Fachadas de madera

Pese a ser un material de construcción muy resistente, conviene emplear especies con alta durabilidad natural
Por EROSKI Consumer 15 de septiembre de 2009
Img casa madera

La madera es un material muy utilizado en arquitectura. Se ha empleado como elemento estructural para construir edificios y en la ornamentación. Es cálida, además de un excelente aislante térmico. Por esta razón, es el material constructivo por excelencia en países con climas fríos, como las regiones del norte de Europa. No obstante, cuando se utiliza para revestir una fachada se deben tener en cuenta diversas consideraciones.

Imagen: PotatoBenevolence

Cuando se decide revestir una fachada con madera, las claves para un buen trabajo residen en la especie que se elegirá y el uso o riesgo que soportará la estructura. El Código Técnico de la Edificación (CTE) distingue cinco clases de riesgo:

  • Uso 1: la madera está protegida y no se expone a la humedad.
  • Uso 2: está protegida frente a los agentes externos, pero las condiciones ambientales que la rodean favorecen su contacto con la humedad. Éste es el caso de una piscina cubierta.
  • Uso 3: la madera se encuentra al descubierto, rodeada de humedad, pero no toca el suelo de forma directa.
  • Uso 4: en contacto con el suelo o agua dulce, se expone a una humidificación en la que supera de manera continua un contenido de humedad del 20%.
  • Uso 5: la madera está en el exterior y siempre en contacto con agua salada. El contenido de humedad del material supera el 20%

Una fachada de madera debe someterse, como mínimo, a una clase de riesgo 3

Una reciente publicación del Centro de Innovación y Servicios de la Madera, CIS-Madeira, sobre los revestimientos en este material asegura que «una fachada de madera estará como mínimo sometida a una clase de riesgo 3». Por este motivo, se debe elegir una madera con buena durabilidad natural y ejecutar un detalle constructivo adecuado -que facilite la evacuación del agua de lluvia y la ventilación- para alargar su vida útil.

Especies que se deben utilizar

Las coníferas continentales (alerce), norteamericanas (cedro rojo de Canadá y sequoia), las frondosas tropicales de origen americano (ipe, guatambu, teca) y las asiáticas (balau o moabi) son especies con una durabilidad natural excelente para la carpintería exterior. No obstante, las maderas tropicales adquieren con el tiempo un tono gris, si carecen de un acabado a base de aceites naturales que refuerce su protección e impermeabilidad natural.

Otra especies son menos durables que las anteriores pero, por su naturaleza, son maderas con una impregnabilidad muy alta. Ésta facilita la penetración de protectores y productos de acabado. Las coníferas se encuentran en este grupo, aunque el cedro rojo, el pino silvestre tratado en profundidad y el alerce natural son, según el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, las especies más utilizadas como revestimientos en el mercado europeo.

Protección

Además de ser un material noble que destaca por su calidez y por su capacidad como aislante térmico, la madera es muy resistente a los entornos salinos y ácidos. Puentes, pasarelas, escaleras y pantalanes construidos en este material son una prueba. Sin embargo, su origen orgánico es un aspecto que atrae a los insectos y a los hongos, por lo que conviene prevenir su ataque.

La durabilidad natural de la madera condiciona el grado de protección que se debe aplicar. Cuanto menor sea la durabilidad, los trabajos de protección requerirán más cuidado. En líneas generales, los métodos de protección pueden ser aplicados en profundidad (inmersión prolongada, autoclave con presión o con doble vacío) o ser superficiales (pincelado o pulverización). Las maderas con mayor durabilidad natural pueden ser tratadas de manera superficial, mientras que las menos durables requieren un tratamiento en profundidad.

El Centro de Innovación y Servicios de la Madera, CIS-Madeira, recomienda una protección media para los revestimientos con una clase de riesgo 3 (expuesta a la intemperie, sin contacto directo con el suelo pero sí sometida a una humidificación frecuente). Los protectores en disolvente orgánico son los más utilizados en maderas que han de ser tratadas. No colorean la madera y reciben después cualquier acabado. Entre los tratamientos superficiales, destacan los lasures, coloros e incoloros. y los aceites naturales, los barnices y las pinturas.

Prevenir las manchas

Especies como el roble, el cedro canadiense, el castaño y el iroko tienen entre su composición un alto contenido en taninos. Esta sustancia provoca una reacción química cuando entra en contacto con el hierro que se emplea en la fabricación de la tornillería y los herrajes que componen la estructura. Así se originan manchas negruzcas en la fachada.

Este problema se acentúa cuando en entornos húmedos y con agua líquida. Una vez que se producen decoloraciones, se aplican sobre ellas productos específicos para limpiar las manchas de tanino. Para adelantarse a su aparición se emplean inhibidores de esta sustancia. El material empleado para revestir la fachada debe ser de acero inoxidable, frente al material galvanizado que se utiliza con frecuencia.

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