El Proyecto Esperi desarrolla la primera técnica de diagnóstico precoz de los trastornos del comportamiento en menores

Permite identificar el grado de vulnerabilidad de los jóvenes, estableciendo una serie de indicadores de riesgo
Por EROSKI Consumer 22 de abril de 2004

Cerca de 700.000 adolescentes españoles sufren trastornos de la conducta, denominación que engloba toda una serie de comportamientos antisociales que en ocasiones desembocan en la delincuencia. Los afectados por este tipo de problema suponen entre el 8% y el 10% de los adolescentes. Lo peor de todo es que el 80% de los casos permanece sin diagnosticar.

Según los promotores del Proyecto Esperi -patrocinado por la Fundación Internacional O’Belen, la Fundación Iberdrola y la Fundación Accenture-, se conoce muy poco sobre este tipo de trastornos. No en vano, alrededor de dos millones de menores presentan los síntomas. Para Javier Tapia, de la Fundación Accenture, los trastornos de la conducta pueden aumentar hasta un 14% o un 21%, ya que se trata de una dolencia muy extendida en los países industrializados.

Los impulsores del proyecto han desarrollado la primera técnica de diagnóstico precoz de los trastornos del comportamiento en menores. Se trata de un test, elaborado por un equipo de psicólogos, psiquiatras, sociólogos y psicopedagogos, que podría utilizarse de forma rutinaria en los colegios.

A juicio de Mara Parellada, psiquiatra de la Unidad de Adolescentes del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, este instrumento permite identificar el grado de vulnerabilidad de los jóvenes, estableciendo una serie de indicadores de riesgo.

De acuerdo con Parellada, los padres no deben sentirse culpables si sus hijos sufren este tipo de problema. «El entorno puede actuar como un factor de riesgo», comentó. A su entender, el comportamiento antisocial de estas actitudes son «inmanejables» por los allegados al afectado.

La nueva técnica se presentará el próximo noviembre durante el Congreso Internacional de Trastornos del Comportamiento, que se celebrará en Madrid, aunque ya se ha probado en un proyecto piloto con 1.206 menores de entre 12 y 17 años.

Los resultados obtenidos se aproximan a las cifras de otros países desarrollados, pero no dejan de sorprender. Sólo 538 pudieron clasificarse como sujetos normales, a 440 se les detectaron trastornos del comportamiento leves, 49 severos y 179 moderados. Como trastornos de la conducta se estudiaron problemas de impulsividad, agresión a personas y animales, violaciones de las normas e incluso robos. En este estudio piloto también se encontraron diferencias entre centros públicos -con más conductas disociales- y privados, con mayores casos de impulsividad.

Rabietas incontrolables

Los trastornos de conducta se manifiestan, normalmente, en etapas muy tempranas del desarrollo y resultan especialmente disruptivos para la convivencia familiar. Suelen ser niños con rabietas frecuentes e incontrolables, conductas explosivas con agresividad que los padres no pueden controlar. Otras veces, el problema se detecta con el inicio de la guardería o en la etapa preescolar: en este contexto son frecuentes las peleas con los compañeros y el no cumplimiento de las normas de clase. Más adelante, lo habitual son las conductas de desobediencia, tanto en casa como en la escuela, los hurtos, la falsificación de las notas, las ausencias a la escuela y los enfrentamientos con los compañeros, así como la crueldad.

Una etapa especialmente difícil y con consecuencias, a veces desastrosas, es la adolescencia. Los afectados suelen presentar un repertorio de conductas bastante impremeditadas, con frecuentes agresiones físicas, mentiras, robos, consumo de drogas, amenazas y fugas del hogar. Suelen ser manipuladores e insensibles a las consecuencias y consejos.

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