Cooperación y nuevas tecnologías

Las ONG han incluido las nuevas tecnologías en su gestión y en el desarrollo de sus programas, pero la brecha digital aún es grande: sólo el 15% de la población mundial tiene acceso a Internet
Por Azucena García 12 de mayo de 2007

El término de la brecha digital ha comenzado a utilizarse en el ámbito concreto de la cooperación por su atractivo para llegar a un mayor número de personas y diseñar iniciativas con una mayor proyección. A pesar del gran desarrollo que Internet ha experimentado en los últimos años, sólo el 15% de la población tiene conexión a la red. Las organizaciones sociales intentan cada día que esta situación cambie y, al igual que ellas recurren a las tecnologías para la gestión de su labor diaria, trabajan por hacerlas llegar a las comunidades más pobres y alejadas. En estos sectores se consigue impulsar principalmente la educación, ya que se permite el acceso a materiales didácticos y horarios flexibles de estudio. Pero, además, muchas personas tienen la oportunidad de recibir y enviar información de una manera sencilla, a través de una cuenta de correo electrónico. Las ONG reclaman, por ello, más ayudas adaptadas a las necesidades del sector.

Un proceso lento

Un proceso lento

Ya sea Internet, el teléfono móvil u otros dispositivos, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) están relacionadas con una mejor calidad de vida o, al menos, con un nivel socioeconómico más alto. No en vano, según Internet World Stats (Estadísticas Mundiales del Internet), que analiza el número de usuarios en más de 240 países y regiones del mundo, de los 785 millones de internautas conectados en 2004, casi el 70% vive en los países industrializados, donde reside el 15% de la población mundial. En otras palabras: mientras que Europa y Estados Unidos suman 450 millones de usuarios, en el continente africano apenas hay cuatro millones.

José Luís Orihuela es profesor del Departamento de Cultura y Comunicación Audiovisual de la Universidad de Navarra y autor del weblog eCuaderno.com. Un experto que asegura que los problemas sociales no tienen soluciones tecnológicas, aunque cree “indudable que la tecnología puede contribuir a que las sociedades más avanzadas tomen mayor conciencia de sus privilegios y de las desventajas de los menos favorecidos”. En este sentido, defiende las campañas canalizadas a través de la Red para la movilización social en defensa de las libertades, los derechos humanos y la dignidad de todas las personas, ya que constituyen una breve muestra del potencial de la tecnología para comenzar a cambiar las cosas. “Reconozco que las revoluciones sociales no se producen como consecuencia de la disponibilidad de la tecnología, sino cuando la gente decide apropiarse de la tecnología para cambiar su realidad y la de los demás”, confiesa.

La educación, principal instrumento del desarrollo económico

La Unión Internacional de Telecomunicaciones considera a la educación como uno de los principales instrumentos para facilitar el desarrollo económico y la mejora del bienestar humano. Apunta a la falta de dinero para material didáctico y a la escasez de profesores cualificados como principales obstáculos para el acceso a la educación, y aboga por las TIC como la fuerza capaz de remover estos impedimentos. Gracias a los ordenadores e Internet, es posible estudiar con un horario flexible, contactar por videoconferencia con cualquier lugar del mundo, obtener material didáctico y adquirir una capacitación que, de otro modo, sería difícil. “De momento, no podemos hablar de una gran evolución al respecto, puesto que los países en desarrollo mantienen una clara carencia de nuevas tecnologías y hasta que no logren solucionarse otros problemas esenciales no logrará incidirse en el área de las TIC. “De todas maneras, cada vez es más común ver a organizaciones y movimientos civiles que apuestan por las nuevas tecnologías como acceso al desarrollo”, explica Laura Prados, responsable de comunicación de la Fundación Codespa, dedicada a la cooperación al desarrollo y a potenciar las nuevas tecnologías en este ámbito.

El objetivo es fomentar el acceso a las TIC para reducir la brecha digital. A través de ellas, las organizaciones sociales dan a conocer la situación en que se encuentran los países más castigados, consiguen sumar fuerzas en torno a un movimiento global cada vez más visible y ayudan a la educación de las comunidades más pobres y alejadas. Internet parece hasta ahora la tecnología idónea para ello, sin embargo, el proceso es lento y el acceso a la red todavía es limitado en los países en desarrollo, donde una de las tecnologías que más implantación ha logrado es la telefonía móvil. Para Prados, “resulta asombroso ver cómo en comunidades que jamás han contado con la infraestructura adecuada para crear una red de telefonía fija, ahora cuentan con móviles de última generación”. También Elena Acín, directora de la Fundación Chandra, lamenta que muchas veces se asocie brecha digital sólo con ordenadores frente al uso extendido del móvil. “Para analizar este fenómeno hay que tener en cuenta también el uso de estos dispositivos”, reclama.

Resultados

En los últimos años, la aplicación de las TIC en el ámbito de la cooperación al desarrollo no ha obtenido los resultados que se esperaban. Ancín destaca que la brecha digital es todavía “grande”, incluso en España, donde el acceso a las nuevas tecnologías es aún menor “en todo el mundo rural y dentro de los propios núcleos de las ciudades”. Por su parte, Víctor Marí, profesor de Teoría de la Comunicación en la Universidad de Cádiz, y autor del libro ‘La Red es de todos. Cuando los Movimientos Sociales se apropian de la Red’, cree que las TIC han demostrado que pueden ser muy útiles en el trabajo solidario, pero coincide en que los resultados aún son deficitarios. “Sólo el 15% de la población mundial accede a Internet y, aunque es cierto que esta cifra va creciendo, estamos hablando de que el 85% de la población mundial no accede a este recurso. Los sectores excluidos de la sociedad deben tener un acceso a este recurso para que no se dé un nuevo grado de exclusión más”, añade.

Para Marí, en algunos casos, la brecha digital está vinculada con la brecha estructural, de manera que quienes se quedan fuera de la sociedad de la información son los mismos que se están quedando fuera del acceso a recursos básicos como agua, educación o salud. En este sentido, apuesta por buscar un mejor aprovechamiento de las nuevas tecnologías en los países del Sur y no pensar en un único modelo de introducción o de utilización de las TIC. “Tienen que ser las propias comunidades o usuarios quienes detecten para qué pueden ser más necesarias, que no se lo impongamos desde los países del Norte. Así, en unos lugares las plataformas virtuales pueden ser útiles para facilitar el acceso a la educación y, en otros, para que la gente tenga, como mínimo, una cuenta de correo electrónico para que pueda comunicarse”, explica.

“Las organizaciones sociales todavía deben dar un paso más y descubrir que las tecnologías no sólo sirven para transmitir información, sino también para construir redes, establecer vínculos con la sociedad y poner en marcha propuestas comunicativas interactivas que rompan ese modelo de dependencia de un emisor que lanza y muchos que escuchan pasivamente”, constata Marí. En esta línea, Elena Acín subraya que las nuevas tecnologías han ayudado muchísimo. “Se llega a sitios donde antes no se podía y la información se puede organizar de un modo mucho más eficiente, aunque afrontar el reto de la brecha digital implica una actuación coordinada de la Administración, las empresas y las organizaciones sociales”, añade. En esta labor, son precisamente estas organizaciones las que se hallan más cerca de esos colectivos tan necesitados que no pueden acceder a las tecnologías y a las que hasta ahora se ha dejado de lado.

Aplicación en la gestión de las ONG

Las tecnologías de la información y la comunicación ofrecen interesantes ventajas a las ONG. Pueden ser utilizadas para realizar campañas de sensibilización, dar a conocer la actividad de una a organización, captar fondos o atraer a nuevos socios. Son, en definitiva, una importante herramienta para la gestión de los movimientos sociales. “Ayudan mucho en la gestión de las ONG para trabajar en red y coordinar la labor de las distintas personas de la organización, sobre todo, si se trabaja en oficinas distintas y hay modelos de trabajo que permiten el teletrabajo”, reconoce la directora de la Fundación Chandra. Si olvidar -añade- que también ayudan a reducir costes, gracias a las llamadas a través de Internet, y permite inventar nuevos modos de llegar a las personas.

Para Jaume Albaigès, autor del blog TecnolONGia.org, sobre la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación en las organizaciones no lucrativas (ONL), el objetivo es precisamente ése. “Las ONL deben percibir que el uso adecuado de las TIC puede contribuir en positivo en muchos ámbitos de su actividad, probablemente en casi todos”. La mayor parte de las organizaciones realizan ya las tareas administrativas y de contabilidad con ordenadores, y disponen de conexión a Internet. Pero ésas son, según Albaigès, “realidades muy elementales”. “Mi deseo es difundir la idea de que no sólo en la parte de gestión, sino probablemente también en muchas de las actividades orientadas al cumplimiento de su misión fundacional, las TIC pueden tener un papel clave, ya sea incrementando el impacto directo de la actividad, reduciendo el número de recursos necesarios para su realización, apoyando su gestión propia o usándola como canal, soporte, medio o herramienta”, agrega.

Hasta ahora, las TIC no han tenido una atención preferente por parte de las organizaciones, por lo que Albaigès anima a cambiar esta situación y las insta a averiguar en qué áreas, procesos, proyectos o actividades las tecnologías podrían ayudar más. Asimismo, aboga porque las organizaciones conozcan la experiencia y las buenas prácticas de entidades afines, definan un plan de acción en materia de TIC, doten a empleados y voluntarios de la formación adecuada y evalúen los resultados de las medidas aplicadas. “La parte deficitaria es que las nuevas tecnologías, sobre todo Internet, suelen incorporarse en la gestión de la información o a departamentos de administración, pero no se las suele ver como una herramienta muy útil y potente para la interactividad e interrelación entre las ONG y los ciudadanos”, lamenta Víctor Marí.

Por su parte, Laura Prados considera que las nuevas tecnologías “han revolucionado el mundo de las ONG” y recuerda que desde los años 90 a la actualidad las organizaciones no lucrativas se han visto obligadas a abandonar sus antiguas técnicas de trabajo y de recopilación y gestión de información para enfrentarse a un mundo nuevo de posibilidades sobre el tratamiento de datos. La interconexión y la inmediatez que genera la red han permitido un mayor seguimiento de los proyectos, han acercado a las organizaciones y personal en el terreno, y han ahorrado un tiempo que ahora se invierte en evaluar el impacto de los proyectos. “La comunicación entre los expatriados y los trabajadores en España es muy ágil ahora y los problemas que se generaban en cuanto a la capacidad de rendir cuentas, de elaborar informes finales o de justificar donaciones, se ha resuelto”, precisa.

Las ayudas son insuficientes

Pensar en la implantación de nuevas tecnologías es pensar en inversión económica. Precisamente, este es el factor que suele frenar el desarrollo de las TIC. Además, el estudio ‘Políticas públicas en materia de nuevas tecnologías, las ONG de acción social y los colectivos desfavorecidos’, de la Fundación Luis Vives, apoyado por la Fundación Un Sol Món, destaca otros factores también relacionados con el dinero. Según este informe, tanto las comunidades autónomas como la Administración ofrecen ayudas y líneas de financiación susceptibles de ser aprovechadas por la población en situación de exclusión y por las ONG de acción social, pero advierte de que las convocatorias con mayor presupuesto no se adaptan de forma específica a las necesidades del sector. En concreto, detecta una doble problemática: por un lado, hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones son convocatorias que no han sido específicamente diseñadas para este tipo de entidades, por lo que no se tienen en cuenta sus problemas específicos. Por otro, no hay que olvidar que en ocasiones se dan requisitos formales que sólo permiten la entrada a unas cuantas organizaciones, no a todas.

Nuevas herramientas de innovación

Desde Codespa. Laura Prados explica que ante la falta de recursos las organizaciones se han visto obligadas a innovar y a crear nuevas herramientas tecnológicas de información. “Por ejemplo, una de las iniciativas ha sido la proliferación de algunas entidades no lucrativas dedicadas expresamente a asesorar y a ofrecer herramientas tecnológicas alternativas. Ofrecen programas gratuitos o a bajos costes, que van desde la creación de páginas web hasta la gestión administrativa de información”, indica. Para Víctor Marí, “un caballo de batalla hoy en día es todo lo que gira en torno al software libre y en qué medida las administraciones públicas son pioneras y facilitan la apuesta de las ONG, de los movimientos sociales, por este software, porque es más coherente y permite que las tecnologías lleguen más a la ciudadanía”.

En opinión de Elena Acín, más que quejarse por la falta de ayudas, “hay que preguntarse a qué se destinan esas ayudas”. En este contexto, señala que el Plan Avanza del Ministerio de Industria, para afrontar el reto de la sociedad de la información, es interesante, pero reprocha que se centra mucho en dotar de medios tecnológicos a las empresas y a la Administración Pública, mientras que a las ONG les confiere un papel marginal. “No se habla directamente de las ONG, sino de los ciudadanos, y no se tiene en cuenta que los ciudadanos están autoorganizados, aglutinados en organizaciones sociales, y su necesidad de fortalecerlas”, manifiesta. Entre sus ayudas, el Plan Avanza cuenta con el denominado Préstamo Ciudadanía Digital, un producto que tiene como objetivo financiar a los ciudadanos en general para la adquisición de equipos con capacidad de conexión a Internet y, opcionalmente, software, antivirus, periféricos y el alta en servicio de conexión a Internet de banda ancha, pero no hay un producto específico para las organizaciones sociales.

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