Entrevista

Tim O’Reilly, propietario de la editorial de libros de informática O’Reilly Media y creador del concepto Web 2.0

Hay que buscar un equilibrio entre el beneficio de la inteligencia colectiva y el riesgo de revelar nuestros datos
Por Benyi Arregocés Carrere 26 de octubre de 2006
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Tim O’Reilly es uno de los grandes líderes de opinión de Internet. Este irlandés criado en San Francisco (Estados Unidos) fundó en 1978 la prestigiosa editorial de libros de informática O’Reilly Media y suyos son varios de los primeros hitos de la Red. Por ejemplo, en 1993 creó el primer portal comercial y en 1998 colaboró en acuñar el término ‘Código libre’. Por otro lado, a O’Reilly se le conoce mundialmente por haber inventado el concepto de Web 2.0, que designa la evolución actual de Internet hacia mayores grados de interactividad con un funcionamiento cada vez más sencillo e intuitivo y con la web como elemento central. Este concepto ha calado en la opinión pública y muchas empresas y proyectos se etiquetan con él. Sin embargo, según la definición de O’Reilly, sólo pueden asumirlo aquellos que toman la Red como plataforma central para desarrollar sus aplicaciones y que otorgan el protagonismo a los usuarios, que crean el maremágnum de contenidos que conforma el gran atractivo de cada empresa.

Usted acuñó el concepto de Web 2.0, tras observar la evolución de Internet. En la Web 2.0 los usuarios son los protagonistas y crean los contenidos, pero al mismo tiempo desvelan sus datos personales, profesionales, sus gustos, etc. Como experto conocedor del tema, ¿puede estar tranquilo el usuario o peligra su intimidad?

“Habrá una tensión entre la descentralización del P2P y la centralización de las empresas 2.0, porque para tener un efecto red se necesita cierto grado de control central”
Al igual que con cualquier tecnología existen partes positivas y negativas. El problema más importante de la tecnología es que conlleva nuevos riesgos y nuevos beneficios, así que en la era de la Web 2.0 hay que buscar un equilibrio entre, por un lado, este beneficio de la inteligencia colectiva y, por otro lado, el riesgo de revelar nuestros datos. Pero la gente está dispuesta a buscar este equilibrio. Lo mismo ocurre cuando se utiliza una tarjeta de crédito. Este equilibrio entre la intimidad y los beneficios cambia con el paso del tiempo.

La mayor parte de los servicios de la Web 2.0 son rápidos, cómodos, permiten compartir de todo, por ejemplo, vídeos, fotos, direcciones favoritas, noticias, pero siempre el control recae sobre una empresa que centraliza toda la actividad y que incluso se atribuye derechos sobre los contenidos de los usuarios. Frente a esto nos encontramos con la libertad de los programas ‘peer to peer’ (P2P) descentralizados, que también permiten compartir todo tipo de archivos digitales, pero que están controlados por los propios usuarios. ¿La Web 2.0 se contrapone a los programas ‘peer to peer’? ¿Qué concepto prevalecerá, Web 2.0 o P2P?

“El modelo Web 2.0 prevalecerá sobre el modelo P2P, pero creo que habrá elementos de ambos”
En primer lugar diría que cuando utilizo el término Web 2.0 estoy hablando del fenómeno más amplio de Internet. En las redes P2P hay un cierto grado de libertad del usuario, pero no es muy grande. Miremos el caso de Skype, que tiene una centralización del poder, al igual que Google, y lo mismo ocurre con Napster. En realidad el usuario no tiene el poder porque la plataforma se encuentra controlada por alguien, así que yo creo que vamos a ver, incluso en las redes P2P, que habrá una tensión entre la descentralización y la centralización, porque para tener un efecto red se necesita cierto grado de control central. En las redes P2P se encuentran los ‘SuperPeers’, por ejemplo. Es cierto que algunas plataformas están más descentralizados que otras, pero al final muchos de los beneficios requieren un cierto grado de centralización del poder. Por lo tanto, yo diría que el modelo Web 2.0 prevalecerá sobre el modelo P2P, pero creo que habrá elementos de ambos.

Usted es un firme defensor de los programas de código libre. ¿Cómo ve la actual situación de estos programas? ¿Por qué se expanden tan despacio este tipo de programas entre los usuarios domésticos?

“¿Cuál es la aplicación más utilizada de Linux hoy? Probablemente Google, que se encuadra dentro del software propietario”
Tengo una opinión del software libre muy distinta de la de los que buscan que sustituya a Windows o a Microsoft Office, que están perdiendo de vista el objetivo. Lo que hemos hecho es construir programas encima de Linux y, ¿cuál es la aplicación más utilizada de Linux hoy? Probablemente Google, que se encuadra dentro del software propietario. Así que cuando yo hablo de Web 2.0, mis ideas provienen del hecho de que la Red se estaba transformando con lo que estaba ocurriendo con el software libre, al igual que lo que sucedió con el PC clónico, que provocó que el hardware fuera más barato. Anteriormente, el poder se trasladó al software y Microsoft creó un imperio de software propietario sobre la plataforma bastante abierta del PC. Yo predije en 1997 que lo que íbamos a conseguir sobre esta plataforma abierta son nuevos actores propietarios y eso es exactamente lo que ha ocurrido.

Su editorial de libros de informática, O’Reilly Media, ha adoptado la licencia ‘Creative Commons Founder’s Copyright’, que limita la duración de los derechos de autor a un máximo de 28 años. ¿Qué opina de la estrategia de las industrias culturales, los propietarios reales de los derechos de autor, de alargar al máximo la duración del copyright tras la muerte de los autores?

“La ampliación de la duración de los derechos de autor va en contra de la idea original de los derechos de autor”
En primer lugar creo que la ampliación de la duración de los derechos de autor va en contra de la idea original de los derechos de autor (que era garantizar un tiempo determinado de usufructo), pero evidentemente hay personas que tienen unos intereses en este tema. Yo creo que la mejor solución, a nivel pragmático, es la que ha propuesto Lawrence Lessig: exigir que se renueve el copyright, en lugar de que se alargue. Es decir, si se puede explotar comercialmente, sería lícito seguir cobrando un honorario después de un tiempo determinado pero, en cambio, siempre que una obra sujeta a la protección de los derechos de autor no se estuviera explotando pasaría al dominio público. Esto conllevaría el beneficio, por ejemplo de Disney, que quiere proteger a Mickey Mouse para siempre. Sería mejor decir, bueno si lo sigue explotando, lo puede proteger, pero lo ya que han dejado de explotar, ¿por qué no lo pasamos al dominio público? Lo más problemático de los derechos de autor son todas esas obras que no importan a nadie pero que nadie puede usar. Y eso lo vemos ahora mismo con la búsqueda de libros de Google, que ha tenido un enfoque muy creativo, porque con un motor de búsqueda de todo ese contenido no esta violando el copyright. Yo creo que las editoriales deben estar encantadas con Google por esta solución, porque ellos no saben cuáles son los derechos de autor de muchas de esas obras. Si Google demuestra que tienen un valor económico, valdría la pena averiguar quiénes son los propietarios de los derechos de autor. Así que no es una cuestión sencilla pero, por lo menos, yo creo que es algo que podríamos terminar zanjando.

Su empresa SafariU permite realizar por Internet libros de texto personalizados a partir de todo el catálogo de libros de informática de O’Reilly y de otras editoriales. En el mundo de la música y en el software libre también abundan las posibilidades de personalización. ¿Qué opina de esta tendencia?

“Lo más problemático de los derechos de autor son todas esas obras que no importan a nadie pero que nadie puede usar”
Creo que cada nuevo medio cambia el formato que se emplea. Deberíamos aprender de esto, cuando pensamos, por ejemplo, en la evolución de los nuevos medios. Cuando se inventó el cine, lo que había consistía en dirigir una cámara hacia una obra de teatro y únicamente a posteriori se dieron cuenta de que se podía mover la cámara y eso fue una revolución. Ahora estamos con Internet y eso está relacionado con la piratería. Todas las empresas de cine quieren protegerse contra la piratería y en lugar de conseguirlo, lo que han logrado es un nuevo formato: los vídeos cortos. Algunos de ellos son extractos de material que tiene derechos de autor pero otros son vídeos creados por los usuarios. Yo creo que básicamente el hecho de que las personas puedan remezclar y recrear una canción o una pista y no todo el álbum o cambiar el arreglo, eso es una tendencia maravillosa y, como editoriales y como propietarios de derechos de autor, eso provoca que los usuarios puedan participar en la creación de nuestro próximo producto.

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