El corazón de las mujeres

Estudios efectuados en pacientes con insuficiencia cardiaca apuntan que existen características diferenciales entre ambos sexos
Por Teresa Romanillos 10 de diciembre de 2007

La idea de que la mujer tiene un menor riesgo de sufrir dolencias cardiacas ha condicionado la infrautilización de técnicas diagnósticas así como tratamientos de eficacia probada. En algunos estudios ya se ha constatado que las mujeres reciben con menor frecuencia la medicación apropiada y que se les realizan menos exploraciones. Por este motivo, el conocimiento de la insuficiencia cardiaca en mujeres es escaso. Ahora, un reciente estudio aporta más información sobre la influencia del sexo en esta entidad.

Un estudio efectuado en la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca en Murcia aporta más información sobre la influencia del sexo en la insuficiencia cardiaca. Sobre todo, relacionado con el sexo femenino. Se estudiaron 412 pacientes (157 mujeres y 255 varones) dados de alta con el diagnóstico de insuficiencia cardiaca (IC), registrando la evolución de variables clínicas, analíticas, ecocardiográficas y terapéuticas, durante una media de 20 meses.

Más y peor

Las mujeres presentaron mayor número de ingresos previos a la insuficiencia cardiaca a mayor edad. También se verificaron mejores parámetros de función sistólica del ventrículo izquierdo en ellas, aunque las tasas de mortalidad y de reingresos hospitalarios fueron similares en ambos sexos. Asimismo, el estudio constata que las mujeres hospitalizadas por insuficiencia cardiaca presentan un perfil clínico diferente, que conlleva un manejo terapéutico distinto.

Investigaciones previas ya apuntaban que las mujeres con insuficiencia cardiaca son más mayores, tienen más enfermedades asociadas, están infradiagnosticadas y peor tratadas que los hombres. El pronóstico de la IC parece ser mejor en mujeres aunque no se conoce el motivo. Una posible explicación sería que, en igualdad de condiciones de función ventricular izquierda, las mujeres con IC presentan menos afección ventricular derecha. Además, en individuos sanos, la fracción de eyección del ventrículo (que mide el volumen de sangre que el ventrículo expulsa durante el periodo de contracción) derecho es claramente superior en mujeres, mientras que la del ventrículo izquierdo es similar en ambos sexos.

Trabajos experimentales han comprobado que los animales hembras responden mejor a las sobrecargas de volumen y de presión desarrollando hipertrofia ventricular concéntrica, mientras que los machos desarrollan dilatación del ventrículo izquierdo y tienen una mayor mortalidad. Una posible explicación a esta evidencia sería que el corazón femenino quizás esté preparado para soportar la sobrecarga de volumen y de presión que sobrelleva durante el embarazo.

Embarazo y corazón

Las mujeres con IC son de mayor edad, tienen más enfermedades asociadas, están infradiagnosticadas y peor tratadas que los hombres

El corazón de las mujeres está sometido, durante el embarazo y el parto, a una situación de grandes cambios, a nivel anatómico y fisiológico. Durante la gestación se produce un aumento del volumen sanguíneo, que se multiplica por dos. El corazón se adapta a esta sobrecarga aumentando el gasto cardíaco (cantidad de sangre que recorre el sistema circulatorio en un minuto). A nivel funcional, se incrementa la frecuencia cardiaca, el volumen de eyección, la contractilidad y hay una reducción de las resistencias vasculares periféricas (por vasodilatación y por la interposición de un circuito de baja resistencia como es la placenta). Morfológicamente se da hipertrofia con aumento de diámetro de ambos ventrículos.

Durante el parto, el corazón está sometido a un estrés adicional, ya que cuando el útero se contrae grandes cantidades de sangre pasan al aparato circulatorio materno. Esto ocasiona cambios en la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca. En un estudio efectuado en el Departamento de Biología Reproductiva de la Universidad de Cleveland (Ohio, EE.UU.), se evaluaron las adaptaciones cardiovasculares de 30 mujeres durante el embarazo (15 en un primer embarazo y otras 15 en un segundo embarazo), revelando que el remodelado vascular empieza pronto durante la gestación y persiste hasta un año después del parto. En embarazos siguientes, los cambios son todavía más acusados. Los autores creen que la persistencia de estos cambios es beneficiosa a largo plazo para la salud cardiovascular de la madre.

Curiosamente estos cambios hemodinámicos durante el embarazo se asemejan a los que ocurren en los deportistas. Por este motivo, cabe suponer que estos puedan ser beneficiosos; el embarazo sería una especie de entrenamiento que dejaría al corazón mejor preparado para resistir problemas futuros.

También se ha confirmado la presencia de cardiomiocitos XY en el corazón de mujeres que habían tenido hijos varones. Aunque el significado de este hallazgo aún no está claro, los expertos manifiestan que quizás durante el embarazo se produzca un cierto rejuvenecimiento del corazón, con el consiguiente beneficio a la hora de afrontar un problema futuro. Pese a que el corazón se adapta con éxito al embarazo, no siempre es así. La miocardiopatía del embarazo, insuficiencia cardiaca que se desarrolla en el último mes del embarazo o en los cinco meses siguientes al parto, es una enfermedad grave. Aunque cerca del 30% de las pacientes se recuperan espontáneamente, el resto desarrollan insuficiencia cardiaca que puede precisar de trasplante.

ENFERMEDAD EN LA MUJER

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La enfermedad cardiovascular (ECV) es la principal causa de muerte en las mujeres de los países desarrollados. Este hecho se contrapone a la creencia clásica de que ellas están protegidas frente a las ECV. Si bien es cierto que la aparición de enfermedad coronaria en la mujer premenopáusica se retrasa entre 10 y 15 años respecto al varón, hacia la séptima década de la vida se iguala para ambos sexos. Además, en la mujer, la mortalidad por ECV supera a la que provocan las siete siguientes causas de muerte de forma conjunta y todos los tumores malignos.

Y, a pesar de que la cardiopatía isquémica está disminuyendo en los varones, su incidencia permanece estable en las mujeres. Además del distinto comportamiento en la insuficiencia cardiaca, ser mujer influye en la prevalencia y las características de la enfermedad valvular reumática y del prolapso de la válvula mitral, entre otras. Asimismo, también se ha verificado la distinta actuación en las valvulopatías degenerativas, como en la estenosis aórtica, en que la severidad de la calcificación y la afectación de la función ventricular son diferentes.

En las arritmias también hay diferencias. Las mujeres tienen una frecuencia cardiaca basal más elevada y una menor incidencia de muerte súbita, y los varones presentan más fibrilación auricular, síndromes de preexcitación y taquicardia ventricular. Dado que las enfermedades cardiovasculares la mujer merecen consideraciones específicas, recientemente se han adoptado políticas con el fin de estimular su inclusión en ensayos clínicos. Cabe esperar que iniciativas como las campañas ‘Go Red for Women’ de la American Heart Association, ‘Women at Heart’ de la Sociedad Europea de Cardiología y la creación de un grupo de trabajo específico en la Sociedad Española de Cardiología para las enfermedades cardiovasculares de las mujeres, logren mejorar el panorama actual.

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