Grupos de autoayuda para mujeres, alternativa a los microcréditos

Los préstamos de dinero entre mujeres y los programas de colaboración permiten que ellas desarrollen sus propios negocios o mejoren su calidad de vida y la de sus familias
Por Azucena García 24 de mayo de 2011
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Los grupos de autoayuda se basan en la confianza. Una persona presta dinero a otra sin necesidad de que presente un aval, solo porque confía en que se lo va a devolver. Se basan en el sistema de microcréditos y su objetivo es beneficiar, sobre todo, a las mujeres. Hay dos posibilidades: las propias mujeres de comunidades desfavorecidas se ayudan entre ellas o, gracias a la generosidad de los donantes, reciben una cantidad inicial para poner en marcha un negocio o desarrollar una actividad económica que mejore la situación de su familia y la suya propia.

Imagen: Fundación PRASAD

Microcréditos sin prestamistas

La Fundación Prasad implantó el programa «Entre mujeres» en el Valle de Tansa, en India, para no depender de prestamistas y «poder realizar metas tanto colectivas como individuales que repercuten en todo el grupo». Su finalidad en esta zona es crear comunidades independientes, autosuficientes y autogestionadas. Cuando las mujeres mejoran su situación, los beneficios repercuten a la vez en su familia y en su entorno.

Cada grupo de autoayuda funciona como un microbanco y cuenta con presidente, tesorero y otros cargos electos

Un grupo de autoayuda se asemeja a un microbanco: «Todos los miembros se comprometen a contribuir con una suma de dinero cada mes a un fondo común», explican desde Prasad. La estructura es sencilla. Cada grupo consta de un número máximo de miembros, entre 10 y 20, de quienes se responsabilizan un presidente, un tesorero que también actúa de secretario y otros cargos que se renuevan por un sistema de votación por mayoría. Cada miembro tiene la posibilidad de ocupar un cargo.

La particularidad de estos grupos es que todas las personas que lo conforman colaboran en su mantenimiento. Cada una aporta una cantidad mensual, la recaudación total se guarda en un banco local y cuando algún miembro necesita un microcrédito, lo recibe a un interés nominal, es decir, sin pagar intereses tan elevados como los de un préstamo convencional. Las cantidades que se obtienen sirven para poner en marcha pequeños negocios, en los cuales el propio grupo invierte cuando se generan ingresos, o bien para afrontar gastos de emergencia que de otro modo no se podrían pagar, como un gasto médico o la compra de un libro para el colegio de los niños.

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La labor de Prasad se centra, en especial, en el asesoramiento. Los grupos mantienen reuniones con los miembros de la organización una vez al mes y en este encuentro resuelven sus dudas sobre la gestión del grupo u otros asuntos bancarios. Aunque formar un grupo implica una duración de tres meses, son necesarios hasta tres años para que funcione de modo adecuado, una vez culminado el proceso de aprendizaje, que incluye visitas a otros grupos para conocer el trabajo en la práctica.

Asociaciones de mujeres

La Fundación Vicente Ferrer (FVF) desarrolla también varios proyectos centrados en las mujeres para fomentar su independencia económica y encontrar personas de apoyo. La base son los «shangams», asociaciones formadas por un total de 15 a 20 mujeres. En estos grupos, se relacionan con otras mujeres de su comunidad, se cuentan sus problemas e intentan ayudarse, pero además, deciden «si quieren y pueden optar a un sistema de crédito común».

La organización apoya la creación de minibancos que se nutren de las aportaciones de las mujeres «bajo las condiciones que ellas elijan». Deciden la cantidad inicial para que, de este modo, su economía familiar y personal no resulte afectada, sino que se organicen de la mejor forma posible. Estos minibancos favorecen la creación del Fondo de Desarrollo de la Mujer, un microcrédito al 0% de interés que «debe ser avalado y gestionado por las mujeres del shangam», siempre que hayan demostrado su capacidad de autogestión, precisa la FVF. Todas las mujeres del shangam se responsabilizan de la devolución del préstamo en el tiempo pactado.

Colaborar con las mujeres

Img p3030281 articuloImagen: Fundación PRASAD

Las asociaciones de mujeres que demuestran una buena trayectoria en el sistema de préstamos impulsado por la FVF pueden acogerse al programa «De Mujer a Mujer«. En este caso, dependen de la solidaridad de otras personas, ya que el programa requiere una aportación mensual superior a la que ellas pueden entregar. La donación mensual se fija en nueve euros, un dinero que las mujeres guardan en una cartilla de ahorros y utilizan para abrir una cuenta para sus hijas y participar en un fondo de salud comunitario, que les garantiza una atención sanitaria básica mediante una red de hospitales y clínicas rurales. Cuando deciden invertir ese dinero en alguna actividad, deben consultarlo con el resto de mujeres de la asociación, que ha de dar su visto bueno.

La Fundación Prasad calcula que el coste de cada grupo asciende a 144 euros anuales, por lo que establece una ayuda mensual de 12 euros para las personas interesadas en colaborar con esta iniciativa. Con esta cantidad se abonan los gastos de seguimiento, formación, personal y otros aportados por Fundación Prasad, ya que los préstamos se obtienen de las aportaciones de las propias mujeres. «Con esto se pretende que los grupos no dependan de Prasad para subsistir, sino que sean autosuficientes y aprendan a valerse por ellos mismos», indica David Mendez, presidente de la Fundación Prasad España.

Las mujeres cuentan con apoyo durante todo el proceso de puesta en marcha del grupo hasta su funcionamiento

Los miembros de la entidad son facilitadores del proyecto, acompañan al grupo durante todo el proceso de puesta en marcha hasta su funcionamiento, pero a medida que el grupo se vuelve independiente, aprovechan su experiencia para que sirva de apoyo e inspiración a otros nuevos grupos. David Mendez explica que la mayoría de los donantes son mujeres, a quienes pretenden conseguir «un vínculo de unión y comunicación con las mujeres del Valle de Tansa porque, aunque les separa la distancia, cultura e idioma, en muchos casos, son muy similares». Descarta diferencias cuando se abordan los retos de la vida, «cuando tienen que mirar hacia adelante y luchar por lo que creen, sienten y necesitan», por lo que estima que para muchas mujeres que apoyan este proyecto desde España, las beneficiarias en India son un ejemplo de superación y una fuente de inspiración continua.

Los propios donantes aseguran que el círculo «de dar y recibir» se cumple ya que, con su aportación, ayudan económicamente al mantenimiento de los grupos y esa ayuda, «en cierta forma, les reporta una nueva manera de ver la vida», explica el presidente de la organización. Quienes colaboran con estos proyectos son partícipes del crecimiento de los grupos, apoyan a las mujeres para ser autosuficientes y, a menudo, sienten que el cambio en éstas supone también cambios en su vida. «El auténtico cambio no solo se da en la posibilidad de ayudar a otros, sino que en esa ayuda, uno también puede transformarse a sí mismo y, a la vez, a todo su entorno», concluye David Mendez.

Beneficios para las mujeres

Muchas mujeres que toman parte en este tipo de proyectos se sienten por primera vez valoradas. Son conscientes de que, además de deberes, tienen derechos, aunque hasta el momento no los hayan disfrutado. Sus condiciones de vida cambian. Algunas se relacionan por primera vez con otras mujeres o personas de su comunidad y se apoyan en ellas para salir adelante.

El desarrollo económico de las mujeres les hace ser conscientes de sus derechos y mejora el acceso a la salud y la formación

Un microcrédito concedido a una mujer es la base del futuro familiar, de la autonomía e independencia de ellas. Cuando una mujer es autosuficiente, cuenta con sus propios ingresos, aspira a atención sanitaria, educación y una riqueza que no solo es económica, sino social y personal. En caso contrario, las mujeres quedan relegadas a un segundo plano, siempre al amparo de sus maridos y en una situación total de dependencia.

Mejora también su nutrición, sus posibilidades de futuro y las de los hijos, quienes reciben atención médica y formación, en un ambiente de igualdad que, casi con toda probabilidad, repetirán con sus descendientes y redundará en un futuro igualitario para las niñas. La Fundación Prasad asevera que, incluso, estos programas tienen impacto en el medio ambiente porque ellas desarrollan huertas de cultivo biológico y plantaciones de árboles frutales y tienen una mayor conciencia del cuidado del entorno y de los bosques.

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