tuberculosis a principios del siglo XX y por la Guerra Civil Española, en la que la carencia de alimentos marcó a toda una generación.

Un factor propio de las sociedades desarrolladas implicado en la obesidad es el sedentarismo

Esta memoria histórica ha dado como resultado un interés por parte de los padres a la sobrealimentación de los niños que ha generado adultos obesos. Todavía hoy la visión de un niño gordito es sinónimo de niño saludable. No obstante la SEEDO ha detectado un cambio sustancial en la percepción de la gordura o la delgadez. Actualmente se identifica la delgadez con el éxito social hasta el punto que se producen distorsiones que provocan enfermedades como la anorexia.

Un tercer factor que aparece implicado en la obesidad es el sedentarismo, propio de las sociedades desarrolladas. El tipo de vida que desarrolla una persona en la sociedad actual elimina la mayor parte de los esfuerzos corporales, por lo que no se produce gasto energético. Para combatir este sedentarismo, la SEEDO recomienda, no sólo un ejercicio físico moderado, sino también las pequeñas actividades de la vida cotidiana (hacer la compra, subir las escaleras andando, la actividad de la casa). En muchas ocasiones el aumento de peso también se deriva de otras enfermedades o por la ingesta de determinados medicamentos como los antidepresivos o los anticonceptivos.

Causas habituales de la enfermedad

La obesidad, cuando no es una enfermedad genética o desarrollada desde la infancia, puede adquirirse por varias causas. En el caso de las mujeres es habitual desarrollar la enfermedad o un aumento importante de peso después de un embarazo y del periodo de lactancia, ya que en muchos casos se produce un cambio en los hábitos alimenticios y un incremento en las dosis de alimentos. Es frecuente escuchar la frase de “he de comer por dos”. En realidad, durante el embarazo las necesidades energéticas de una mujer aumentan sólo entre 250 y 300 kcal por día.

Durante la lactancia las necesidades aumentan en 500 kcal por día. Este proceso de natalidad se suma al reposo habitual que experimenta una mujer tras el parto, por lo que es un periodo que fácilmente puede degenerar en un aumento de peso. También para las mujeres es un punto de inflexión la primera menstruación (menarquia), ya que el durante esta etapa se producen importantes cambios hormonales.

Por otro lado existen otras causas que afectan a ambos sexos, como el abandono del tabaco, la supresión de actividad física o una intervención quirúrgica. En el primero de los casos, la ansiedad que suscita abandonar el tabaco se suple con un incremento en la ingesta de alimentos. El aumento de peso en estos casos varía entre los 3 y los 10 kilos, en función de la persona.

También es habitual que aparezca un exceso de peso en personas que durante años han desarrollado una importante actividad física (deportistas o jóvenes que al llegar a la edad adulta pierden los hábitos deportivos). El aumento de peso en estos casos viene no sólo por la reducción del ejercicio, sino porque se mantienen los hábitos alimenticios de un deportista, a pesar de la reducción de las necesidades del cuerpo.

En cuanto a las intervenciones quirúrgicas es habitual que tras someterse a una de ellas el cuerpo permanezca en reposo durante una temporada, lo que favorece el aumento de peso.

Origen de otras enfermedades

Origen de otras enfermedades

El exceso de peso no es sólo un problema en sí mismo. Una persona con peso mucho mayor del que le corresponde está sometida a factores de riesgo que pueden desencadenar otras enfermedades. Las más habituales son las cardiopatías, además de problemas óseos derivados de un sobreesfuerzo. Según la SEEDO, enfermedades como la diabetes no insulinodependiente, la hipertensión arterial, el aumento del colesterol, las enfermedades respiratorias o las alteraciones óseas están relacionadas con el aumento de peso.

De hecho, la Federación Mundial del Corazón ha realizado una llamada de emergencia sobre las altas cifras de obesidad en el mundo y su consecuencia en las enfermedades del corazón. En un comunicado del pasado mes de junio esta Federación, compuesta por 166 sociedades y fundaciones de cardiología de 97 países, se recordó que el sobrepeso incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, causa directa de una de cada tres muertes anuales en el mundo.

Según la Federación, “la obesidad multiplica por 12 la mortalidad en las personas entre 25 y 35 años e incrementa los riesgos de aparición de diabetes, uno de los principales factores de enfermedad cardiaca y de accidente cerebrovascular”. Por todo ello es importante que una persona que detecta un incremento en su peso de forma anómala tome las medidas oportunas para reducirlo y por tanto eliminar el riesgo de otras enfermedades.

Tratamiento

Para adelgazar no es suficiente con hacer una dieta más o menos conocida. Según los responsables de SEEDO, el tratamiento de la obesidad es un conjunto de terapias que unidas deben favorecer la pérdida de peso. La primera de las acciones que debe emprender un enfermo es un cambio en sus hábitos de alimentación y el seguimiento de una dieta baja en calorías. Esta dieta debe estar aconsejada por un médico, pues debe ser equilibrada y adecuada a los gustos y costumbres del enfermo de tal manera que no se convierta en un suplicio.

El enfermo debe sentir placer alimenticio y hay que ofrecerle una dieta variada, que no le aburra y que facilite su seguimiento. Junto a esta dieta, los responsables de SEEDO aconsejan la práctica de algún deporte o ejercicio físico. La intensidad de este deporte debe estar también marcada por el propio médico. En los casos de obesidad elevada el simple hecho de pasear 20 minutos supone un ejercicio suficiente. Los especialistas en obesidad han detectado que ciertos hábitos de la vida cotidiana son tan saludables como una práctica deportiva controlada. De ahí que se hagan recomendaciones como pasear después de comer, evitar el ascensor, hacer la compra andando y sin utilizar el vehículo o bajarse del autobús una parada antes de lo previsto.

En el tratamiento de la obesidad como enfermedad es también importante el apoyo psicológico. Este apoyo viene tanto por parte del médico, como del entorno familiar. La persona que se debe someter a una dieta, a cambios en sus hábitos e, incluso, a un nuevo estilo de vida, debe recibir el apoyo de los que le rodean. La ayuda puede consistir en que toda la familia se implique, o simplemente, en no someterle a tentaciones alimenticias. Es importante que el obeso reconozca que padece una enfermedad. Como cualquier otro enfermo debe seguir un tratamiento y ser consciente de su dolencia, de las causas que la provocan y de las soluciones que la medicina pone a su disposición, pero sin olvidar que se trata de una enfermedad crónica.

El tratamiento de la obesidad en los casos más drásticos puede incluir el uso de fármacos, siempre bajo prescripción médica e, incluso la cirugía encaminada a reducir el tamaño del estómago.

Obesidad infantil

Obesidad infantil

Mención especial merece la obesidad en niños y adolescentes, ya que el número de niños obesos determinará el número de adultos obesos y de enfermos crónicos. Con los datos en la mano, en Estados Unidos más del 25% de los niños y adolescentes tenía problemas de sobrepeso en 1994, mientras que en 1974 este porcentaje era del 15%. En Brasil se ha pasado del 4% de obesidad en jóvenes en 1974 al 14%. Por su parte, en España, según datos presentados en el V Congreso Nacional de la SEEDO, celebrado en noviembre del pasado año, la obesidad afecta al 13,9% de los niños y jóvenes y el sobrepeso se ha detectado en el 12,3% del mismo sector de población.

Estos datos afectan sobre todo a los niños entre 6 y 12 años. El estudio también reveló que la prevalencia de la obesidad es superior en hombres (15,6%) que en mujeres (12%). Este estudio se realizó a partir de una encuesta a 5.500 personas de entre 2 y 24 años de edad.

Para evitar que un niño se convierta en obeso es imprescindible la implicación de los padres

Las causas de la obesidad infantil se han relacionado de forma directa con los hábitos alimenticios de los niños: exceso del consumo de bollería industrial, consumo de embutidos con mucha frecuencia, exceso de sedentarismo, con especial incidencia de la televisión y falta de sueño. Así, los niños y jóvenes que duermen una media de más de 10 horas al día tienen menos riesgo de convertirse en obesos, frente a los que duermen menos de 7 horas.

Según uno de los autores del informe, el profesor Lluís Serra, catedrático de Medicina Preventiva “la obesidad es mayor en niveles socieconómicos y de estudios más bajos, así como entre personas que no desayunan o desayunan mal”. Por zonas geográficas, Canarias y el sur de Andalucía son las zonas que presentan mayor número de obesos infantiles, mientras que Levante es la que menor proporción de obesos tiene. El centro y el norte de España se encuentra en torno a la media.

Para evitar que un niño se convierta en obeso es importante conseguir una alimentación adecuada, la práctica de ejercicio físico y cierta terapia que cambie la conducta a la hora de comer. Y es imprescindible la implicación de los padres e, incluso, en ocasiones, es necesario que estos cambien sus hábitos ya que los hijos tienden a identificarse e imitar a sus progenitores.

En el caso de los niños y adolescentes, junto a las enfermedades cardiovasculares o diabéticas se suma el efecto que el sobre peso puede tener en los huesos, ya que un exceso de peso durante el periodo de crecimiento puede dar una malformación ósea.

Consejos para seguir una dieta.

  1. Acuda a un médico para que le oriente
  2. Pacte con su médico unos objetivos alcanzables
  3. Realice 5 comidas al día
  4. Planifique de antemano lo que se va a comer, sobre todo en fiestas
  5. Si va a preparar las comidas de toda la semana, hágalo cuando no tenga hambre
  6. Vaya a la compra con una lista cerrada
  7. Establezca un horario fijo para las comidas
  8. Coma sentado y sin prisas
  9. Intente comer siempre en el mismo sitio
  10. Utilice platos pequeños
  11. Mastique lentamente
  12. No coma dos cosas a la vez
  13. No realice otras tareas mientras come (TV)
  14. Beba entre 1,5 y 2 litros al día de agua
  15. No pique entre horas
  16. Pésese cada 7-15 días y no cada día
  17. Busque apoyo en la familia
  18. Haga una dieta variada y equilibrada
  19. Evite fritos y rebozados
  20. Utilice condimentos
  21. Intente ser creativo en la cocina y apartarse de la monotonía
  22. Evite aportes calóricos sin valor nutritivos (refrescos, alcohol)
  23. Complete la dieta con ejercicio físico adaptado a cada estado
  24. Busque un lugar cómodo para hacer ejercicio
  25. Practique un ejercicio que le sea agradable y variable
  26. Recuerde que perder entre medio y un kilo por semana es lo saludable

Consejos para una dieta infantil

  1. Debe participar toda la familia
  2. Las comidas deber ser agradables para el niño
  3. La dieta ha de ser variada e incluir todos los nutrientes. El niño debe estar bien alimentado, pero con las proporciones adecuadas
  4. El niño debe realizar ejercicio programado, incluyendo el llamado “ejercicio de vida cotidiana”, como acudir al colegio andando siempre que sea posible.
  5. Hay que evitar el sedentarismo de los pequeños y controlar las horas que pasan ante el televisor, videoconsola u ordenador.
  6. Para merendar, mejor un bocadillo que bollería industrial
  7. Evitar en la medida de lo posible las comidas entre horas. Implicar a los profesores y, en función de la edad, a los compañeros y amigos.
  8. Alentar al niño y animarlo con objetivos alcanzables.
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