Fomentar la participación infantil y juvenil

Save the Children impulsa el asociacionismo entre los menores para que sean ellos mismos quienes defiendan sus derechos
Por Azucena García 11 de marzo de 2009
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Imagen: Ned Horton

La participación infantil es fundamental para conocer y resolver las cuestiones que afectan a niños y adolescentes desde su propia perspectiva. Apuesta por dar la voz a los menores para que sean ellos quienes se defiendan a sí mismos. Pretende que sean escuchados en aquellas cuestiones que les atañen y que sus opiniones «sean tenidas en cuenta». Con este fin, la ONG Save the Children (STC) desarrolla diversos programas de participación porque, a su juicio, ésta «supone el camino a una sociedad más justa». «Educar para la participación es educar para la paz y el civismo», recalca.

Los pequeños son ciudadanos con derechos. Se debe respetar su papel como miembros activos de la sociedad y facilitarles espacios de participación. Habría que fortalecer e impulsar las organizaciones de niños y adolescentes. En cuanto a las características de esta participación, STC considera que debería ser voluntaria, utilizar los canales adecuados a la edad «intelectual y cognitiva» de los menores y apoyarse continuamente en el diálogo.

Los programas que se desarrollan en la actualidad defienden, en este sentido, que los foros tengan lugar en un entorno próximo a los pequeños. Asimismo, se completan con acciones de animación para niños y jóvenes y acciones de sensibilización dirigidas a la población adulta.

Líderes infantiles

El objetivo para STC es conseguir que «ser menor de edad no signifique ser menor en derechos» De hecho, los programas se llevan a cabo en nuestro país y en otros puntos del extranjero. Se realiza una labor global: «Su bienestar es una prioridad en cualquier lugar del mundo». Las áreas de trabajo son, entre otras, educación, salud, nutrición, trabajo infantil, prevención del abuso sexual y reunificación de los niños con sus familias tras catástrofes y guerras.

El objetivo es conseguir que «ser menor de edad no signifique ser menor en derechos»

En Perú, un programa desarrollado con jóvenes de barrios populares con altos índices de pobreza, en San Juan de Lurichango, intenta que estos refuercen su capacidad organizativa, gestionen proyectos productivos y constituyan microempresas que contribuyan al desarrollo de su distrito y les proporcionen fuentes de trabajo. El programa les permite conocer la situación socioeconómica del entorno, organizarse e impulsar el desarrollo local a través de su participación en los canales adecuados.

La figura del líder es clave en estos proyectos. En esta línea, un programa desarrollado en Honduras identifica líderes infantiles y juveniles a los que instruye en la creación de organizaciones. A través de ellos, se llega a otros menores en diferentes espacios como centros escolares, colonias o el propio municipio. El fin es contribuir a que se produzcan cambios en las condiciones de vida de los menores en situación de mayor desventaja económica y social.

La tarea es más amplia en Ecuador. Allí se promueve que niños y adolescentes participen en la toma de resoluciones del Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia y de los Concejos Cantonales. Los menores acuden a talleres de capacitación sobre cumplimiento y exigibilidad de sus derechos, mientras que líderes comunitarios y agentes sociales se acercan a los mecanismos de protección ante violaciones de los derechos de la infancia. Se fomenta la participación de todos en la «promoción, defensa y exigibilidad» de los derechos de la niñez y la adolescencia.

Infancia y proceso migratorio

Los programas que se desarrollan reservan un apartado especial a las migraciones y los efectos en la población infantil y adolescente. Uno de los más importantes se centra también en Ecuador, donde “gran cantidad de su población se ha trasladado a otras regiones, e incluso fuera del país”. A juicio de STC, el fuerte impacto de este fenómeno propicia una visión estereotipada de quienes migran y ha instaurado, tanto en Ecuador como en España, “una incomprensión sobre la migración que hace difícil la integración de personas de otros países”.

Los proyectos se acercan a la escuela y espacios de ocio y tiempo libre frecuentados por menores para que vean la migración como una realidad y conozcan sus efectos. De manera paralela, se apoya a quienes quieren poner en marcha pequeñas empresas, para que encuentren alternativas a la emigración, y se anima a jóvenes en situación de riesgo social a acudir a una escuela taller donde reciben formación.

Los menores son y deben ser partícipes de las decisiones que marcan su vida y su entorno

Mientras, en lugares de destino como Madrid y Comunidad Valenciana, se fomenta la participación infantil en el proceso migratorio, se organizan actividades de sensibilización entre los estudiantes, se favorece la convivencia intercultural, se llevan a cabo talleres de apoyo a padres y se promueven iniciativas de la Red Unidos Somos Más (integrada por diversas asociaciones de inmigrantes).

Lo importante es visibilizar a la infancia en el proceso migratorio, “que comprendan que son y deben ser partícipes de las decisiones que marcan su vida y su entorno”. Para STC, los menores son “particularmente vulnerables” cuando migran o son refugiados. Sin embargo, sus opiniones no siempre se tienen en cuenta. Se enfrentan a situaciones difíciles tanto si se quedan en su país de origen como si emigran. Por esta razón, se impulsa el trabajo con redes y asociaciones que enfocan su labor hacia los hijos de migrantes y niños refugiados, con los que se contacta a través de grupos de ocio y tiempo libre o talleres culturales, deportivos y de uso de nuevas tecnologías.

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