Miedo a atragantarse

El temor a atragantarse no es muy frecuente y se suele dar en pacientes que ya sufren algún trastorno de ansiedad
Por Montse Arboix 21 de febrero de 2014
Img miedo tragar listadog
Imagen: Dave Dugdale

Pánico a tragarse una pastilla, engullir alimentos sólidos o beber líquidos sin ninguna enfermedad orgánica subyacente que pueda explicar tal temor. El miedo al atragantamiento está clasificado como fobia específica en la cuarta revisión del “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” de la Asociación Americana de Psiquiatría. En este artículo se describe qué es esta fobia y cuáles son sus características. Además, desde la Asociación Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés se aportan algunos consejos que pueden ayudar a superarla.

Fobia a tragar

Las personas con dificultades para tragar experimentan un gran temor ante la posibilidad de que no puedan ingerir alimentos

No hay datos sobre la prevalencia del miedo a asfixiarse por atragantamiento. En la literatura científica solo se recogen series de casos, aunque se estima que va en aumento, a tenor del número de investigaciones publicadas de los últimos años. Incluso no tiene entidad diagnóstica propia. En la cuarta revisión del «Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales» (DSM-IV) de la Asociación Americana de Psiquiatría, de referencia para muchos psicólogos y psiquiatras, se clasifica a las fobias como trastornos de ansiedad, y engloba este miedo a tragar dentro de las fobias específicas, como también lo son la fobia a vomitar o a caer enfermo, a las tormentas o a las aguas profundas en situaciones no peligrosas.

Para Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), el temor a atragantarse no es muy frecuente y se da en personas que ya sufren algún trastorno de ansiedad, como el trastorno de pánico, caracterizado por altos niveles de angustia y temor a las sensaciones físicas asociadas.

Las personas con dificultades para tragar experimentan un gran temor ante la posibilidad de que no puedan ingerir alimentos, algo que tiende a suceder cuando aumenta su ansiedad. «Dan mucha importancia a este problema y le dedican mucho tiempo, mucha atención, y anticipan situaciones muy amenazantes. Todo ello provoca un aumento de su ansiedad y, por lo tanto, incrementan las sensaciones físicas que temen. Se ven inmersos en un círculo vicioso, en el que cada vez tienen más temor y más sensaciones físicas de dificultades para tragar», describe el especialista.

Este problema se puede asociar con un trastorno de pánico o bien, por sí solo, puede constituir una fobia específica. Sin embargo, «no se asocia con anorexia, ni con bulimia, ni con trastorno por atracón. Es decir, no se relaciona con trastornos de la alimentación y sí con trastornos de ansiedad«, puntualiza Cano.

Tratamiento para el miedo a atragantarse

El tratamiento psicológico -basado en la evidencia- es el mismo que para el trastorno de pánico. Incluye reestructuración cognitiva, técnicas de relajación y exposición.

El fobia a tragar no se asocia con trastornos de alimentación y sí con los de ansiedad

La reestructuración cognitiva consiste «en dar información sobre el trastorno y entrenar al paciente para que no sesgue su atención, no preste tanta atención a sus sensaciones físicas de ansiedad relacionadas con la deglución, no anticipe situaciones difíciles, no conceda tanta importancia a la angustia, sobre todo, a estas sensaciones que son inocuas y no van a acabar con su vida, ni por inanición, ni por atragantamiento», explica el experto.

La relajación muscular, respiratoria y basada en la meditación e imaginación ha de practicarse de manera regular como mínimo durante tres meses.

Para las personas que evitan comer o ingerir algunos líquidos o alimentos, la terapia de exposición les enseña que, una vez que se ha «reaprendido» a pensar de manera correcta y a relajarse, la exposición paulatina de la ingesta también ayuda a disminuir la preocupación relacionada con tragar.

Cómo se diagnostica una fobia

Según la cuarta edición del “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”, deben cumplirse los siguientes criterios para considerar que una persona sufre una fobia:

  1. Temor persistente y excesivo que se desencadena por la presencia o la simple anticipación del objeto o situación concreta.
  2. La exposición al estímulo fóbico produce una respuesta automática de ansiedad, que puede ser en forma de crisis. En niños se manifiesta en berrinches, lloros o retraimiento.
  3. La persona adulta puede reconocer que su miedo es irracional.
  4. Se intenta evitar la situación o el objeto motivo del temor, o se sobrelleva con malestar. Estos comportamientos interfieren en la vida cotidiana del afectado.
  5. En menores de 18 años, se establece que, como mínimo, los síntomas tengan una duración de seis meses.
  6. La ansiedad, las crisis de angustia o los comportamientos de evitación no se explican mejor aunque se acompañen de otro trastorno mental, como la fobia social, el trastorno obsesivo-compulsivo o el trastorno por estrés post traumático, entre otros.
Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube