Avances en el tratamiento de la esclerosis múltiple

Los nuevos agentes biológicos mejoran la clínica y mantienen a un 37% de los pacientes libres de enfermedad
Por Jordi Montaner 17 de enero de 2010
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Imagen: Wikimedia

La esclerosis múltiple es una enfermedad en la que el sistema inmune desencadena un ataque sistémico que daña la protección de las células nerviosas (vaina de mielina). Esta circunstancia ocasiona una reacción inflamatoria persistente y degenerativa en el sistema nervioso central. La prevalencia de esta patología en España oscila entre 70 y 80 casos por cada 100.000 habitantes (más de 30.000 afectados), dos de cada tres son mujeres.

La esclerosis múltiple es más frecuente en la tercera década de vida. Los pacientes sufren desde muy jóvenes los signos de esta enfermedad y deben tratarse durante toda la vida, que se puede acortar entre cinco y siete años. «De ahí la importancia de instaurar un tratamiento precoz para frenar desde el inicio el proceso inflamatorio del sistema nervioso central, la pérdida de mielina (substancia que recubre las neuronas) y evitar, en lo posible, la degeneración de los axones (prolongación filiforme de la neurona por la que transmite impulsos nerviosos)», explica Txomin Arbizu, de la unidad de esclerosis múltiple del Hospital de Bellvitge (Hospitalet de Llobregat, Barcelona).

Agentes biológicos

Hoy en día, para tratar la enfermedad los neurólogos recurren al interferón beta-1a intramuscular o al natalizumab, un anticuerpo monoclonal que antes había demostrado su eficacia en otra enfermedad autoinmune: la enfermedad de Crohn. Hasta ahora, los tratamientos de primera línea protegían entre un tercio y la mitad de los brotes, pero se estima que en la actualidad es posible disminuir hasta un 70%. En la LXI Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología (SEN), expertos nacionales han constatado que con nuevos agentes biológicos es posible una mejoría de diferentes parámetros clínicos de la esclerosis múltiple y mantener a un 37% de los pacientes libres de enfermedad.

No obstante, según Arbizu, todavía hay mucho camino por recorrer: «Lo fundamental es conocer la causa de la enfermedad». El especialista propugna avanzar en el conocimiento epigenético de la esclerosis múltiple y en la identificación de factores medioambientales involucrados en el origen o causa de su desarrollo, como los desequilibrios en el aporte de vitamina D, infección por virus de Epstein-Barr, herpesvirus o hábitos tóxicos como alcoholismo o tabaquismo. Esta identificación «mejoraría el partido que sacamos del actual arsenal terapéutico y ayudaría a los pacientes a tener una mejor calidad de vida».

Un paroxismo nervioso

Las fibras nerviosas que entran y salen del cerebro están envueltas por una membrana aislante que permite la conducción de los impulsos eléctricos a lo largo de toda la fibra y les confiere velocidad y precisión. Sin esta mielina, los nervios están desprotegidos y sus impulsos se transmiten de forma inadecuada. En circunstancias normales, la vaina de mielina es capaz de repararse y regenerarse por sí misma, pero en la esclerosis múltiple tiene lugar una desmielinización extensa y continuada que acaba por dañar los nervios de forma irreversible.

Los síntomas y signos neurológicos son tan variables, que tanto los pacientes como los médicos pueden pasar por alto el diagnóstico

En la enfermedad se forman, de manera progresiva, zonas desmielinizadas en los nervios del ojo o la médula espinal. Los síntomas y signos neurológicos son tan variables, que tanto los pacientes como los médicos pueden pasar por alto el diagnóstico. Si bien el curso de la enfermedad empeora con el tiempo, las personas afectadas pasan por periodos de salud más o menos buenos (remisiones), que se alternan con brotes incapacitantes (exacerbaciones).

En la esclerosis, se conoce más de los factores hereditarios que de los ambientales. Alrededor del 5% de las personas enfermas tiene un hermano con la misma afección y el 15% sabe de algún familiar más lejano que la padece. Los síntomas iniciales más frecuentes son: hormigueo, entumecimientos u otras sensaciones peculiares en extremidades, tronco o cara.

Algunas personas sólo desarrollan síntomas en los ojos y pueden experimentar trastornos como visión doble, ceguera parcial o dolor localizado en un ojo, visión nublada y pérdida de la visión central (neuritis óptica). Otros síntomas iniciales se manifiestan mediante ligeros cambios emocionales o mentales, que irrumpen meses o años antes de que se haya diagnosticado la esclerosis múltiple.

Es una enfermedad de curso variado e impredecible, que en ocasiones origina síntomas aislados y durante meses o años carece de otros síntomas. También puede ocurrir que estos empeoren y se generalicen al cabo de semanas o meses.

Variaciones climáticas

Se desconocen las causas, pero la esclerosis múltiple se manifiesta en 1 de cada 2.000 individuos que pasan la primera década de su vida en climas templados y sólo en 1 de cada 10.000 nacidos en climas tropicales. Entre los niños que viven sus primeros 10 años en países muy próximos al ecuador, la enfermedad casi nunca se registra. Lo lógico sería pensar que el calor protege, pero se conoce que los síntomas del paciente con esclerosis múltiple pueden acentuarse debido a un exceso de calor (por un clima muy cálido o por baños o duchas calientes), incluso por una fiebre.

Se han descrito recidivas espontáneas de la enfermedad tras una infección por gripe. Los síntomas agudos pueden controlarse con la administración de corticosteroides durante breves periodos.

La infección por el virus linfotrópico de células T humanas (HTLV), que se registra en países tropicales, causa también una desmielinización en la médula espinal (mielopatía asociada a infección). Como la esclerosis múltiple, empeora con los años y, de manera gradual, provoca espasticidad y debilidad en las piernas y deteriora las funciones de la vejiga urinaria y los intestinos.

Por una vida activa

Los expertos insisten en que las personas con esclerosis múltiple pueden llevar una vida activa pese a cansarse con facilidad y no poder cumplir con demasiadas obligaciones. Los ejercicios practicados con regularidad, como la equitación, bicicleta estática, paseos, natación y estiramientos reducen la espasticidad (hipertonía muscular que se manifiesta por espasmos) y contribuyen a mantener una salud cardiovascular, muscular y psicológica en buen estado.

La fisioterapia puede contribuir al mantenimiento del equilibrio y la capacidad de deambulación, al tiempo que reduce los espasmos musculares y la debilidad.

GRIPE A

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En los pacientes con esclerosis múltiple, la gripe implica complicaciones si se padecen patologías de base asociada, la enfermedad se halla en estado muy avanzado o se administran determinados medicamentos. En estos enfermos, es conveniente una vacunación preventiva contra la gripe vulgar y, este año, contra la gripe A H1N1; esta medida es fundamental si los pacientes afrontan una inmunosupresión causada por el tratamiento y según la gravedad y/o permanencia de los síntomas. El neurólogo deberá sentar las bases para la vacunación, aunque ésta puede administrarse tanto en hospitales como en centros de atención primaria.

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