Disfunción sexual femenina

Un 40% de las mujeres presenta cierto grado de disfunción sexual que provoca insatisfacción y mala calidad de vida
Por Montse Arboix 14 de mayo de 2007
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Imagen: Lazy Lightning

De la misma manera que los hombres, las mujeres pueden tener dificultades en el ámbito sexual con sus parejas. Los últimos datos revelan que aproximadamente el 33% de las mujeres de entre 18 y 59 años y en el 45% de las mujeres tras la menopausia pueden presentar disfunción sexual. En el último Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer, que se acaba de celebrar en Madrid, se ha presentado la primera Guía Disfunción Sexual Femenina de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia. Su objetivo, ayudar a ginecólogos y médicos de familia a combatir los problemas de disfunción más prevalentes en la sociedad española.

Todavía hay más hombres que mujeres que acuden a la consulta del especialista por problemas sexuales. Aunque existe una alta incidencia de disfunciones sexuales solamente un 10% solicita ayuda médica o psicológica y de este 10%, las mujeres representan sólo el 25%. El problema de la disfunción sexual femenina (DSF), apenas conocida e investigada hasta ahora, está cambiando de tercio. Pese a todo, los últimos datos recogidos señalan que aproximadamente el 40% de ellas sufre estos problemas en silencio.

Los expertos recomiendan, para un diagnóstico adecuado y un tratamiento certero, el abordaje multidisciplinar, aunque la causa sea estrictamente fisiológica. La primera guía española para la DSF va dirigida a ginecólogos y médicos de atención primaria con el fin de ayudar en el tratamiento repasando aspectos como fisiología, epidemiología y clasificación, y enfermedades y fármacos que afectan a la sexualidad femenina.

Motivos psicológicos

Estudios recientes califican en un 33% las mujeres de entre 18 y 59 años que sufren disminución de deseo sexual y el origen, revelan, puede ser psicológico, hormonal o ambos. Durante el Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer (SAMEM), Charo Castaño, psicóloga-sexóloga de la Unidad de Disfunción Sexual del Instituto Palacios de Salud y Medicina de la Mujer y coordinadora del Grupo de Sexualidad de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), ha declarado que la falta de deseo sexual en la mujer es una de las disfunciones más frecuentes en las consultas de ginecología y sexología.

Con la perimenopausia, muchas mujeres experimentan cambios relacionados con la falta de lubricación, disminución de sensibilidad o dolor durante el coito

Además, el trastorno del deseo sexual hipoactivo acarrea en la mujer más ansiedad que los trastornos relacionados únicamente con el orgasmo. Los expertos señalan que la relación de las alteraciones hormonales con la DSF es muy significativa ya que determinan el deseo sexual. Los cambios sobrevenidos con la perimenopausia o durante la menopausia, a veces, si se trata de una disfunción biológica, pueden tratarse farmacológicamente. En esta época, muchas mujeres experimentan cambios relacionados con la falta de lubricación, disminución de sensibilidad o dolor durante el coito.

Aunque las hormonas no se llevan el protagonismo exclusivo; los datos recogidos por los expertos también revelan que en la pérdida de deseo influyen factores psicológicos, tanto individuales como de pareja. Entre los individuales: estados depresivos, ansiedad y angustia; entre los de pareja: sentimiento de obligación ante el sexo, la saturación sexual, la preocupación de los hombres de estar a la altura y la frustración orgásmica en la mujer, la diferente evolución de los códigos sexuales con los años o los conflictos de pareja.

Fumar y sexo, mala combinación

Una de las conclusiones a las que se ha llegado en la última edición del SAMEM es que fumar provoca, aparte de entidades tradicionalmente masculinas como cáncer de pulmón y patologías cardiovasculares, arteriosclerosis. Este engrosamiento y endurecimiento de la pared de las arterias provoca, a su vez, una disminución del riego sanguíneo que se traduce en más riesgo de sequedad vaginal y atrofia vaginal.

De la misma forma, fumar avanza la edad de la menopausia y provoca una reducción del nivel de estrógenos que agravan la falta de deseo sexual en la mujer o trastorno del deseo sexual hipoactivo. La falta de deseo sexual es una de las patologías sexuales más habituales. Y las que más empeoran la calidad de vida. Los especialistas reunidos han apuntado que existe una importante correlación entre los síntomas premenstruales y los de abstinencia nicotínica.

El efecto que tiene la nicotina sobre el peso y el control del apetito y la falta de conciencia sobre los riesgos de esta adicción dificulta la decisión de abandonar el hábito tabáquico. Ellas, con mayor adicción que los varones, presentan mayores síntomas del síndrome de abstinencia al dejar de fumar debido a que fuman por la sensación de alivio que relatan frente a presiones psicológicas y de estrés. Por todo este paquete de motivos, y según el último estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas CIS a finales del 2006, más del 50% de las mujeres que dejan de fumar fracasa en el intento.

FÁRMACOS QUE ENTORPECEN

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Es cierto que muchos medicamentos entorpecen la sexualidad, tanto en hombres como en mujeres. Algunos antidepresivos y los fármacos que combaten las alergias (antihistamínicos) y las pastillas anticonceptivas reducen la lubricación vaginal, así como el alcohol, el tabaco y la marihuana. Entre los que disminuyen el deseo sexual en la mujer se encuentran los antihistamínicos, los barbitúricos (muy utilizadas para tratar el insomnio, la ansiedad, la tensión nerviosa y la epilepsia, entre otras), la cimetidina (que reduce la cantidad de ácido producido por el estómago), la espironolactona (para eliminar líquido usada para tratar la hipertensión y la retención de líquido provocadas por diversas condiciones). Los antidepresivos tricíclicos, la clorpromacina (fármaco antipsicótico) y la administración de estrógenos también formarían parte de este grupo.

Del mismo modo los antidepresivos tricíclicos y los corticoides pueden provocar empeoramiento relacionado con la excitación y el orgasmo. Por otra parte está documentado que algunos podrían aumentar el deseo sexual, como los andrógenos, algunos ansiolíticos y las benzodiacepinas, éstas últimas utilizadas por su efecto hipnótico, ansiolítico, antiepiléptico o como relajante muscular. La mayoría de estos fármacos pueden utilizarse en dosis menores sin que pierdan el efecto terapéutico o se puede buscar uno alternativo que no repercuta sobre la sexualidad. El especialista, en todo caso, es la única persona que puede recomendar los cambios pertinentes.

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