África subsahariana, ¿eterna olvidada?

Millones de personas viven en situación de precariedad, pero la ayuda es escasa y no cubre la falta de agua, alimentos y refugio
Por Azucena García 8 de diciembre de 2009
Img escuela africa
Imagen: Living in Kuito

Es una de las zonas más conflictivas y deprimidas del mundo. Sin embargo, África subsahariana permanece en silencio. Las voces de quienes viven sumidos en la pobreza no se oyen, a pesar de que se cuentan por millones. Sus principales necesidades son agua, alimentos y refugio. El ACNUR protege a un total de 5.697.170, los niños suponen casi 2,3 millones. No sólo la población afectada padece las consecuencias, sino también los países vecinos, que reciben cada día a miles de refugiados. Hacinamiento y falta de recursos básicos son las prioridades que se deben atender.

Los campos de refugiados son el hogar de millones de personas en todo el mundo. Un hogar apenas compuesto por una tienda de campaña y escasos recursos. En África subsahariana, son habituales en Sudán, Chad, Etiopía, Eritrea, Yibuti, Uganda, Somalia, Kenia y República Democrática del Congo. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que más de dos millones de niños refugiados sufren «algún tipo de situación crítica referida al suministro insuficiente de agua, alimentos o refugio».

ACNUR reconoce que en algunos casos se han colapsado las infraestructuras y la capacidad de los campos de refugiados

Los conflictos bélicos de diversos países de la zona han propiciado flujos masivos de refugiados y desplazados internos. En algunos casos, reconoce el ACNUR, incluso se han colapsado las infraestructuras y la capacidad de los campos de refugiados. «Un claro ejemplo de este trágico fenómeno son los campos de Dadaab, en Kenia, que reciben un flujo de más de 8.000 refugiados somalíes al mes y que en la actualidad acogen a más de 280.000 personas». Se pensaron para atender a 90.000.

Se conciben como zonas de refugio, a salvo de hambre o guerras, pero la situación en algunos campos se ha tornado insostenible. En ellos se ha declarado una situación de emergencia humanitaria. La peor parte se la llevan los desplazados internos, unas 700.000 personas en tierra de nadie, repartidos entre Kivu Sur (República Democrática del Congo) y Afgooye (Somalia), «que viven en condiciones desesperadas de hacinamiento extremo y que necesitan con urgencia tiendas de campaña y otros artículos básicos».

Caravana por los refugiados

Puesto que no sólo los países aquejados de esta situación, sino también las zonas vecinas que los rodean y acogen a los refugiados, se enfrentan a un escenario delicado, el ACNUR ha puesto en marcha una iniciativa denominada «La caravana de los refugiados».

El objetivo es reunir 250.000 euros para enviar «la mayor cantidad posible de ayuda humanitaria». Se pretende cubrir las necesidades básicas de nutrición, consumo de agua potable y refugio. Las aportaciones económicas se traducirán en 550 tiendas de campaña, 500 hornillos, 815 mantas, la excavación de 30 pozos de agua, la instalación de 45 puntos de suministro de agua de seis grifos cada uno, 2.500 cartones de Plumpynut, 3.000 cartones de leche terapéutica F100 y reconocimientos médicos para evaluar los niveles de desnutrición de 8.400 niños, enumera la organización de Naciones Unidas.

Ésta evaluará la situación de cada uno de los campos de refugiados que están bajo su amparo para repartir la ayuda de forma justa, entre las zonas del África subsahariana que más la necesiten. La atención se prestará de manera especial a los niños.

Dadaab y Afgooye

Están considerados como “el más claro ejemplo de infraestructuras para el refugio colapsadas”. Los campos de refugiados del ACNUR en Kenia acogen a 488.520 personas: 50.500 han llegado durante el segundo semestre de este año. La organización remarca que, ante esta situación, la planificación y la asignación de recursos son complicadas. El flujo de desplazados es continuo.

La planificación y la asignación de recursos son complicadas porque el flujo de desplazados es continuo

El futuro pasa por aumentar la capacidad de acogida, rehabilitar el campo de Kakuma e instalar uno nuevo. “Los campos de Dadaab acogen al triple de la población para la que fueron diseñados”, señala ACNUR, que estima que se necesitan 1.727.421,50 euros adicionales para hacer frente a sus necesidades.

No obstante, recuerda que la situación en los asentamientos de desplazados internos somalíes en el corredor de Afgooye, “a unos 30 kilómetros de Mogadiscio”, es todavía peor. Asegura que en este lugar 524.000 personas sobreviven “en condiciones infrahumanas” y se sufren “serios problemas de acceso para entregar la ayuda humanitaria”.

Por todo ello, pide atención para África subsahariana, que no se la olvide a pesar de que las imágenes de tragedia parezcan siempre las mismas porque son diferentes. Se repite el fondo, pero las personas cambian cada día a la espera de una ayuda que no termina de llegar en cantidades suficientes.

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