Somos solidarios desde que nacemos

El carácter solidario de una persona responde a causas neurobiológicas, aunque también es posible desarrollarlo a través de la empatía
Por Azucena García 7 de marzo de 2014
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Imagen: leann_b

Nacemos solidarios. Al menos en parte. Nuestro cerebro guarda la información que determina la capacidad de querer ayudar a los demás y, el resto, se aprende con los años. Una parte de neurobiología y otra de empatía son las claves que determinan el carácter solidario de las personas. Este comportamiento está marcado desde pequeños, pero además, los niños pueden potenciarlo con su implicación en acciones sociales que comparten con los padres. Una de ellas es el voluntariado. Está demostrado que ayudar a los demás genera un bienestar que sirve de estímulo para repetir estas acciones.

La solidaridad está en el cerebro

La solidaridad humana tiene base en la neurobiología. Al nacer, el cerebro cuenta con información precisa que determina el nivel de solidaridad que desarrollará la persona. Un estudio llevado a cabo por científicos japoneses del Instituto de Neurología de la Universidad de Tamagawa ya determinó que las personas más dispuestas a ayudar registran una actividad mayor en la amígdala del cerebro. Pero además, señala el neurocientífico Oscar Vilarroya, la solidaridad se puede potenciar a través de la empatía.

La actividad del cerebro determina el nivel de empatía de las personas

La escritora y filósofa Elsa Punset defiende que las personas son empáticas desde que nacen. De hecho, considera que esta capacidad ha sido estratégica para que la especie humana haya evolucionado. Permite ponerse en el lugar del otro, protegerle y preservar así la especie, mediante el apoyo a quienes lo necesitan.

Algunos estudios, incluso, han considerado que la satisfacción lograda al ayudar es entendida por el cerebro como un premio, que reaccionaría incrementando los niveles de felicidad. Por este motivo, los comportamientos solidarios se repetirían para reproducir esa sensación de bienestar. La solidaridad actuaría como un estímulo e impulsaría a nuevos actos que proporcionaran esa sensación.

Cómo potenciar la solidaridad

La empatía es propia del ser humano, aunque no todos cuentan con el mismo grado. Hay quien es más y menos empático. No obstante, la capacidad de identificarse con el estado de ánimo de otra persona se puede aumentar. Está comprobado que los resultados son mejores si las actitudes solidarias se desarrollan desde pequeños, aunque también los adultos cuentan con recursos.

La empatía, además de ser innata, se aprende por imitación

Los padres pueden ayudar a los hijos a fortalecer su carácter solidario. La mejor manera de adquirirlo es por imitación. Los progenitores pueden realizar acciones solidarias con sus niños o implicarles en estas. Es posible organizar un evento solidario, como cumpleaños o comuniones, cuya recaudación se destina a un proyecto social; realizar tareas de voluntariado en familia, como ayudar a limpiar una zona natural; o apadrinar un niño e implicar a los hijos en el proceso.

Adquirir esta costumbre desde pequeños ayuda a mantener este comportamiento en la etapa adulta. Pero además, reporta felicidad a las personas, por lo que este tipo de acciones se repiten. La solidaridad engancha. «Muchas investigaciones relacionan altruismo con efectos beneficiosos sobre la salud», apunta Elsa Punset.

Ser solidario, ser voluntario

El voluntariado es algo “socialmente positivo”, por lo que causa una satisfacción personal que genera bienestar

El voluntariado es una de las acciones que más se relaciona con la solidaridad. A menudo esta se funde con la ayuda que se presta a los demás. Más que una donación monetaria, se entiende que quien dona su tiempo a una buena causa alcanza un nivel de compromiso mayor. Es más empático.

Fernando Chacón, decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, explica que el voluntariado es algo “socialmente positivo”, por lo que causa una satisfacción personal. El hecho de no ser remunerado es una prueba. Los voluntarios se sienten reconocidos por el agradecimiento de las personas más que por una remuneración económica.

La crisis ha propiciado un aumento del número de voluntarios. Hay un 30% más de voluntarios, hasta 700.000 personas, según datos de la Plataforma del Voluntariado de España. Esta organización plantea impulsar el voluntariado desde la educación, así como mantener las acciones de sensibilización a la sociedad “sobre la importancia de asumir un compromiso social y de colaborar en acciones de voluntariado”.

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