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Ósmosis inversa para quitar la sal al agua de mar
Mediante un proceso denominado ósmosis inversa, esta tecnología consiste en aplicar presión para forzar el agua marina a través de una membrana semipermeable que retiene las sales y otros minerales. De esta manera, se obtiene agua dulce.
El método requiere de un pretratamiento para eliminar sólidos en suspensión y un postratamiento para ajustar el pH y remineralizar el agua. En España, desde hace años existen plantas desaladoras ubicadas en la costa mediterránea y en las islas Canarias.
Energía renovable para desalar el agua
Es precisamente en Gran Canaria donde, en estos momentos, ha comenzado a desarrollarse un proyecto piloto que recurre a las energías renovables —en concreto, a la fuerza de las olas— para producir el agua desalada.
Este sistema no consume electricidad de la red, por lo que evita la generación de emisiones de CO2. Además, el uso de la energía marina (undimotriz) permite multiplicar la capacidad de producción de este proceso sin aumentar la demanda de energía eléctrica, lo que contribuye a la descarbonización de las islas y a su independencia energética, pues puede producir su propia agua potable de forma autónoma.

El objetivo de este proyecto europeo, denominado Desalinización para la Sostenibilidad Ambiental y la Vida (DESALIFE) y en el que participa la startup Ocean Oasis Canarias, es demostrar que se puede desalar agua con energía de las olas de manera sostenible. Su presupuesto alcanza los 10 millones de euros y la intención es alcanzar hasta 2.000 metros cúbicos diarios de agua potable de media al año, lo que equivale al consumo de 15.000 personas.
Una alternativa prometedora
Una vez evaluados los resultados, sus responsables estudiarán la posibilidad de replicar este modelo en otras islas del archipiélago. Y es que desde el Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid (COIIM) constatan que uno de los grandes desafíos de Canarias es el abastecimiento de agua dulce, debido a la limitada disponibilidad de recursos hídricos naturales.
Es en este contexto en el que la desalinización impulsada por energías marinas renovables se presenta como “una alternativa prometedora para garantizar un suministro de agua potable sostenible”, capaz de reducir la dependencia de fuentes tradicionales. Por eso, si la tecnología del proyecto DESALIFE resulta viable desde un punto de vista técnico y económico, «podría representar una solución innovadora para paliar la escasez de agua» en ciertas regiones, añaden estos expertos.
Cinco años para evaluar la viabilidad
Ahora mismo, este programa piloto se encuentra en su fase de demostración, que se prolongará durante cinco años para evaluar su viabilidad. Aunque ya existen plantas desaladoras que utilizan energías renovables, en la actualidad se están desarrollando investigaciones y proyectos muy novedosos que buscan mejorar la eficiencia, reducir los costes y minimizar el impacto ambiental.
La disponibilidad de recursos marinos, la demanda de agua, las condiciones ambientales y la viabilidad económica son elementos clave para tener en cuenta a la hora de replicar estos proyectos a gran escala, enumeran desde el COIIM.
Asimismo, deben valorarse otros factores como la estructura del fondo marino para asegurar que permita el anclaje de las plataformas, la constancia y fuerza de las olas necesarias para generar la presión suficiente en el proceso de desalinización, y si es (o no) factible instalar tuberías que transporten el agua desalada hasta la costa. «También es crucial que el coste del agua producida sea competitivo y asumible para su integración en el mercado», añaden los responsables de las comisiones de Energía y Medioambiente del COIIM.
Beneficios para el territorio

Un proyecto de estas características implica numerosos beneficios para las comunidades locales.
- Uno de ellos es el de la seguridad hídrica: al garantizar el acceso a agua potable, se reduce la dependencia de fuentes convencionales.
- Además, contribuye a mitigar el cambio climático, al contrarrestar los efectos de sequías y otros fenómenos climáticos extremos. Como promueve el uso de energías renovables, se reduce la dependencia de combustibles fósiles y disminuye la huella de carbono, lo que favorece el desarrollo sostenible.
- A su vez, ayuda a preservar los recursos naturales al disminuir la presión sobre acuíferos, ríos y otras fuentes de agua dulce, lo que facilita la conservación de los ecosistemas.
- Por último, aporta flexibilidad en el suministro, ya que puede complementar otras fuentes de agua en momentos de alta demanda o en situaciones de emergencia hídrica.