Entrevista

María José Carvajal, directora del centro Psicología Platón y experta en la aplicación de la técnica EMDR

«El objetivo de la EMDR es desensibilizar un recuerdo traumático para que deje de ser doloroso»
Por Clara Bassi 11 de junio de 2007
Img mjose

Tratar el estrés postraumático es posible tanto en adultos como en niños mediante una técnica denominada EMDR. Fue ideada tras un hallazgo casual de la psicóloga americana Francine Shapiro hace 20 años. Sin embargo, aún está poco extendida en España. Las personas que a consecuencia de una situación traumática experimentan ansiedad, temor y que reviven de forma involuntaria esos hechos traumáticos, pueden llegar a tener esos mismos recuerdos sin que sean dolorosos, tras someterse a la EMDR. María José Carvajal, directora del centro Psicología Platón en Barcelona y experta en la aplicación de EMDR, nos cuenta los secretos de esta técnica que aplica a niños afectados por estrés postraumático.

¿Qué significa EMDR?

Son las siglas de Eye Movement Desenzitation Reprocessing, que en castellano corresponderían a desensibilización y reprocesamiento por el movimiento de los ojos.

¿Quién y cuándo desarrolló esta técnica?

La desarrolló Francine Shapiro en 1987. Observó casualmente que bajo ciertas condiciones el movimiento ocular puede reducir la intensidad de los pensamientos perturbadores.

¿En qué consiste?

Se aplica a personas que han sufrido un trauma. Con esta técnica trabajamos con el recuerdo de la situación traumática, con las imágenes, recuerdos visuales y sensoriales. La persona debe concentrarse en ellos. Un ejemplo es el de alguien que ha sufrido un accidente de coche y que tiene síntomas de estrés postraumático. A esta persona se le pediría que se concentrase en los recuerdos de la situación, que pensase algo así como «estoy estirado en medio de la calzada, huelo a gasolina, noto un dolor fuerte en el pecho y estoy sangrando…». A la vez que se concentra en estos recuerdos le aplicaríamos una estimulación bilateral visual, auditiva o táctil.

¿Por qué?

Sabemos que el cerebro está compuesto por dos hemisferios. Trabajamos con los ojos de la persona. Le hacemos seguir con la mirada nuestro dedo, que movemos de un lado a otro, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. De esta forma, estimulamos ambos hemisferios del cerebro con el movimiento ocular, algo que descubrió fortuitamente Francine Shapiro. También se puede aplicar otro tipo de estimulación con sonido, que se repite alternativamente en el oído izquierdo y en el derecho. Y, finalmente, un tercer tipo de estimulación es la quinestésica, que consiste en utilizar el tacto, por ejemplo, tocando con una mano una parte izquierda del cuerpo y luego la derecha. Aunque esta técnica se ha ido sofisticando y hoy disponemos de unos sensores que aplicamos al paciente.

¿Qué conseguís con estos tres tipos de estimulación?

No sabemos cómo funciona exactamente, pero lo que conseguimos es que la persona, que tiene recuerdos de ansiedad y dolor, que revive los momentos trágicos y el accidente sin querer, se desensibilice y todos esos recuerdos dejen de ser perturbadores. Lo que ocurre con el trauma es que la información queda congelada en las redes neuronales y no hay un acceso al sistema general, la memoria queda congelada. Con el reproceso de la información, se reconectan las redes neuronales con el resto del sistema, de modo que el afectado deja de tener ansiedad y temor. Es algo que ocurre durante la fase del sueño REM y también con los movimientos oculares.

¿Cuáles son las consecuencias del sueño REM?

Es un mecanismo natural de reprocesamiento de la información y de desensibilización. Es nuestra forma natural de superar la ansiedad del día a día; el sueño también tiene importancia en el aprendizaje de la experiencia. Los movimientos oculares también funcionan de forma que permiten aprender y reprocesar.

¿Funciona tanto en niños como en adultos?

«La EMDR es aplicable a otros trastornos como la ansiedad general, la fobia o el trastorno obsesivo»

Sí, en el caso de los niños funciona más rápido y se trabaja de forma algo diferente; con dibujos y con muñecos, para que expliquen sus recuerdos. Una vez tuve que atender a un niño que había vivido la explosión de gas de Cornellà, en Barcelona. Yo estuve allí. El niño llevaba dos días sin pronunciar palabra, con un mutismo y estado de shock total; había sido evacuado por los balcones del edificio. A través del juego pudimos representar la escena de lo sucedido, aunque en estos casos también es importante que los padres te cuenten la historia del suceso. Con los adultos, todo esto es innecesario.

¿En cuánto tiempo de aplicación de esta técnica se pueden notar mejorías?

Aunque hay información que dice que con diez sesiones es suficiente, lo cierto es que cada persona es un mundo y con cada uno se alcanzan resultados diferentes. No obstante, es un método rápido si se compara con otras terapias. En general, cuando ha habido una exposición única a un trauma -una persona a la que nunca le haya sucedido nada en la vida y que, de pronto, haya sufrido un accidente- entre 10 y 12 sesiones son suficientes para desensibilizarla respecto a la situación traumática. Pero en las personas que son vulnerables al estrés postraumático y que no han vivido una situación traumática una vez, sino varias, son necesarias más sesiones.

¿Varias situaciones traumáticas?

Me refiero, por ejemplo, a una persona que ha vivido una situación de abandono en la infancia, que ha sido maltratada por su pareja y que, luego, ha sufrido un accidente de coche. En este tipo de casos, no estamos ante una situación traumática sino ante una persona que ha sufrido estrés postraumático desde hace años. El proceso cuesta más, porque detrás del accidente hay otras situaciones dolorosas. En los niños, alrededor de diez sesiones son suficientes.

¿Qué profesionales aplican la EMDR?

Cada vez vamos siendo más. Se exige que las personas que la aplican sean psiquiatras o psicólogos, con una formación sanitaria de base.

Los profesionales que la aplicáis, ¿lo hacéis en combinación con otras psicoterapias?

La EMDR es muy efectiva para tratar el estrés postraumático, pero también es aplicable a otras patologías como la ansiedad general, la fobia o el trastorno obsesivo. Ahora bien, en la persona con ansiedad generalizada -no sólo con un trauma- también es posible aplicar técnicas de relajación; o en las personas que sufren dolor crónico, en las que el dolor es una parte esencial asociada al trauma, también es posible realizar sugestiones hipnóticas. Por lo tanto, la EMDR es una técnica flexible, que se puede combinar con otras técnicas.

Para resumir, ¿podríamos decir que las personas con estrés postraumático y que se someten a la técnica EMDR consiguen desensibilizar su recuerdo e integrarlo de manera que no sea doloroso?

Exacto. La persona puede integrar ese recuerdo dentro de su biografía, se desensibiliza y tiene un nuevo aprendizaje o recurso que le puede ayudar a encarar una nueva situación estresante. No sólo le desensibiliza respecto al dolor pasado, sino que le prepara para el presente y el futuro.

¿Se ha estudiado si, pese a haberse sometido a esta técnica, estas personas pueden sufrir recaídas?

Las personas pueden recaer porque pueden experimentar otra situación traumática en sus vidas. Así, una persona puede sufrir un accidente de coche, después se le puede morir un familiar o enfermar de cáncer, padecer dolor y diversos traumas. Las pérdidas forman parte de la vida.

Y en ese caso, ¿la EMDR vuelve a funcionar?

Sí, pero con esa situación traumática. Muchas personas, como les funcionó en su momento, vuelven a recurrir a esta técnica.

ORIGEN Y FUTURO DE LA EMDR

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La técnica EMDR fue ideada en 1987 por la psicóloga americana Francine Shapiro, que padecía nistagmus, una enfermedad ocular que se caracteriza por movimientos involuntarios de los ojos, muy rápidos y horizontales. De forma casual, Shapiro se dio cuenta de que mientras sufría uno de estos episodios de nistagmus sus pensamientos negativos se desvanecían. A raíz de este hallazgo, comenzó a investigar y desarrolló la técnica EMDR que consiste en provocar una estimulación bilateral del cerebro, con distintos estímulos visuales y sensoriales, a fin de desensibilizar a la persona sobre los recuerdos traumáticos y reprocesarlos.

No sólo se aplica ante un incidente traumático sino también ante hechos traumáticos repetidos. María José Carvajal la ha aplicado a niños procedentes de adopciones internacionales que han sufrido situaciones traumáticas durante su etapa en el orfanato y afirma que mejoran de su sintomatología. De cara al futuro, se investiga su posible aplicación en sesiones grupales a colectivos que hayan vivido una crisis o situación de emergencia. En esta línea, terapeutas mexicanos trabajan en la aplicación de un protocolo grupal para utilizarla con colectivos de víctimas de catástrofes naturales como erupciones volcánicas o terremotos y otros casos de emergencia como atentados terroristas.

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