Mujeres que luchan contra la explotación sexual, la mutilación genital femenina, la dignidad en general de las mujeres y el futuro de las niñas. Se enfrentan a situaciones de desigualdad para convertirlas en ejemplos de equidad. Se defienden a sí mismas en lugares donde, de otro modo, nadie lo hará e intentan que la justicia sea justa para todas las personas. Ellas centran diversos proyectos en otros tantos países del mundo, pero no sólo como beneficiarias, sino también como impulsoras de un cambio que reclaman desde hace tiempo y cuya demora les ha llevado a tomar las riendas.
Imagen: khym54
El objetivo del proyecto ‘Mujeres que cambian el mundo’ es «resaltar el insuperable valor de la mujer como elemento de cambio y transformación dentro de sus comunidades». Ellas están poco valoradas en algunos lugares, pero esconden un tesoro que poco a poco sale a la luz. El progreso está en sus manos porque ahora tienen la oportunidad de desarrollar su potencial. Mediante acciones de sensibilización, esta iniciativa impulsada por Mundo Cooperante pretende reconocer el trabajo de las mujeres que luchan cada día por ellas mismas y por su entorno, con la intención de recabar apoyos.
Se pone cara a la lucha contra la explotación sexual en Calculta, a la pelea por la dignidad de las mujeres etíopes o contra la mutilación genital, así como a la defensa de las desplazadas en Colombia o de la libertad de las esclavas sexuales en Uganda.
En Guatemala, un grupo de jóvenes creó el pasado año la ONG Un mundo mejor, que imparte cursos de autoestima para mujeres, entre otros, para que aprendan a quererse, a valorarse y a respetarse, además de hacer amigas y compartir alegrías.
Otros proyectos
África Viva lleva a cabo un proyecto de desarrollo rural en Ouessa, en Burkina Faso, donde trabaja con mujeres de varios pueblos para mejorar las condiciones de vida de sus familias. Ayuda en la perforación de pozos, a habilitar huertas y comercializar las verduras, imparte cursos de alfabetización o contabilidad, talleres de costura o fabricación de jabones, «que permiten a las mujeres ampliar sus conocimientos, mejorar su economía y calidad de vida», explica.
Solidaridad internacional cuenta con un área específica de género centrado en educación y sensibilización en estas cuestiones porque, defiende, «el género, en todas las sociedades, determina las funciones, actitudes, valores y relaciones entre mujeres y hombres». Su intención es contribuir a desmontar «patrones y estereotipos» de género, por lo que intenta visibilizar las demandas de las mujeres y el trabajo contra la discriminación y violencia hacia las mujeres, como en el caso de la campaña Tu voz cuenta.
En India, en las zonas rurales de Anantapur (Andhra Pradesh), la Fundación Vicente Ferrer da la oportunidad de formar parte del programa De Mujer a Mujer. La entidad explica: un grupo de personas en España contacta con un grupo de mujeres en la India y cada colaborador se compromete a apoyar a una mujer mediante una contribución mensual de 9 euros durante cinco años. De este modo, ellas dispondrán de una cartilla de ahorros o una cuenta para sus hijas y podrán participar en un fondo de salud comunitario.
En julio del pasado año, la Asamblea General de las Naciones Unidas puso en marcha ONU Mujeres. Este organismo es el encargado de defender la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. Sus fines son la eliminación de la discriminación en contra de las mujeres y las niñas, el empoderamiento de éstas y el logro de la igualdad.
La meta “omitida” de los ODM es acabar con la violencia contra las mujeres
Su creación se ha justificado por la necesidad de “ayudar mejor” a los Estados Miembros a acelerar los progresos para alcanzar sus objetivos en los fines de la propia entidad. Se ha comprometido a establecer alianzas “eficaces” con la sociedad civil, a movilizar el apoyo y a trabajar con todos los países, aunque asegura que “hasta ahora la ONU no ha podido atender todas las solicitudes” y está presente en 80 países.
Una de sus batallas es acabar con la violencia contra las mujeres. Incluso asegura que es “la meta omitida de los ODM”. Sobre todo, alerta de lo ocurrido en las zonas en conflicto o afectadas por desastres naturales, puesto que la seguridad es a menudo deficiente. Las niñas y mujeres adultas sufren hechos de violencia y agresiones sexuales en las calles y en los campamentos que se habilitan de manera provisional, como ha ocurrido, lamenta, tras el terremoto registrado hace un año en Haití.