Incontinencia urinaria, todavía un tema tabú

Aún se diagnostican pocos casos debido a la baja aceptación social y la desinformación de los afectados
Por Jordi Montaner 11 de abril de 2010
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Imagen: Tinou Bao

Más de seis millones de españoles sufren incontinencia urinaria. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esta patología permanece oculta en las consultas médicas. La Asociación de Pacientes con Pérdidas de Orina y Urgencia Miccional (APPO) aboga por romper el estigma social y poner voz al secreto, en colaboración con los profesionales sanitarios. La finalidad de esta iniciativa es animar a las personas con incontinencia urinaria, sobre todo a quienes padecen vejiga hiperactiva, a hablar de su enfermedad con el médico.

La incontinencia urinaria genera un gran impacto emocional que afecta a la calidad de vida de los pacientes y, en muchas ocasiones, puede ser causa de insomnio, baja autoestima, aislamiento social e, incluso, depresión. Factores como el envejecimiento, la obesidad, el número de partos, la cirugía pélvica o una predisposición genética influyen en el desarrollo de una urgencia miccional frecuente, molestias o distensión abdominal, síntomas frecuentes en quienes padecen incontinencia urinaria o vejiga hiperactiva.

Una gran desconocida

La Asociación de Pacientes con Pérdidas de Orina y Urgencia Miccional (APPO) define la incontinencia urinaria como «el último tabú médico de la sociedad», si bien la vejiga hiperactiva es todavía más desconocida. Este trastorno se caracteriza por una urgencia miccional que, en ocasiones, guarda relación con la incontinencia. A menudo, comporta la necesidad de orinar con frecuencia y levantarse de manera continuada por la noche (nocturia) para acudir al baño. El secretario ejecutivo de la APPO, Diniz Almeida, explica que «el 40% de las personas con vejiga hiperactiva no comparte esta preocupación ni con sus parejas».

La vergüenza es la razón principal para ocultar la incontinencia tanto al entorno cercano como al médico

La solución pasaría por una mayor confianza con el médico y la familia o el entorno social más inmediato. Los casos que se diagnostican son pocos debido a la desinformación y la baja aceptación social con que cuentan estas enfermedades. También el porcentaje de tratamiento es ínfimo.

La campaña itinerante de la APPO «Conversación en Confianza» ha concluido que las barreras sociales que dificultan el diálogo sobre la incontinencia siguen vigentes. La causa principal es la vergüenza, tanto en el entorno más cercano como ante el profesional sanitario.

En clave femenina

Aunque el problema es común para ambos sexos, una de cada cuatro mujeres españolas sufrirá algún episodio de incontinencia urinaria durante su vida. Puede desarrollarse a cualquier edad, pero la incidencia aumenta en las personas mayores: algunos estudios señalan que la prevalencia a partir de 65 años se aproxima al 60%. Además, muchas patologías provocan incontinencia urinaria y es frecuente que se asocie con la realización de un esfuerzo brusco e inesperado, como toser, reír o estornudar.

En otros casos, la necesidad de orinar sobreviene de forma repentina y no da tiempo a llegar al baño o es difícil encontrar un aseo púlico. Las pérdidas de orina ocasionan situaciones incómodas y comprometidas, sobre todo, si la ropa se moja y se mancha. Las pacientes tienen miedo a que la gente perciba el olor desagradable de las pérdidas. Estas situaciones generan una angustia psicológica que empuja a buena parte de las mujeres afectadas a no salir de casa y evitar el contacto con amigos o familiares.

Los médicos, sin embargo, insisten en que hay varias formas de paliar este trastorno. Conviene evitar los medicamentos con efecto diurético, los alimentos que irriten la vesícula (bebidas con gas, café, té, chocolate, alcohol, cítricos, tomates y miel) y los hábitos tóxicos que provoquen tos (como el tabaquismo) porque si ésta se cronifica, debilita el esfínter y facilita la incontinencia. Hay que evitar la ingestión de líquidos a partir de las siete de la tarde y distribuir el aporte de un litro y medio diario de agua, que el cuerpo demanda durante el día. Tampoco hay que abusar de especias y se debe controlar el consumo de sopas, caldos o frutas con un contenido de agua muy elevado, como la sandía o el melón.

Si se utilizan pañales u otros tipos de absorbentes, hay que cambiarlos con frecuencia para evitar la humedad y procurar una adecuada higiene diaria del área urogenital. No conviene realizar ejercicios físicos intensos que incrementen la presión intra-abdominal. Es frecuente que las tenistas sufran incontinencia tras años de práctica deportiva.

REHABILITACION PERINEAL

La cirugía es la solución que se propone para muchos casos de incontinencia, si bien es un área delicada. Otro tratamiento conservador -no quirúrgico- intenta restablecer o mejorar los músculos del suelo pélvico y la función de los órganos relacionados con esta zona. Este programa de ejercicios se recomienda a menudo tras el parto y antes y después de la cirugía uroginecológica.

Un ejercicio local y específico de los músculos del piso pélvico puede mejorar su estado

El tratamiento consiste en un ejercicio local y específico de los músculos del piso pélvico, junto con el control de su contracción y unas pautas de trabajo para tonificar esta musculatura. Al mismo tiempo, se trabajan los músculos abdominales, muy coordinados con los del periné. Si se hace de manera correcta, se favorece la salud de la zona y se evitan presiones desmesuradas. El fisioterapeuta del periné enseña a las pacientes a realizar contracciones perineales activas de forma manual, por medio del biofeedback, electroestimulación y gimnasia abdominal.

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