¿Me conviene tener una cuenta ahorro?

Las cuentas de ahorro son una herramienta necesaria para operar con los bancos, pero su rendimiento no es su principal ventaja, ya que sus márgenes están en mínimos
Por José Ignacio Recio 11 de marzo de 2016
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Imagen: Ken Teegardin

Las cuentas de ahorro son uno de los productos bancarios más contratados, ya que permiten realizar las principales operaciones bancarias. Pero también tienen inconvenientes: su rentabilidad es muy baja, pues no sobrepasa el 0,20%. A cambio, dejan disponer del dinero en cualquier momento, incluso con la posibilidad de vincularla con una tarjeta de débito o crédito. En este artículo se exponen no solo las ventajas que reportan las cuentas ahorro sino también sus desventajas. ¿El objetivo? Saber si es conveniente suscribirlas y bajo qué condiciones.

Cuentas de ahorro, ¿qué ofrecen?

Las cuentas de ahorro se han constituido en un instrumento para rentabilizar el dinero y ahorrar. Además, permiten realizar las principales operaciones bancarias (transferencias, domiciliaciones, soporte de pagos, etc.), una característica que las convierte en una herramienta casi insustituible entre los usuarios bancarios.

Las cuentas de ahorro son un producto bancario que genera una rentabilidad sobre el saldo que los titulares depositan en ellas. No obstante, los márgenes ofrecidos en la actualidad son bajos, más aún tras la decisión del órgano monetario comunitario de abaratar el precio del dinero. Las cuentas de ahorro se comercializan con unos tipos de intereses que van de un mínimo del 0,05% al 0,20%, en el mejor de los casos.

¿Por qué se necesita una cuenta de ahorro?

Las propuestas de cuentas de ahorro que proporcionan las entidades financieras son innumerables. Las hay para todos los gustos y perfiles de clientes, desde jóvenes, pensionistas hasta autónomos. Y aunque estas cuentas se parecen mucho entre sí, siempre hay algunas más adecuadas que otras.

  • Herramienta para operar con el banco. Su aceptación se debe a que es el principal nexo de unión con la entidad bancaria. Resulta indispensable para domiciliar los pagos, pero también para recibir la nómina u otros ingresos. Incluso si se desea disponer de una tarjeta de crédito o débito, no quedará más remedio que formalizar alguna de las cuentas de ahorro habilitadas por el sector bancario, hasta hacerse por completo necesarias para cualquier relación comercial con empresas o particulares.
  • Con una amplia gama de aportaciones. No deberá valer cualquier cuenta, sino las que se ajusten a las necesidades de los clientes y que pueden ser elegidas por sus especiales condiciones de contratación (transferencias gratuitas, bonificaciones en los recibos, exención de comisiones, etc.). Al ser un producto muy dinámico, no es difícil encontrar una solución para cada caso, hasta llegar a ese modelo deseado que puede aportar un valor añadido con respecto a otros formatos de ahorro.

Cuentas de ahorro: ¿cuáles son sus contras?

  • Bajo rendimiento. Si lo que se busca es un instrumento para rentabilizar los ahorros, no es esta la mejor elección. Generan una rentabilidad fija y garantizada, pero en la mayoría de los casos es inapreciable. No en vano, se calcula sobre el saldo dispuesto y, de no ser este significativamente alto, serán muy pocos los euros que reciban los usuarios a cargo todos los años. Incluso puede que esté penalizada con comisiones y otros gastos en su gestión.
  • Solo los servicios básicos. En los formatos más convencionales de estas cuentas, no hay posibilidad de añadir otra serie de servicios y aportaciones bancarias, hasta el punto de que hay que combinarla con otros productos para mejorar la relación con las entidades financieras; en este caso, a través de una cuenta más especializada que premie la vinculación con el banco.
Alternativas para ahorrar

Si el objetivo planteado por las familias al buscar un modelo que premie sus ahorros es encontrar un diseño rentable, puede que una cuenta de ahorro no sea el producto más adecuado para estos casos. Disponen de otros modelos que presentan un rendimiento más favorable, aunque en algunos casos con el inconveniente de no disponer del dinero depositado para cuando lo necesitan: depósitos o pagarés bancarios.

De cualquier forma, otra solución pasa por suscribir las denominadas cuentas de alta remuneración. Su oferta hoy en día ha descendido, aunque generan un interés en torno al 1%, a cambio de cumplir con una serie de requisitos: domiciliación de la nómina y recibos domésticos, saldo mínimo y hasta una mayor vinculación con la entidad.

La otra opción pasaría por los planes de ahorro individualizados que incentiven las aportaciones de sus titulares con mayor generosidad. Como consecuencia de esta estrategia comercial se elevarían, aunque mínimamente, los márgenes comerciales propuestos por los bancos y manteniendo su liquidez en cualquier momento y situación.

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