Cada año se descubren «sólo» 2.000 nuevas especies marinas

Científicos de todo el mundo debaten en Valencia sobre la biodiversidad oceánica
Por EROSKI Consumer 12 de noviembre de 2008

Más de 500 expertos procedentes de los cinco continentes participan estos días en la I Conferencia Internacional sobre Biodiversidad Marina en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Su objetivo es analizar la situación de las especies marinas del planeta, las amenazas que les acechan y las posibles estrategias de conservación.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

En la inauguración del encuentro, el biólogo marino Carlos Duarte, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), destacó que «sólo» se descubren 2.000 especies marinas al año. Una cifra muy baja, dado que se necesitarían «al menos 700 años» para catalogar todas las especies existentes bajo el mar. Según Duarte, es clave conjugar el conocimiento científico y taxonómico de muchos países con la tecnología disponible en Estados Unidos y Japón para avanzar en la investigación de un medio poco explorado por las dificultades técnicas que plantea. Actualmente «tan sólo hay siete países con los recursos necesarios para explorar el océano profundo, algo que es inaceptable».

«Efectos perversos»

Entre las preocupaciones por el deterioro de los océanos, destaca la interferencia de la actividad humana en la biosfera, la destrucción masiva de hábitats en la zona costera, aportes excesivos de nitrógeno y materia orgánica al mar, así como los impactos del cambio climático, que están aumentando las temperaturas de las zonas templadas, lo que produce la llegada de especies invasoras marinas.

Se necesitarían «al menos 700 años» para catalogar todas las especies existentes bajo el mar

Todo esto produce «efectos perversos» como una mayor concentración de dióxido de carbono (CO2) que hace que el agua sea cada vez más ácida, fenómeno que se conoce como «acidificación«, explicó Duarte, quien hizo dos serias advertencias. La primera es la expansión de las zonas muertas del océano a escala global, «bolsas de agua con menos oxígeno que impiden mantener la vida de animales»; y la segunda, el «colapso de la placa de hielo del Ártico, que está comprometiendo toda la diversidad de esta zona, que puede generar efectos dominó en cascada en el resto del planeta».

Nuevas especies de bacterias

Por su parte, el investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, Carles Pedrós-Alió, se encuentra en Valencia para hablar sobre el hallazgo de nuevas especies de bacterias marinas. «Sólo hay unas 6.000 especies de bacterias descritas, pero se estima que tal vez existan entre 100 ó 1.000 millones, ya que la mayoría de ellas son muy poco abundantes o presentan poca actividad biológica», señala.

Gracias a la aparición de técnicas de secuenciación más baratas, los investigadores están comenzando a explorar el mundo casi desconocido de la diversidad microbiana. «Los genes de ese banco de bacterias son una de las reservas de genes más vastas del planeta. Se espera encontrar genes que puedan ser útiles en farmacología, medicina, obtención de biocombustibles, biorremediación, etc. Además, el conocimiento de esa diversidad, oculta hasta ahora, nos ayudará a comprender mejor la evolución de la vida», detalla Pedrós-Alió.

Descubrimientos en el océano profundo

En las últimas década ha crecido mucho la investigación del mar profundo gracias al desarrollo de tecnologías como los submarinos, los robots tripulados por control remoto (ROV) o los vehículos autónomos (AUV).

Eva Ramírez, una de las coordinadoras del programa “Deep Sea” en España, estudia las fuentes hidrotermales que, descubiertas en 1977, son uno de los principales hallazgos de la oceanografía moderna. Estos volcanes submarinos mantienen altas densidades de fauna que, con adaptaciones específicas, vive de forma independiente de la energía solar, explica el CSIC en una nota.

“Desde su descubrimiento, se han descrito más de 500 especies hidrotermales, la mayoría endémicas, así como 200 especies de fuentes frías y unas 400 especies morfológicas de ecosistemas quimiosintéticos que se forman en los esqueletos de ballena”, apunta Ramírez.

Por ejemplo, en los volcanes de fango del Golfo de Cádiz se han descrito 13 especies nuevas de poliquetos (gusanos marinos), así como un género nuevo, Bobmarleya, que, por su apariencia característica, le debe su nombre a Bob Marley.

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