Entrevista

Lenin Guzmán, representante de UNICEF en Marruecos

El 70% de los menores que emigran tiene un proyecto individual
Por EROSKI Consumer 21 de marzo de 2009
Img lenin entrevista
Imagen: CONSUMER EROSKI

Lenin Guzmán conoce de cerca la realidad de los menores extranjeros no acompañados (MENA). Su cargo como representante de UNICEF en Marruecos le permite tratar a menudo con este grupo de adolescentes que, a pesar de no haber alcanzado la mayoría de edad, se comportan como verdaderos adultos. Durante tiempo, desarrollan el deseo de emigrar a Europa para alcanzar el éxito económico y ayudar a sus familias. Ponen todo su empeño en una misión que, a pesar de no concluir satisfactoriamente en la mayoría de los casos, les lleva a intentar “una y otra vez” el paso del Estrecho. “Algunos menores han sido devueltos hasta ocho veces a su país”, afirma Guzmán.

Marruecos cuenta con 31 millones y medio de habitantes. El 41% de la población vive en zonas rurales, la mitad bajo el umbral de la pobreza. ¿Es ésta la principal causa para la migración?

La migración de menores es un fenómeno tanto urbano como rural. La distribución geográfica no tiene excesiva relación. Hay otros factores más influyentes, como el trabajo infantil, que es un problema grave en Marruecos. Unos 600.000 niños menores de 15 años trabajan, en algunos casos, con salarios de miseria. Otro factor importante en la migración es el hecho de que, en el entorno del niño, un familiar o un vecino hayan emigrado ya a Europa, con relativo éxito económico, lo que llama la atención a los menores que desarrollan el sueño de emigrar. De hecho, una investigación realizada en 2008 determinó que el 70% de los niños tiene un proyecto individual. Las familias ni siquiera están informadas. Sólo en el 30% de los casos conocen que el niño va a emigrar y le apoyan.

“En el imaginario del niño se va formando el sueño de hacer fortuna fácilmente”

De ahí que viajen solos en muchos casos.

Efectivamente. En la actualidad, asistimos a la cuarta ola de migración de Marruecos hacia Europa. La primera se dio durante la posguerra, la segunda fue una migración por motivos laborales, la tercera afectó a las mujeres, que salían del país para completar un proyecto individual o de reunificación con el esposo, y la cuarta ola estaría protagonizada por estos menores no acompañados. Para ellos, su referente son las personas que emigraron a Europa: un tío, un hermano, un vecino que regresa todos los años con el coche lleno de dinero y de regalos… Así es como en el imaginario del niño se va formando el sueño de hacer fortuna fácilmente.

Sin embargo, algunas personas no alcanzan sus sueños. ¿Desconocen esa información?

Es cierto que algunos menores no están informados sobre los peligros de la migración, pero la mayoría tiene un proyecto al que no renuncia porque data de meses y años. Los niños pasan demasiado tiempo en el puerto de Tánger esperando la oportunidad de atravesar el Estrecho. Hay dos categorías: los niños que pertenecen a la ciudad de Tánger, que tienen una familia y que todos los días van al puerto para intentar la oportunidad de pasar a Europa, y los niños que llegan de otras ciudades, comen en la calle y viven tremendamente ansiosos, preocupados y angustiados porque no saben a quién recurrir. Buena parte de ellos intentan una y otra vez cruzar la frontera. Algunos menores han sido devueltos hasta ocho veces a su país, pero siguen intentando llegar a Europa.

“Algunos menores han sido devueltos hasta ocho veces a su país, pero siguen intentando llegar a Europa”

No obstante, la inmigración irregular está penalizada.

Así es, existe un decreto ley que penaliza la migración irregular, tanto para niños como para adultos. Es una actividad fuera de la ley, clandestina. Pese a ello, España firmó un acuerdo bilateral con Marruecos para que el retorno respete los derechos de los niños y UNICEF ayuda a establecer los procedimientos adecuados. Colaboramos en la reinserción del menor en su familia y en el desarrollo de un proyecto de vida en Marruecos. Sin embargo, todavía no hay mecanismos suficientes para que esto funcione porque no hay un sistema o ley de protección de menores. Muchos niños que regresan en avión a Tánger o Casablanca se encuentran solos en el aeropuerto porque ningún miembro de la familia acude a recibirlos, así que pasan tres días en comisaría y regresan de nuevo a Tánger para intentar cruzar el estrecho.

¿Estos viajes tienen un coste? ¿Cómo consiguen el dinero?

Los menores tratan de viajar en camión, en un contenedor o en ferry. La proporción de niños que viajan en patera, donde está envuelto el dinero, es realmente pequeña, no alcanza ni el 30% de todos los menores que intentan atravesar el Estrecho.

¿Qué índice de migración se da entre los menores?

Es un porcentaje realmente pequeño. De los casi 12 millones de jóvenes menores de 18 años, unos siete millones de ellos adolescentes, cada año esperan su oportunidad en el puerto de Tánger entre 2.000 y 3.000. Es decir, se pueden encontrar en el puerto, al mismo tiempo, entre 80 y 100 niños. Es muy difícil tener datos exactos. Lo que sí sabemos es que la mayoría no concluye con éxito el proyecto de migración.

¿Cómo vive la familia este proceso?

Las familias que ignoran la intención de los hijos los buscan por todas partes hasta que conocen su paradero. Más del 80% mantienen una conexión telefónica con sus familias y, sobre todo, regresan a sus casas con motivo de las fiestas religiosas, pero hay niños que no se comunican.

“Hacemos un esfuerzo para que los niños no abandonen la escuela o, al menos, tengan acceso a una educación alternativa”

¿Cómo intenta UNICEF prevenir la migración?

Todo niño menor de 18 años tiene derecho a la educación y a vivir con la familia. Por ello, hacemos un esfuerzo para que los niños no abandonen la escuela, para que tengan acceso a la educación o, al menos, a una educación alternativa diseñada según las necesidades de los menores más vulnerables. Desarrollamos programas de lucha contra el abandono escolar, educación alternativa, sanidad y unidades de protección de la infancia.

Según datos de UNICEF, el 87% de los niños asegura haber sufrido algún tipo de violencia en la escuela. Es una cifra muy elevada.

Los niños dicen que abandonan la escuela, básicamente, porque son maltratados física, verbal o psicológicamente. El maltrato del profesor al niño y entre niños es un fenómeno que se ha agravado debido a las circunstancias sociales y las dificultades económicas. La escuela no es un ambiente seguro para el niño. No hay atención personalizada ni un seguimiento individual, sino aulas con una media de 50 alumnos y un profesor que atiende a varios cursos a la vez.

“No hay conciencia del problema que supone la malnutrición, pero en el último tiempo se están haciendo esfuerzos”

La malnutrición crónica es otro problema. Un 18% de los menores de cinco años la sufre.

Lo que ocurre es que no hay conciencia de este problema, a pesar de que tiene un impacto directo sobre la salud general del niño. La carencia de ciertos nutrientes influye en el desarrollo psicomotor, mientras que la falta de vitamina A provoca problemas de ceguera nocturna. Hay que destacar, no obstante, que en el último tiempo, gracias a la voluntad de acelerar la consecución de los Objetivos del Milenio, el Gobierno está haciendo esfuerzos para dar respuesta a estos problemas.

También en el caso de la transmisión del VIH.

Marruecos tiene buenos recursos internos y externos para luchar contra este problema. Cuenta con uno de los mejores programas y una excelente coordinación de todos los actores. Realiza una promoción abierta sobre el uso del preservativo, por ejemplo, y trabaja con jóvenes y personas en riesgo en materia de prevención. Es una experiencia muy interesante. Los jóvenes están informados, conocen los riesgos y pueden acceder a los medios de protección. Además, en colaboración con UNICEF, se realizan programas de prevención en la transmisión de madre a hijo. Hay más mujeres que se someten al test de detección del virus y al tratamiento correspondiente, en caso de ser positivo. Comienza a haber un cambio de actitud y de aceptación entre la población, frente al rechazo que existía hacia las personas infectadas.

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