Tecnologías limpias, el gran negocio del medio ambiente

España ocupa el puesto 21 de los países más avanzados en tecnologías limpias, un buen negocio para las empresas y el medio ambiente
Por Alex Fernández Muerza 8 de mayo de 2013
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Imagen: Chuck Coker

Las tecnologías limpias ya generan un negocio de miles de millones de euros y, de aquí a 2020, se estima que creen un millón y medio de empleos verdes. Al reducir el consumo de recursos del planeta, no solo benefician a las empresas e instituciones que apuestan por ellas, sino también al medio ambiente. Este artículo explica por qué las tecnologías limpias son un gran negocio para el medio ambiente, señala que España aún está descolgada en este sentido de los países más avanzados y muestra las iniciativas de los países del sur de Europa para no perder este tren.

Tecnologías limpias, un gran negocio para el medio ambiente

Imagen: Chuck Coker

Las tecnologías limpias son «cualquier tecnología utilizada para reducir el consumo de los recursos del planeta», explica José María Villate, director general de Innobasque, la Agencia Vasca de la Innovación. Esta institución impulsa diversas iniciativas para que Euskadi sea uno de los referentes en tecnologías limpias en Europa.

Las tecnologías limpias generarán en 2020 un mercado de tres billones de euros y un millón y medio de empleos
Las tecnologías limpias son ya un gran negocio con un futuro muy prometedor. Según datos de Innobasque, en la actualidad se invierten cerca de 40.000 millones de euros anuales, y se estima que en 2020 constituirá un mercado de tres billones de euros. De aquí a 2020 se prevé que generarán un millón y medio de empleos, con un crecimiento medio anual del 8% (en algunas zonas del 13%).

El término se creaba en 2002 de la mano de Nicholas Parker, fundador de Cleantech Group, que reúne a las principales empresas e inversores de todo el mundo en torno a las tecnologías limpias. Sus responsables se reunían en fechas recientes en Bilbao para reflexionar sobre el presente y futuro de dichas tecnologías y establecer acuerdos entre empresas e instituciones.

Troy Ault, analista senior de Cleantech Group, matiza que no solo se refiere a tecnologías, sino también a modelos de negocio y servicios, todos ellos de carácter innovador. En este sentido, se incluyen no menos de dieciocho sectores distintos, según este experto. Además de las tecnologías que los ciudadanos ven como sistemas «limpios», como las energías renovables, también se incluyen la eficiencia energética y otros menos conocidos, como el tratamiento de las aguas residuales, el transporte limpio, el reciclaje y los residuos e, incluso, los combustibles «convencionales», como las industrias del petróleo, el gas y el carbón que tratan de ser más limpios y eficientes. El portavoz de Cleantech señala que desde su grupo han detectado más de 10.000 empresas especializadas en todo el mundo. José María Villate también incluye en esta lista a la agricultura ecológica o a las tecnologías de la información.

Luis Manero, director del programa de Ecoinnovación de Innobasque, señala las áreas que más interés despiertan en la actualidad: los recursos naturales básicos, la eficiencia energética, los biocombustibles, la bioquímica, las tecnologías de la información relacionadas con la energía, los nuevos materiales nanotecnológicos o los sistemas de gestión de baterías.

España, descolgada de las tecnologías limpias

Algunos países empiezan a destacar ya como un referente internacional, un papel que les puede reportar grandes beneficios económicos y ambientales de aquí a los próximos años. Según el Global Cleantech Innovation Index 2012, un informe del grupo Cleantech y la organización conservacionista WWF, los diez principales países del mundo en el campo de las tecnologías limpias el año pasado fueron, por orden: Dinamarca, Israel, Suecia, Finlandia, Estados Unidos, Alemania, Canadá, Corea del Sur, Irlanda, y Reino Unido. Los responsables del Índice, que evaluaron diversos factores, como inversiones públicas y privadas, políticas gubernamentales o desarrollo de tecnologías innovadoras en dichos sectores, clasificaron a España en el puesto 21.

Las tecnologías limpias se encuentran en un estado incipiente en España, según Troy Ault: «Las empresas tienden a centrarse en el sector tecnológico ya asentado, pero hemos detectado cerca de 50 empresas españolas innovadoras en tecnologías limpias, en áreas como biocombustibles, como Algaenergy; eficiencia energética, como Wattio; o reciclaje, como Alucha. La inversión de capital riesgo se ha mantenido baja, con un promedio de entre cinco y quince millones de dólares anuales en los últimos años».

Manero cree que dentro de una década les pasará como a las Tecnologías de la Información hace unos años: «Todas las tecnologías serán limpias. Por ello, hay que aprovechar el momento ahora para invertir».

El sur de Europa se agrupa para no perder el tren

Innobasque ha impulsado la creación del Southern Europe’s Cleantech Hub. Su objetivo es reunir a los países del sur de Europa para fomentar las tecnologías limpias y no perder el tren de los países más avanzados. Además, pretende ser un puente entre Europa y los países de América Latina más potentes en dichas tecnologías, como México, Brasil, Colombia y Perú. Villate destaca que la unión de las diferentes empresas e inversores favorece a todos y se dan a conocer en otros mercados internacionales.

En menos de dos años, según sus impulsores, la Southern Europe’s Cleantech Hub ha identificado 118 proyectos empresariales innovadores, de los que 36 ya participan en dicha plataforma de forma activa. Entre sus acciones más recientes destaca la constitución del Cleantech Innvest. Formada por doce organizaciones, como Iberdrola, Repsol, Corporación Mondragón, Gamesa, IK4 o Tecnalia, se propone ser una red de inversores y financiadores de proyectos innovadores de tecnologías limpias.

En definitiva, el futuro de este tipo de tecnologías «no puede ser más brillante», según Troy Ault: «Los niveles de inversión pueden fluctuar con los ciclos macroeconómicos o la capacidad de los gobiernos de apoyarlas, pero hay un hecho ineludible: vivimos en un mundo de recursos naturales finitos, con una población creciente y un aumento de la riqueza. Ese desequilibrio obliga a una necesidad continua de innovar en tecnologías limpias».

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