Vídeos digitales en Internet

Al igual que ha sucedido con las fotografías, los cortometrajes digitales invaden la Red
Por Jordi Sabaté 29 de diciembre de 2005

Paisajes grabados desde la ventana de un coche, reuniones de amigos, bailes absurdos, caídas graciosas, parodias de políticos o ficciones elaboradas con una elevada carga irónica: todo vale en la nueva moda de los cortometrajes digitales que se alojan en Internet. Basta con una conexión de banda ancha y una videocámara para realizar estas piezas de corta duración que, en algún caso, han llegado hasta la antesala de los Oscar.

Bajo presupuesto y elevado ingenio

El mínimo necesario para realizar un vídeo digital son los 300 euros que cuesta una videocámara de rango medio-bajo y una conexión ADSL de, al menos, medio Megabyte por segundo. También se puede realizar un corto con un teléfono que permita grabar imágenes. Con esto, y con muchas ganas de grabar todo lo que acontezca alrededor del usuario, se puede llegar a la ceremonia de los Oscar, como le sucedió al español Nacho Vigalondo con su cortometraje ‘7:35 de la mañana’. Aunque sin tener que aspirar a tanto, también se puede conseguir un cierto prestigio en la Red si los resultados del cortometraje digital merecen la pena al resto de los internautas.

La clave de la popularidad online no reside en ser técnicamente perfecto, sino en exhibir unas elevadas dosis de ingenio, originalidad e ironía. Hay que pensar que la visión de un vídeo por Internet está muy limitada por el reducido espacio y la poca resolución de imagen que pueden ofrecer los reproductores multimedia (programas como Windows Media, QuickTime o RealPlayer), por lo que siempre destacarán más los aspectos argumentales que la precisión óptica de la grabación. Aún así, hay muchos usuarios que, sin ninguna ambición artística, dejan sus grabaciones en Internet para compartirlas con amigos lejanos o por el mero hecho de divertirse.

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Cultura libre

Independientemente de la calidad de las grabaciones, la cuestión de fondo para el ‘videoartista’ es darse a conocer. Desde el colectivo sevillano audiovisual videocámara actual, que graba en cintas MiniDV con una calidad semiprofesional, o con una cámara fotográfica que permita almacenar pequeños archivos de vídeo en sus tarjetas de memoria, es relativamente sencillo pasar las imágenes grabadas a Internet en uno de los muchos formatos de compresión de archivos de vídeo que existen. Basta con conectar la cámara, o la tarjeta de memoria, al ordenador y descargar las imágenes al disco duro determinando el formato deseado. Si se quiere, las imágenes se pueden editar posteriormente con programas de edición conocidos como ‘contenedores multimedia’.

El contenedor multimedia profesional más popular es Avi. Éste es el contenedor que utiliza el editor de vídeos de Windows, conocido como Movie Maker e integrado en el escritorio de Windows XP. Sin embargo, tanto Avi como otros programas de edición, como OGM y Matroska, pueden funcionar en la mayoría de sistemas operativos. Los contenedores multimedia funcionan de una manera muy similar a los sistemas de montaje de las películas de celuloide, pero con ‘cinta virtual’. En la pantalla del monitor aparecerá el vídeo grabado, expuesto linealmente por secuencias (al estilo de los fotogramas), y separado en pistas de vídeo y audio. El usuario sólo tendrá que ir ‘cortando’ y ‘pegando’ las secuencias que le interesen hasta montar su cortometraje.

Sitios web para alojar y compartir vídeos

Una vez que el vídeo ha sido comprimido y editado con el contenedor multimedia, el resultado ya puede circular por la Red. Habrá, pues, que subirlo a Internet para que los demás usuarios puedan verlo. Para servir a este propósito, han aparecido en el último año numerosas páginas web destinadas a alojar vídeos digitales de realizadores amateurs. Su objetivo es albergar cuantos más cortometrajes mejor y compartirlos con los demás usuarios, en la línea del portal de fotografías Flickr.

Este tipo de sitios web funcionan de un modo muy simple, permitiendo cargar el vídeo a la página directamente desde la videocámara, o la tarjeta de memoria, y utilizando el ordenador solamente como puerto de acceso a la Red. Una vez subido, el cortometraje pasa a estar en exposición pública para ser sometido al juicio de la comunidad. Todos estos portales muestran, junto al vídeo, el nombre del autor y el título, además de permitir que los internautas expresen su opinión sobre la calidad de lo que están viendo: la valoración media varía de una a cinco estrellas. De este modo, los demás usuarios podrán tener una opinión sobre si merece la pena, o no, perder unos minutos ojeando el corto.

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  • YouTube: Se trata de un portal muy parecido a las páginas sociales Flickr y Del.icio.us, tanto en la filosofía como en el modo de funcionar. Es un servicio gratuito que permite subir a la Red los vídeos (desde el disco duro del ordenador, la videocámara o el teléfono celular) siempre que pesen menos de 100 Megabytes, clasificarlos por etiquetas (tags) y albergarlos indefinidamente. Además, permite compartirlos con los amigos y tener una página personal para guardar tanto los vídeos propios como aquellos que al usuario le hayan gustado especialmente. Acepta los formatos .AVI, .MOV y .MPG, pero no otros. También permite sindicar los nuevos vídeos entrados a la página por otros usuarios mediante fuentes RSS.

  • Vimeo: Su funcionamiento y sus posibilidades son prácticamente las mismas de YouTube. Sin embargo, Vimeo añade la posibilidad de descargar los vídeos al ordenador, cosa que no es posible en YouTube. El usuario también puede publicar los vídeos que más le hayan gustado en su blog mediante un sencillo enlace (algo que también se puede hacer con YouTube). Además, muestra al autor del cortometraje qué blogs le están enlazando. Sus inconvenientes son que algunos vídeos sólo se reproducen en la versión más avanzada de QuickTime (por lo que será necesario descargarla al escritorio para verlos, con la consiguiente descarga del pesado reproductor de música iTunes) y que no permite sindicar las nuevas entradas de vídeos en fuentes RSS.

  • VideoEgg: Se trata de un sistema de publicación de videos en blogs (práctica conocida como ‘vloggin’) que traduce cualquier archivo multimedia a un formato único de compresión y reproducción. La principal ventaja de este sistema de publicación es que compatibiliza todo tipo de formatos, de modo que el usuario no tiene que descargar versiones variadas de programas de reproducción para ver los vídeos, ni preocuparse de los formatos en que graba su videocámara a la hora de publicar sus cortos. Recientemente, VideoEgg ha llegado a un acuerdo con la empresa Six Apart para incluir esta herramienta en su popular sistema de publicación de blogs TypePad.

  • Yashi y vSocial: Son dos ejemplos de nuevas páginas para alojar vídeos que se suman a las ya existentes. Su principal ventaja es que aceptan más formatos de compresión que las anteriores. Por lo demás, por su funcionamiento y filosofía, son muy parecidas a la de mayoría de sitios web del estilo. Como curiosidad, vSocial permite también alojar Podcast y sindicarlos en el software iTunes para luego pasarlos al reproductor de audio iPod.

Vídeos con arte

Existen algunas páginas que no alojan cualquier vídeo, sino que trabajan en una vertiente más elaborada que el mero hecho de compartir grabaciones sin editar con el resto de los internautas. Para que un vídeo sea aceptado en ellas, debe tener una mínima calidad técnica además de aportar originalidad y un cierto sentido argumental, casi siempre guiado por el sarcasmo. En este apartado se sitúa Darlugo, un portal en el que los cortos pasan un control de calidad previo y reciben una calificación de referencia por parte de los editores.

En Darlugo se pueden encontrar vídeos que parodian anuncios televisivos, escenas cómicas o burlas de destacadas personalidades estadounidenses, entre las que se lleva la palma George W. Bush, al que diversos cortos le dedican ácidas críticas. También hay en este sitio cortometrajes que denuncian las atrocidades de la guerra de Irak y critican otras cuestiones del ámbito nacional americano que distan de ser graciosas. Es así como los sitios para publicar y compartir vídeos pueden ser, además de lugares entretenidos, refugios para la critica política y social.

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La comedia satírica triunfa en la Red

En un tono mucho más humorístico, pero igualmente crítico con la política oficial norteamericana, se sitúa Comedy Central, la página web de la cadena televisiva por cable del mismo nombre. Comedy Central ofrece online todos los ‘shows’ del cómico estadounidense Jon Stewart, un sarcástico analista de la actualidad norteamericana. Juan Pablo Seijo, director publicitario que ha trabajado once años en televisión, considera esta página la mejor muestra de que existen alternativas a la televisión convencional: “En Comedy Central se ríen de la CNN y la Fox; de hecho, es como si un Leo Bassi contenido mirara la tele americana, viera todos aquellos trucos que utilizan ahí y pensara en como usarlos en su ‘show’”.

El ‘show’ de Stewart se basa en parodias cargadas de sarcasmo de los telediarios de las grandes cadenas, pero también contiene entrevistas diarias a celebridades del cine, la música o la política en las que pone en situaciones embarazosas a sus entrevistados. “Jon Stewart es el único cómico que conozco, aparte de Jay Leno (de la cadena NBC), que es capaz de hacer una entrevista a una celebridad en cinco minutos y parecer que no le pregunta nada sobre guión a la vez que no deja de reírse del entrevistado”, asegura Juan Pablo Seijo.

El pasado septiembre la revista Wired escribía lo siguiente sobre Jon Stewart: “Entre blogs enlaces y descargas P2P, hay más cientos de miles de personas mirando sus vídeos online que viéndolo por televisión. En otras palabras, el ‘show’ diario de Stewart hace un satírico repaso de la actualidad televisiva del día que el usuario puede consumir cuando quiera, donde quiera y en el aparato que quiera”.

Aparte de Stewart, Comedy Central alberga a otros cómicos igualmente sarcásticos con la realidad norteamericana, algunos ingeniosos montajes, juegos y capítulos de la serie South Park.

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