Sexualidad infantil

Los padres deben hablar del tema con naturalidad y resolver las dudas desde la infancia
Por Azucena García 20 de octubre de 2003

¿Recuerda la cara que se le quedó cuando su hija le preguntó por primera vez de dónde venían los niños? ¿Fue usted capaz de disimular su nerviosismo y ofrecer una respuesta que la pequeña puediera comprender? Hablar de sexo con los niños es una de las asignaturas pendientes de los progenitores, preparados para explicarles qué es Internet pero incapaces de charlar con ellos sobre cuestiones tan fundamentales para el desarrollo personal como el sexo. Los expertos apuestan por resolver las dudas desde la infancia y con naturalidad, pues está demostrado que los niños que más saben, cometen menos imprudencias en sus relaciones y valoran más la afectividad.

Errores frecuentes

Muchos padres están convencidos de que dar demasiada información a los niños puede suponer lanzarles a sus primeras experiencias sexuales. Sin embargo, diversos estudios parecen confirmar justamente lo contrario: aquellos chicos que poseen más información toman mejores decisiones y no se sienten presionados para mantener relaciones sexuales.

“El problema llega cuando un adolescente no ha mantenido el suficiente grado de comunicación con sus padres y le oculta estas experiencias, puesto que no estará preparado para afrontar las consecuencias, como posibles embarazos o contagio de enfermedades de transmisión sexual. Entonces los padres se sorprenderán al descubrir que su hijo no es como pensaban”, alerta el presidente de la Federación Española de Sociedades de Sexología, Francisco Cabello.

Los sexólogos coinciden en aportar una serie de consejos para los progenitores en lo que no se debe hacer:

  • Reñir a los niños por tocarse. Sobre todo en los primeros años, el niño está descubriendo su cuerpo y tiene deseos de tocarse y saber cómo es realmente su anatomía. Si se le riñe, verá la sexualidad como algo malo y se sentirá culpable.
  • Recurrir a mitos. Si se enseña al niño que los bebés los trae la cigüeña o que vienen de París, por ejemplo, se sentirá confundido cuando vea cómo a su mamá le crece la barriga. “La verdad es siempre mucho más interesante y evita confusiones al niño, capaz de crear fantasías tremendas”, apunta Victoria del Barrio.
  • Creer que el niño ya lo sabe todo. Informar acerca de la sexualidad es responsabilidad de los padres y no de la televisión, los amigos o los profesores. No se deben temer las charlas con los hijos sobre sexo y, mucho menos, delegar responsabilidades en otros.
  • Evitar expresiones de cariño delante de los hijos. Las carantoñas y los besos son una manera de demostrarles el significado de una relación afectiva entre adultos, algo que les ayudará a mantener el equilibrio emocional.
  • No educar en la igualdad de sexos. Debemos aprender desde bien pequeños que no existen tareas propias de hombres o de mujeres, de manera que tampoco existen ventajas o desventajas de un sexo respecto al contrario.
  • Evitar hablar de sexo hasta la pubertad. Para la mayoría de los adolescentes, hablar por primera vez de sexo con los padres cuando llegan a la pubertad es demasiado tarde. A esa edad, muchos rechazan este tipo de conversaciones y sienten vergüenza de compartir sus secretos con los padres.

Cuándo hablar

Los padres deben encargarse de la educación de sus hijos a todos los niveles. Una tarea que supone dedicar a los pequeños buena parte del tiempo libre y que implica, sobre todo en los primeros años, resolver dudas a menudo comprometidas. Si hay un momento que evitan los progenitores, es aquél en el que deben explicar ‘de dónde vienen los niños’. “No hay que hablar a los niños de sexo en una determinada fecha, sino desde siempre y con naturalidad, ya que de lo contrario escucharán comentarios y es posible que se hagan una idea que no se corresponde con la realidad”, explica la psicóloga infantil Victoria del Barrio.

No se debe asaltar a los niños con información acerca del sexo en cualquier momento, sino cuando ellos se interesen y en los mismos términos en los que lo hagan. Así, hasta los dos años, por ejemplo, el bebé va descubriendo su cuerpo y disfruta tocándose, por lo que no se le debe reñir obligándole a sentirse culpable.

A partir de los tres años, es consciente de la diferencia entre hombres y mujeres y se interesa por verificarlo. Es en esta etapa cuando el niño juega a médicos con sus amigos y comienza a preguntar sobre la procreación y la gestación. A los cinco años es frecuente que desarrolle un sentimiento de rechazo al sexo opuesto y que desee pasar todo el tiempo con otros niños de su mismo sexo.

En lo que respecta a la preadolescencia, a partir de los ocho años, los padres deben transmitir la información necesaria acerca de la menstruación o sueños húmedos y ayudar a sus hijos a entender los cambios que experimentará su cuerpo. Sobre el mejor momento para explicarles en qué consisten las relaciones sexuales y sus consecuencias, no hay una edad concreta, aunque es conveniente, en la mayoría de los casos, charlar con los hijos alrededor de los doce años.

Cómo explicarles qué es el sexo

La curiosidad varía según la edad y el grado de madurez del pequeño. A medida que el niño crece, empieza a interesarse por más detalles y a preguntar a los padres acerca de todo lo que le preocupa. Es importante, por ello, que los mayores respondan a sus dudas creando un ambiente positivo, en el que unos y otros se atrevan a hablar sin tapujos de una cuestión tan relevante.

“Según el acceso a la información que tengan, los niños empiezan a preguntar alrededor de los tres años, cuando les chocan determinados comportamientos. En ese momento, es esencial que los adultos del entorno contesten verdades ampliables, es decir, respuestas a sus dudas que podrán completarse más adelante”, aconseja Del Barrio.

El hecho de que esa respuesta sea “ampliable” pone de manifiesto la evolución futura del niño y las diferentes fases de desarrollo. “Una etapa que culmina, generalmente, cuando cumplen los once años y empiezan a percatarse de los cambios que experimenta su cuerpo”, señala el vicepresidente de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa), Ramiro Pascual.

Ante todo, es importante dar confianza a los hijos, explicarles todas sus dudas -para que no tengan miedo a seguir preguntando en el futuro-, ayudarles a entender sus emociones sin estar influidos por lo que digan los otros niños y advertirles de las responsabilidades y consecuencias de las relaciones sexuales.

Por otra parte, se debe utilizar un discurso adaptado a su edad, no recurrir a términos propios de los adultos y dedicar a los pequeños el tiempo necesario hasta que comprendan la sexualidad humana. “Si no se siguen estas premisas, los hijos acabarán hablando con otro niños, que saben lo mismo que ellos o menos, y correrán el riesgo de ser manipulados”, reconoce la psicóloga.

Consejos

Interesados en que sus hijos reciban la mejor educación sexual, los padres delegan a menudo en los profesores la responsabilidad de ser ellos quienes expliquen todos los detalles. Para el vicepresidente de Concapa, sin embargo, ésta no es la mejor solución ya que, según explica, “los padres deben llevar la batuta y destacar el componente psíquico de la sexualidad y las relaciones sexuales”.

Los expertos consultados exponen una serie de consejos a seguir por los padres:

  • Dar respuestas “verdaderas”. En este sentido, para la doctora Del Barrio, “la contestación debe servir para la comprensión, puesto que el niño tiene periodos evolutivos y si se le dice algo que no entiende, deja de prestar atención”. Además, es importante que “la verdad no sea un tratado de anatomía”, sino una sencilla explicación que aclare al niño las dudas que se le presenten.
  • Buscar un momento para hablar con los hijos de sexo. En la actualidad, la falta de comunicación entre unos y otros es patente. Amplias jornadas laborales y la irrupción del televisor en la vida cotidiana dejan poco espacio para la charla.
  • Ofrecer un continuo flujo de información. Se debe profundizar en las respuestas conforme al desarrollo del menor. La educación sexual es un periodo que abarca de la infancia a la adolescencia.
  • Dar confianza a los niños para que sigan preguntando. Si se reprocha a los pequeños que hagan preguntas indiscretas, es muy probable que no vuelvan a atreverse a interrogar a los padres.
  • Transmitir valores. Desde muy temprano, el niño debe entender que la sexualidad es también un conjunto de sentimientos y afectos, hacia uno mismo y hacia los demás. Los padres deben inculcarles valores positivos.
  • Reconocer que no se sabe todo. Cuando el niño sorprende con una pregunta cuya contestación es desconocida para los padres, estos deben admitirlo y buscar juntos la respuesta en un libro o en una persona del entorno.
Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube