Entrevista

Maximina Espeso, voluntaria en los campos de refugiados de Grecia

Han perdido todo lo de atrás, su vida, sus casas y el futuro se les niega
Por Esther Camuñas 16 de diciembre de 2016
Img maximina
Imagen: Maximina Espeso

Tanto en Siria como en los campos de refugiados de Grecia sigue habiendo muchas personas sufriendo y viendo su vida pasar sin poder hacer nada. Maximina Espeso, voluntaria y enfermera cántabra, ha experimentado en primera persona cómo se vive en un campo de refugiados como Idomeni y después en Súnion, ambos en Grecia. Sus palabras llegan al corazón y a ratos se agolpan en la garganta. Espeso anima a ofrecer nuestro tiempo y dinero a quienes lo necesitan, porque asegura que “la felicidad está más en dar que en recibir”. Ella ha visto como “los refugiados están en un estado mental apático y depresivo esperando sus trámites de solicitud de asilo y viendo pasar los días sin saber qué será de ellos”. El testimonio de esta voluntaria es una forma de no mirar a otro lado y seguir constatando que la crisis de los refugiados en Europa no ha terminado. Espeso asegura que “en cuanto llegas, encuentras un sitio para trabajar y poder ayudar en la medida de lo posible”, como ella, que ha trabajado ofreciendo actividades a los niños y adultos.

¿Por qué decidió ir a los campos de refugiados de Grecia?

“En Súnion, al sur de Grecia, viven 400 refugiados, la mayoría sirios”

A principios de año me ví afectada e impactada por las noticias que venían del campo de refugiados de Idomeni, un asentamiento que se produjo en una estación de tren en la frontera con Macedonia. Decidí ir para allá en mayo pensando que como enfermera podría ayudar con una situación tan dramática, injusta e impactante. Estuve tres semanas en este campo de 10.000 personas, que luego se desalojó. Se habían asentado al lado de la frontera esperando a que se abriera para poder continuar su camino huyendo de la guerra. Más tarde decidí volver en junio durante mes y medio a Súnion, al sur de Grecia, donde viven 400 refugiados, la mayoría sirios. Mi motivación real para ir como voluntaria es que creo que uno con su comportamiento va dejando semillas; algunas florecen y otras no. La felicidad está más en dar que en recibir: cuanta más capacidad de dar tenemos, mejor nos sentimos. Humildemente sé que no voy a cambiar el mundo ni a las personas, pero creo que esto es una cadena. He decidido hacer una siembra de ayuda y quizá en algún momento estas personas puedan hacer lo mismo.

¿Cómo ha sido su colaboración?

Cuando llegué me ofrecí como enfermera, pero ya había otros sanitarios haciendo el trabajo, así que me puse a trabajar con otros voluntarios que habían organizado un espacio que se llama Open Cultural Centre. Allí se ofrecen actividades para los niños: desde clases de matemáticas, actividades lúdicas hasta darles el desayuno o comida. Por la tarde hacíamos actividades para adultos como clases de alemán, inglés, música, cine, informática, costura, etc. Hay un problema importante en los campos de refugiados: la inactividad y estar ociosos durante todos los días. Eso les perjudica gravemente su delicado estado mental.

¿Quiénes son las personas que viven en los campos de refugiados de Grecia?

“Son personas que tenían su casa, su coche, sus perros, sus colegios, su trabajos, su Facebook”

Es difícil resumir porque es una población entera. De Siria han huido 14 millones de personas. En Grecia hay más de 80.000 personas ahora mismo. Pertenecen a una población que se parece mucho a la nuestra. Las fotos que tenemos de los campos de refugiados nos dan una idea de pobreza y marginalidad que los aleja de cómo vivimos nosotros, pero es su circunstancia real de ahora. Sin embargo, son personas que tenían su casa, su coche, sus perros, sus colegios, su trabajos, su Facebook, etc. Algunos son ingenieros, enfermeros, maestros, absolutamente igual que nosotros. Ellos te hablan de sus proyectos y de su modo de vida como el nuestro, y eso es muy doloroso. Ahora han perdido su vida, sus casas, su barrio y ya no existe nada. Están buscando empezar su vida desde otro sitio, pero no se les permite vivir su vida con dignidad. Han perdido todo lo de atrás y el futuro se les niega. Están sobreviviendo gracias a la ayuda de las ONG, pero con una situación verdaderamente dramática.

¿Cómo es la realidad allí?

“El contacto con sus familiares y amigos les mantiene un poco vivos, pero a veces reciben noticias que empeoran la situación”

En Grecia existen más de 40 campos de refugiados militarizados. Se aloja a los refugiados en naves industriales abandonadas carentes de las más mínimas condiciones de habitabilidad y protegidas por los militares. Hay campos en los que a los voluntarios y ONG se nos permite interaccionar con los refugiados. Hay otros campos donde no se puede acceder, salvo llevando fruta o verdura fresca hasta la puerta. En el campo de Súnion instalado en unas antiguas colonias para niños viven 400 personas, la mayoría sirios. La vida allí es muy monótona, sin actividades, y se les proporciona desayuno, comida y cena. Algunas ONG les reparten ropa. Están en un estado mental apático y depresivo, esperando sus trámites de solicitud de asilo y viendo pasar los días sin saber qué será de ellos. El contacto con sus familiares y amigos les mantiene un poco vivos, pero a veces reciben noticias de muertes que empeoran la situación. Las mujeres se ocupan de la familia, pero hay algunas que se han quedado viudas y están tratando de sacar adelante a sus hijos; incluso hay embarazadas y muchas han dado a luz a sus hijos. A los que eran universitarios, hemos tratado de incluirles en nuestros equipos y ocuparles, porque esa desidia en la que han entrado es peligrosa. Yo sigo manteniendo el contacto con algunos de ellos. Ahora me contaban que ha habido una gran nevada y les han tenido que desalojar de las tiendas de campaña en las que viven.

¿Desde dónde llegan los recursos?

“Voluntarios de todas las partes del mundo se han organizado para conseguir recursos”

Desde el Gobierno griego no pueden disponer de todos los recursos necesarios, pero les dan tres comidas básicas al día (no de muy buena calidad) y así sobreviven. Todo lo demás corre a cargo de los grupos de voluntarios de todas las partes del mundo, que se han organizado a través de redes para conseguir recursos y abastecerles. Van recogiendo el dinero y hacen una labor imprescindible; a veces compran kilos de comida y los llevan en camiones. Son voluntarios que se van renovando: algunos se van y llegan otros. Hay muchas personas compasivas y solidarias que se han organizado de forma espontánea para repartir comida y ropa. Hay payasos, maestros, trabajadores sociales… En cuanto llegas, encuentras un sitio para trabajar y poder ayudar en la medida de lo posible.

¿Cómo está interviniendo el Gobierno griego?

No tengo la información para contestar con rigor, pero mi experiencia con la población griega es que se ha solidarizado y ha respondido con generosidad facilitándonos todo. El Gobierno hace lo que puede porque ellos ya están en crisis. A los militares que están en los campos no les gusta mucho hacer ese trabajo y hay un conflicto soterrado. A pesar de todo, creo que están haciendo todo lo que pueden.

Ahora que ha estado allí, ¿qué reclamaría a los distintos agentes sociales?

Se necesitan medidas políticas, que se abran las fronteras y que la gente pueda continuar su vida. No pueden esperar años para obtener un visado y poder seguir su viaje. La población está haciendo mucha presión para conseguir que la Unión Europea no se olvide. El día 12 hubo manifestaciones por toda España para pedir que se pare la guerra de Siria. Cada vez somos más los que queremos explicar que esta situación va a tener consecuencias muy duras. Es extremadamente injusto y hay miles de personas que estamos dispuestas a acoger a familias, pero no es posible y esto genera mucha rabia y frustración.

¿Qué ha sido lo más difícil y lo más fácil de este voluntariado?

Lo más satisfactorio es colaborar en la medida de lo posible en que la vida sea menos dolorosa para ellos. Esto te enriquece mucho. Y, por otro lado, todos los voluntarios venimos con un daño emocional importante, porque hay historias difíciles de escuchar. Entre otras, te cuentan cómo han visto a sus familiares decapitados y verles jugar con sus cabezas al fútbol a punta de pistola, pérdidas masivas… No hay derecho a que personas que no son responsables de lo que está pasando sufran un calvario tan prolongado. Se está haciendo una recogida de datos para evaluar los daños emocionales de quienes vamos allí como voluntarios. Pero nuestro daño al lado del suyo no es nada, pues allí hay gente que se termina suicidando. No pueden soportar la situación y mantener su esperanza es muy difícil, porque saben que hoy por hoy no hay voluntad política de abrir las fronteras.

Si alguien está pensando en ir a echar una mano a un campo de refugiados, ¿cómo puede hacerlo y con quién se ha de poner en contacto?

“Si quieres ayudar, es muy fácil ir; además, el billete y la vida en Grecia son baratos”

Hay muchos sitios y plataformas que se han creado de forma espontánea por todos los voluntarios. Una de ellas es SOS Refugiados en Facebook. Es una plataforma de voluntarios que se organizaron desde el principio y te dan opciones dependiendo de lo que sabes o quieres hacer (para camioneros, profesores, etc.). Si quieres ayudar, es muy fácil ir; además, el billete y la vida en Grecia son baratos. Vas a un campo y allí encontrarás compañeros con los que compartir una casa. Yo lo recomiendo, porque es nuestra obligación ante un país que está en guerra. A estas personas les ha tocado vivir un horror y va a tener consecuencias para todos. Ellos se sienten acompañados, están agradecidos de que estés allí con ellos y son gente muy cariñosa. Cualquier pequeño gesto que hagas, ellos lo valoran y agradecen un montón. Así que animo a las personas a que den su tiempo y un poco de su dinero, si disponen de 15 o 20 días.

¿Cómo ha sido la vuelta después de abrir los ojos a una realidad tan cercana?

Pasas por varias etapas. Los primeros días tienes todas las imágenes en primer plano y vuelves activado queriendo hacer muchas cosas. Yo me puse en contacto con CEAR para intentar acoger a una familia, pero poco a poco te enfrentas a una realidad muy triste, pues no podemos hacer nada. Hay iniciativas ilegales para traer a personas una por una con DNI falsos, pero con mucho riesgo. De forma legal y autorizada no se puede hacer nada y eso te genera mucha rabia, impotencia y tristeza. No entiendo al Parlamento Europeo y el porqué esta gente no puede venir. Luego te vas recuperando de esa tristeza y estás planificando el siguiente viaje y animando a otras personas a que vayan.

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