Estrés navideño: claves para afrontarlo

La llegada de la Navidad, un motivo de celebración e ilusionante para una parte de la población, supone una prueba de fuego para la paz interior de muchas personas
Por Clara Bassi 19 de diciembre de 2014
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Imagen: Wavebreakmedia

Por mucho que guste una actividad, si no se descansa, el organismo se estresa. Y en Navidad, compaginar la organización de las fiestas con el trabajo y el cuidado de los niños que están de vacaciones escolares, o querer seguir todas las tradiciones, forma un cóctel explosivo para el bienestar de cualquiera, que puede conducir a un episodio de estrés. En este artículo se apuntan cuáles son las principales fuentes de estrés durante las fiestas navideñas y quiénes son los principales afectados. Además, se aporta una lista de consejos para afrontar estas fiestas con menor ansiedad.

En Navidad, hay personas que no están para fiestas por diferentes motivos: porque se encuentran en un proceso de duelo por la pérdida reciente de un ser querido (por defunción o separación); porque tienen fobia a estas fiestas, por experiencias negativas; y otras, porque asumen el rol de organizadoras y se estresan sobremanera al tener que hacer muchas cosas en muy poco tiempo. Pretender brillar en Navidad como anfitriona puede deslustrar la salud de muchas mujeres que soportan un gran estrés en estas fechas. Sin embargo, se puede mitigar si se es selectivo y se baja el listón de lo que se espera de cada uno.

La mujer: la gran víctima del estrés navideño

Compaginar la organización de las fiestas con el trabajo y el cuidado de los niños forma un cóctel explosivo para el bienestar de cualquiera
La mujer, por genética y naturaleza, tiende a ser más controladora y organizadora que el hombre y es quien se estresa más durante las Navidades. Ese rol, que puede ser positivo para sí misma y para el funcionamiento de la unidad familiar, la esclaviza aún más por unos días en que aumenta la organización de banquetes, compra de regalos y actividades varias. Todo ello se suma al injusto reparto de tareas domésticas, ya que el hombre no suele asumir más del 20% o 30% respecto a la mujer, lo que la pone en una situación muy estresante, según Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) y catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Esta situación empeora en Navidad. A muchas les resulta muy difícil delegar, quieren mandar y tienden al perfeccionismo hasta tal punto, que ni siquiera sirve la ayuda de otra mujer. Al sentirse tan sobrecargada, inicia acaloradas discusiones con su pareja, con recriminaciones que no conducen a ningún lugar y que le generan más estrés. «Además, se siente evaluada por la organización de sus cenas; quiere preparar un menú especial, que no sea conocido ni por su madre, sus hermanas, su suegra o su cuñada. Busca rizar el rizo y convertirse en la anfitriona estrella, cuando podría comprar hecho parte del menú, si no es buena cocinera, e intentar disfrutar sin querer impresionar a los demás», puntualiza el especialista.

Para el doctor Cano, la afectada debería aprender a repartir la carga de la organización de las celebraciones y, en el conjunto de la sociedad, habría que replantear los roles sociales, puesto que la juventud suele estar infrautilizada. Así, mientras en décadas previas los adolescentes y los jóvenes de la casa tenían asignados pequeños encargos como ir a buscar el pan o hacer la compra con una lista, en la actualidad no tienen ninguna obligación, están sobreprotegidos y se les permite refugiarse en sus hobbies, como la videoconsola. En cambio, los padres -y en mayor medida las madres-, agotados por el trabajo y los quehaceres del hogar, deben hacer frente a las obligaciones domésticas. Sin embargo, mantener esta dinámica familiar hace más inútiles a los hijos y más estresados a los padres de forma innecesaria; de ahí la necesidad de buscar el equilibrio, advierte.

Las cuatro principales fuentes de estrés en Navidad

Las fuentes de estrés de la Navidad son numerosas e identificarlas puede ayudar de forma notable a reducirlo. El presidente de la SEAS las agrupa en cuatro:

  • Pretender atender a demasiadas demandas en pocos días. En un margen de quince días se intentan comprimir diez comilonas o más con familiares, amigos y compañeros de trabajo, celebrar las fiestas hinchándose a comer, a regalar, en ocasiones con un viaje,… lo que aboca a un exceso de gasto económico y de energía. Ante estos casos, hay que ser selectivo y no intentar concentrar todas las celebraciones en quince días. Si unos amigos se reúnen una vez al año, no tiene sentido ni es obligatorio que sea en Navidad, cuando mayor concentración de eventos familiares hay; puede ser en otra fecha.
  • Los niños están de vacaciones, pero los padres no. Ello constituye una demanda añadida para los progenitores, aunque en los últimos años muchos colegios han organizado campamentos, actividades lúdicas o deportivas. Pero estos días también son una oportunidad para contar con los abuelos para su cuidado, aunque sin sobrecargarles, o para pasar más tiempo con los pequeños, si se tiene menos trabajo.
  • Seguir todas las tradiciones de regalos para los niños. De esta manera, los menores se sienten saturados al recibir demasiados juguetes; tantos que, a veces, ni siquiera pueden abrirlos todos de una vez o prefieren jugar con la caja, lo que puede generar una gran frustración en el adulto y tampoco hace más felices a los pequeños. Algunos expertos sostienen que tres regalos son suficientes. Se aconseja adquirirlos con la suficiente antelación y no dejarlo todo para última hora, cuando ya están agotados y hay que hacer largas colas.
  • Reunirse con personas con quienes se tiene una mala relación, ya que estos encuentros pueden constituir una fuente de estrés. En estos casos, muchos deciden restringir las reuniones con ellas en las siguientes Navidades. La familia no siempre es fuente de bienestar y felicidad; prueba de ello es que hay más muertes violentas perpetradas por familiares que por extraños. Ante fuertes conflictos familiares, los expertos recuerdan que no es obligatorio reunirse.
Ocho consejos para afrontar mejor el estrés en Navidad

Para afrontar la tensión que provoca el agobio característico de Navidad, el presidente de SEAS ofrece un listado de recomendaciones:

  • 1. Aprender a elegir entre todas las demandas de estas fechas, es decir, entre viajar, asistir a todas las comidas o hacer multitud de regalos.
  • 2. Prepararse para la Navidad con una buena distribución de recursos, que implique haber descansado, llegar en buen estado de salud y con un ahorro económico suficiente.
  • 3. Hacer un horario flexible, si se tiene menos trabajo que el resto del año, ayuda a afrontar mejor el estrés.
  • 4. Solucionar durante el año los conflictos familiares antes de compartir mesa con un familiar a quien se está enfrentado.
  • 5. Recordar que no es obligatorio reunirse en Navidad si existe un enfrentamiento con algún familiar, puesto que se debe mantener una buena relación para celebrarla juntos.
  • 6. Adecuar el presupuesto a la situación de cada uno y no gastar en exceso en una época de difícil supervivencia como la actual.
  • 7. Racionalizar, por consenso, la cantidad de regalos que se dan a los niños o entre familiares, con juegos como ‘el amigo invisible’.
  • 8. Recordar dónde radica la felicidad: no está en hacerse muchos regalos ni en gastar mucho, sino en las pequeñas cosas, como dar un paseo o compartir tiempo con los seres queridos.
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