Entrevista

Cristina Muñoz, psicóloga escolar y directora clínica del Centre Clínic Badalona (Barcelona)

«Para el niño disléxico el problema de base es el entorno escolar»
Por Clara Bassi 7 de mayo de 2007
Img cmunoz

El niño disléxico sufre un trastorno de lectura y escritura, las principales herramientas con las que hoy se enseña en los colegios. Sin embargo, son inteligentes. Del mismo modo que es impensable que los niños invidentes aprendan sin el sistema Braille, también lo es que los disléxicos lo hagan con la metodología tradicional de lectura y escritura. Para ellos es básico el uso de medios audiovisuales en las aulas, según Cristina Muñoz, psicóloga escolar durante catorce años en centros de Badalona. Esta experta ha participado en el III Congreso Nacional de Dislexia, organizado por la Federación Española de Dislexia (FEDIS) y por la Asociación Andaluza de Dislexia (ASANDIS).

¿Qué es la dislexia?

Es un trastorno del aprendizaje de origen neurobiológico basado en una dificultad en la lectoescritura y que afecta a la conciencia fonológica, el análisis y la comprensión. Sus causas son motivo de debate: se habla de causas genéticas, de neurodesarrollo y también culturales.

¿Culturales?

Sí. Cuando a un niño que no está preparado para la lectoescritura no le enfrentas a ella, la incidencia de problemas es menor. El sistema nervioso tiene un tiempo de madurez que hay que respetar planteando, sin presión, el aprendizaje de la lectoescritura. En el niño, el sistema nervioso se halla en un proceso de integración de los dos hemisferios cerebrales, a través del cuerpo calloso que los une; también está integrando el proceso de lectoescritura, la relación entre el espacio y el orden. Cuando no estás ordenando tu esquema corporal, ordenar las letras y números en un papel es difícil.

¿Debería iniciarse al niño en la lectoescritura a distintas edades, según su madurez?

Sí, de hecho es como se hace en muchos colegios. Los niños van progresando según su nivel madurativo. Si su sistema nervioso no está preparado, no adquirirán aquello que pretendemos enseñarles. Es fundamental respetar este aspecto para evitar otros problemas de tipo emocional.

¿En qué aspectos pueden fijarse los padres y maestros para sospechar de dislexia?

En la educación infantil frecuentemente se les confunde con niños inmaduros en su desarrollo porque suelen presentar dificultades en aprenderse las letras y los números, dificultades en aprender los colores, problemas para aprender a leer, inversiones en letras y números, entre otras cosas. A algunos les cuesta empezar a hablar y articular sonidos, presentan dificultades en la motricidad fina y, en ocasiones, son bastante desorganizados y poco ordenados.

¿Cuánto se tarda en diagnosticar la dislexia?

El niño disléxico, si lo analizamos de raíz, tiene un problema de madurez neurobiológica. Hasta los cinco años, aún no se ha producido la integración interhemisférica. Y hasta los ocho años no se puede diagnosticar la dislexia porque la etapa de aprendizaje de lectoescritura no se ha consolidado. Por lo tanto, no se puede decir que no se ha conseguido cuando aún no se ha acabado el proceso. Si eres diestra, ¿qué me dirías si te pidiera que cogieras el bolígrafo con tu mano izquierda y que escribieras mi nombre y mi cargo, como me has preguntado al inicio de la entrevista? Dirías que es imposible, ¿verdad?

«Los niños con dislexia tienen un desarrollo un poco más tardío del lenguaje, les cuesta empezar a hablar y articular sonidos»

Pues sí.

Pues ese es el día a día del niño disléxico. Su problema no es de procesamiento de la información, sino de la entrada de la información. El 90% de la enseñanza está basada en la lectoescritura. Y a estos niños les cuesta aprender a leer y escribir. Además tienen un problema de orden que repercute en el cálculo. Y no sólo es un problema académico, sino de autoestima. Nuestra lucha es que se ampare como una discapacidad, como un trastorno específico del aprendizaje -al igual que le ocurre a un niño invidente- y que la Administración ponga a su alcance otros medios para enseñarle, más eficaces para enseñarlo que los escritos.

¿Medios audiovisuales?

Los medios audiovisuales en el aula son fundamentales y no deberían ser algo excepcional.

Invisible, pero ¿a cuántos niños afecta?

Afecta entre un 10% y un 15% de la población escolar.

¿A más niños que a niñas?

Sí, así lo dicen las estadísticas, aunque en el gabinete atendemos al 50%.

¿Se retrasa mucho el diagnóstico?

Es importante elaborar un buen diagnóstico lo más pronto posible. De hecho, hasta los ocho años, que es cuando se ha consolidado el aprendizaje de la lectoescritura, no podemos diagnosticar formalmente el trastorno. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que ya en 1º de primaria, es decir, a los 6-7 años, podemos observar indicios que apuntan al trastorno.

¿Ha habido avances importantes en el diagnóstico en los últimos años?

Lo que sucede es que actualmente hay más sensibilización respecto a la dislexia y, en consecuencia, se diagnostica más. Los criterios de diagnóstico son claros y fiables, existe un protocolo específico sobre qué tipo de pruebas administrar y cómo interpretarlas.

¿Qué retos tenéis entonces por delante? ¿En el tratamiento, quizás?

Es cierto que hay más información, pero sigue llamándose «el trastorno invisible», el problema es que, a menudo, se confunde con falta de interés y esfuerzo por parte del niño. Un primer reto sería el diagnóstico temprano, un buen programa de reeducación, basado en métodos multisensoriales y, sobre todo, que el sistema educativo ponga al alcance de estos chicos los medios necesarios que aseguren el aprendizaje al que todo alumno tiene derecho. Hay que tener en cuenta que para el niño disléxico el problema de base atañe a los aprendizajes, en el entorno escolar, y no en la familia o con los amigos.

¿Cómo?

Es fundamental que se tengan en cuenta estas dificultades y que se les faciliten recursos como los medios audiovisuales, procesadores de textos específicos que verbalizan la información escrita, exámenes adaptados, más tiempo para hacerlos y mapas conceptuales, entre otras cosas. En ningún caso es una crítica al sistema educativo, al contrario, me consta que los colegios ponen mucho de su parte cuando se les informa de la realidad de estos niños. Sin embargo, la Administración debería asegurarse de que el aprendizaje esté realmente al alcance de todos. Del mismo modo, nos sería difícil imaginar cómo enseñar a un invidente sin la herramienta que supone el lenguaje Braille, ¿no es cierto?

FUTURO ESPERANZADOR
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Imagen: Jonathan Rees

La experta explica que el futuro de los niños afectados de dislexia es bueno si el diagnóstico se ha hecho a edad temprana y se ha elaborado un buen programa de reeducación, en el que destaque la importancia de trabajar conjuntamente con el colegio. La coordinación familia-colegio-terapeuta es pronóstico de éxito en la mayoría de los casos. Pueden llegar a cursar estudios universitarios y tener una proyección profesional satisfactoria. La dislexia seguirá ahí, pero no tiene porqué constituir un problema.

Además, sufren otros trastornos de tipo emocional que no se deben olvidar: baja autoestima, inseguridad, agresividad, falta de motivación, problemas familiares, de relación… Pero con un diagnóstico temprano y una buena reeducación un niño disléxico puede hacer una carrera universitaria y llegar a presidente de la NASA.

Existen escuelas especiales para niños disléxicos. Pero, «aunque se trata de una iniciativa respetable y loable, teniendo en cuenta que los niños con dislexia representan entre el 10% y el 15% de la población escolar, la integración es importantísima», opina Cristina Muñoz. Sólo necesitan medios adecuados durante el aprendizaje. Cuando se les hace una prueba neuropsicológica se observa que su coeficiente intelectual está en la media e, incluso, muy por encima. Sólo hay que darles los medios «para que puedan desarrollar su maravilloso potencial», destaca la experta.

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