Cómo evitar el burnout

Los expertos recomiendan sencillos consejos de organización laboral para evitar esta patología
Por César Martín 15 de diciembre de 2003

Si cada día es para usted un calvario porque se siente incapaz de acudir al trabajo o si considera que sus cualidades se ven minusvaloradas por sus jefes o por la organización a la que pertenece y, además, ha perdido la ilusión por su profesión, está en predisposición de padecer el síndrome burnout. Esta enfermedad psicológica, popularmente conocida como ‘estar quemado por el trabajo’, afecta a muchas personas. Conozca algunas estrategias para evitar su aparición y desarrollo.

Mejor prevenir que lamentar

Si el trabajador o profesional contesta negativamente a interrogantes como “¿me gusta mi trabajo?” o “¿estoy tan motivado como antes?”, y si muestra síntomas como repetidos cambios de carácter y de humor, inestabilidad emocional, irritabilidad o aislamiento social, entre otros, lo más probable es que haya que comenzar a buscar soluciones para evitar males mayores. Lo que a la vista del profano sólo son matices propios de cualquier actividad laboral, pueden devenir, si no se toman las medidas adecuadas, en un progresivo ocaso profesional del trabajador y en una merma evidente de su calidad de vida, síntomas inequívocos de la aparición del burnout.

Como se trata de una patología de carácter psicológico, las estrategias para evitarlo han de incidir sobre el propio paciente, sus relaciones interpersonales en el ámbito laboral y sobre la organización a la que pertenece, tal y como certifica Rubén González Olivera, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Santiago en Vitoria.

Recomendaciones

Los expertos recomiendan parar y desconectar en pequeños descansos a lo largo de la jornada y trabajar bajo objetivos factibles

En el plano individual, las estrategias adecuadas para minimizar los efectos del burnout pasan por detectar y atacar las fuentes de estrés. Al respecto, Pedro Gil-Monte, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, señala en uno de sus libros –Desgaste psíquico en el trabajo: el síndrome de quemarse– que “se hace necesario el entrenamiento en la solución de problemas, en la asertividad y en el manejo del tiempo”.

En este sentido, los facultativos recomiendan actuaciones sencillas como olvidarse de los problemas laborales fuera del trabajo, llevar a cabo prácticas de relajación, parar y desconectar en pequeños descansos a lo largo de la jornada laboral y, sobre todo, trabajar bajo objetivos cuya consecución sea factible. Sin embargo, cuando la enfermedad ha superado sus primeros estadios y las estrategias reseñadas nada pueden hacer por acotar su desarrollo, los especialistas pueden llegar a aconsejar que sus pacientes abandonen el trabajo, siempre y cuando éstos demuestren ser incapaces de reconducir sus sensaciones en sus respectivos centros laborales y su salud física o psicológica se vea en serio peligro o muy dañada.

Tampoco es desdeñable fortalecer los vínculos interpersonales del paciente, tanto en lo personal como en lo profesional, ofreciendo el apoyo necesario y fomentando sistemas de trabajo en equipo, con prácticas de liderato adecuadas a cada circunstancia. Por último, es conveniente no olvidar, tal y como explica Gil-Monte, que dentro de las organizaciones y empresas se deben estudiar planes para crear un ambiente de trabajo adecuado. En este sentido, los responsables de dichas estructuras no deben crear falsas expectativas al profesional. Por el contrario, los expertos señalan conveniente apoyar una comunicación constante, establecer roles delimitados y concretos, adecuados para las capacidades de cada profesional, e instaurar sistemas de recompensas laborales.

Soluciones sencillas y prácticas

Soluciones sencillas y prácticas

Por lo dicho hasta ahora, es obvio que ciertos comportamientos, como la escasez de medios físicos y humanos en las empresas, están de más. Otras circunstancias propias de la vida laboral, como el trabajo en turnos, el trato continuo con usuarios problemáticos o con la enfermedad y la muerte -en el caso de los profesionales de la salud- o la ausencia de autonomía en la toma de decisiones, contribuyen al desgaste profesional.

Sea como fuere, parece evidente que hay que tener en cuenta una serie de consideraciones para evitar y paliar los efectos del burnout. Estas son algunas:

  • Es necesario analizar las condiciones laborales de cada profesional y comprobar cuál es la sensación de estrés que sienten éstos.
  • En las organizaciones y empresas conviene fomentar puestos de trabajo de calidad.
  • Los sistemas de trabajo en equipo ayudan a delimitar las competencias de cada profesional y ayudan a evitar los síntomas de quemazón.
  • Cada trabajador o profesional puede mejorar la organización de sus respectivas agendas o gestionar de forma coherente su tiempo de trabajo.
  • Los expertos recomiendan evitar cargas de trabajo acaparadoras.

No se puede olvidar que el síndrome de burnout es una dolencia psíquica reconocida por la legislación laboral actual. Esta patología se puede considerar como la fase avanzada del estrés laboral, de ahí la importancia de desarrollar las estrategias mencionadas para evitar su aparición. Los expertos buscan sus orígenes en los desequilibrios que se pueden dar entre las perspectivas laborales del individuo que la padece y la realidad del trabajo diario. En este sentido, Pedro Gil-Monte define esta enfermedad como “una respuesta al estrés laboral crónico, que se manifiesta con actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que trabaja y hacia su propio rol profesional”. Todo ello deriva en cansancio físico y, sobre todo, mental, según matiza Rubén González.

Este síndrome se manifiesta habitualmente en sentimientos de desamparo, fracaso e impotencia, baja autoestima, inquietud y falta de concentración e, incluso, comportamientos paranoides con compañeros de trabajo, clientes o familia. En el plano físico, las consecuencias de esta patología son el cansancio, los dolores osteomusculares, cefaleas, insomnio y alteraciones gastrointestinales y taquicardias, entre otros. Por último, la conducta del individuo también puede sufrir alteraciones con consumos abusivos de café, alcohol, fármacos o drogas, absentismo laboral, bajo rendimiento y conflictos interpersonales.

Factores de riesgo

Factores de riesgo

Esta dolencia está íntimamente ligada al ámbito laboral y puede tener consecuencias graves si no se toman las medidas adecuadas para atajar su desarrollo. El síndrome de burnout es susceptible de aparecer en profesionales de organizaciones de servicios que trabajan en contacto directo con sus ‘clientes’. Tiene especial incidencia en los ámbitos relacionados con la salud, la educación y similares.

Por lo tanto, se hace imprescindible repasar los baremos que determinan la calidad laboral que se da en cualquier organización empresarial, ya que una mala planificación de la misma redundará negativamente en la propia organización, con la aparición de fenómenos como el absentismo laboral, una menor productividad y una disminución de la calidad. Precisamente, esa es una de las circunstancias que deben evitarse, ya que el propio Gil-Monte reconoce que “el síndrome de burnout es un mecanismo de autoprotección frente al estrés generado por la relación continua entre profesional-cliente y profesional-organización”.

Es evidente que no todos los profesionales están expuestos de la misma forma a esta patología. De hecho, hay una serie de factores que pueden azuzar la aparición y desarrollo de los síntomas descritos con anterioridad: la edad, la experiencia en el desarrollo de la labor profesional, el sexo o las cuestiones familiares. Por ejemplo, la habitual y vocacional existencia de sentimientos de idealismo lleva a los profesionales a implicarse en exceso en los problemas de los usuarios. Por ello, se sienten culpables por los fallos que se puedan dar, hecho que derivará en la aparición de bajos sentimientos de realización personal en el trabajo y un alto grado de agotamiento emocional.

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