Los árboles más singulares del mundo

A pesar de ser únicos por su edad, su tamaño o su importancia para el resto de seres del bosque, no se encuentran suficientemente protegidos
Por Alex Fernández Muerza 19 de marzo de 2008
Img arbolviejo

El 21 de marzo se celebrará el Día Forestal Mundial, una jornada en la que miles de personas plantarán un árbol como símbolo de defensa de la naturaleza. Ahora bien, los recién llegados no son el único patrimonio arbóreo importante. Los árboles singulares, algunos con más de mil años de edad o del tamaño de un rascacielos, no están suficientemente protegidos en opinión de los especialistas, a pesar de su trascendencia ecológica, histórica y cultural. Por ello, diversas asociaciones y expertos reivindican la importancia de estos seres vivos únicos y solicitan diversas medidas para su protección.

Árboles singulares en el mundo y España

Árboles viejos, singulares, monumentales, gigantes, notables, históricos… Se les denomina de diversas maneras, pero todos ellos cuentan con unas características “extraordinarias de rareza, porte, edad, significado histórico, cultural o científico”, según José Manuel Sánchez de Lorenzo, experto en botánica y plantas ornamentales.

/imgs/2008/03/arbolviejo01.jpgNo obstante, este especialista reconoce que se trata de aspectos más o menos subjetivos, por lo que considera necesario la confección de un catálogo elaborado con criterio. Asimismo, los especialistas también reconocen que resulta difícil establecer de manera precisa las características precisas en cuanto a edad de estos ejemplares.

En cualquier caso, algunos de estos árboles han pasado a formar parte de records mundiales, o cuando menos, a ser recordados en las ciudades o provincias en las que viven. Por ejemplo, las montañas de Nevada, en Estados Unidos, dan cobijo al árbol más anciano del mundo. El Pinus longaeva, también conocido como Pino de Bristlecone, ha visto pasar 50 siglos de historia a su alrededor. Para ello, este árbol ha sabido adaptarse con éxito a todo tipo de condiciones adversas, gracias a una estrategia de conservación energética que le ayuda a sobrevivir.

“Hyperion”, una secuoya ubicada en los bosques del norte de California es, con sus 115,5 metros, el árbol de más altura del mundo

Por su parte, el récord de altura mundial lo ostenta la Sequoia roja (Sequoia sempervirens), también en Estados Unidos, con sus 100 metros desde el suelo hasta la copa. En concreto, “Hyperion”, una secuoya ubicada en los bosques del norte de California es, con sus 115,5 metros, el árbol de más altura del mundo conocido en la actualidad.

En España también se pueden encontrar diversos tipos de árboles singulares, monumentales o notables. Los Tejos de Rascafría, en la Comunidad de Madrid, se consideran los más grandes del país, además de los más ancianos: El Tejo de la Hilera, en Guadarrama, podría tener cinco siglos de edad.

El “Abuelo”, un eucalipto blanco (Eucalyptus globulus) ubicado en el Concejo de Viveiro (Lugo), supera los 80 metros de altura y los 2,50 metros de diámetro, lo que le convierte por algunos expertos en el más grande de España.

Por su parte, el Tejo de Añisclo, en Huesca, podría ser el más longevo de España, gracias a sus 1.800 años aproximados de edad. En cuanto a árboles muy relacionados con la historia cabe destacar el roble (Quercus robur) de la Casa de Juntas de Gernika.

En este sentido, merece la pena adentrarse en libros como “Árboles Monumentales de España”, de los autores Bernabé Maya Sánchez, José Plumed Sancho y José Maya Sánchez, o en “Árboles, leyendas vivas”, de Susana Domínguez-Lerena y Ezequiel Martínez, para conocer más sobre la gran riqueza de los árboles singulares españoles.

Por qué son tan importantes

Además de sus increíbles marcas, su belleza o su valor dentro de la historia o la cultura, este tipo de árboles son muy importantes desde el punto de vista ecológico, como subrayan los responsables de la asociación Amigos de los Árboles Viejos.

/imgs/2008/03/arbolviejo02.jpgEn este sentido, estos seres vivos, tanto los que se mantienen en pie como los que caen al suelo, son imprescindibles para el mantenimiento de una variada biodiversidad de flora y fauna que se alimenta de madera muerta o se refugia en sus huecos y grietas. Por ello, la conservación de los árboles viejos y de los bosques maduros contribuye también a preservar una gran cantidad de especies que dependen de este patrimonio arbóreo.

En el caso de la flora, son muchas las especies de líquenes, musgos, helechos, etc. que requieren de estos ancianos seres para sobrevivir. Por ejemplo, muchas clases de hongos emplean un tipo de simbiosis denominada “micorriza“, clave en la naturaleza. Por su parte, los denominados hongos “saprótrofos” se alimentan de las hojas, ramas, así como del propio árbol una vez muerto.

En cuanto a la fauna, los ejemplos también son muy numerosos. Así, cierta clase de insectos depende totalmente de la presencia de árboles viejos y madera muerta para sobrevivir. Por ejemplo, los ciervos volantes (Lucanus cervus) se alimentan de savia de los árboles maduros.

Más de un tercio de las aves utilizan las cavidades de estos árboles para descansar, vivir, criar, reproducirse y alimentarse

Por su parte, los científicos calculan que más de un tercio de las aves utilizan las cavidades de estos árboles para descansar, vivir, criar, reproducirse y alimentarse. Por ejemplo, se ha observado la desaparición coincidente de este tipo de árboles con la de algunas especies de pájaros carpinteros. Asimismo, ciertas especies de rapaces nocturnas como el Búho Real (Bubo bubo) y el Chico (Asio otus), la Lechuza Común (Tyto alba), el Mochuelo Común (Athene noctua) y el Boreal (Aegolius funereus), etc., emplean los huecos de estos árboles para nidificar.

Otros animales también dependen en mayor o menor medida de estos árboles octogenarios. La mayoría de los murciélagos encuentra un buen número de los insectos que les sirven de alimento en estos bosques viejos, además de protegerles contra el viento y posibles predadores.

Asimismo, los responsables de la asociación Amigos de los Árboles Viejos recuerdan que también constituyen una reserva genética que podría no encontrarse en los árboles más jóvenes.

Principales amenazas

El Grupo para el Estudio y Conservación de los Espacios Naturales (GECEN) apunta varias amenazas que en su opinión resultan más preocupantes:

  • Las plagas o enfermedades víricas, que han hecho mella en muchos árboles, especialmente en los más viejos. Por ejemplo, los responsables del GECEN apuntan como uno de los casos más “alarmantes” el de la grafiosis que afecta a los olmos de la especie Ulmus minor.
  • Su uso en el sector maderero, ya que los ejemplares más viejos y grandes son muy apreciados para la ebanistería, o simplemente como leña.
  • Los incendios, que hacen peligrar al conjunto de la vegetación.
  • La “nefasta” gestión del arbolado urbano, que en opinión de esta asociación sin ánimo de lucro suele ser causa de destrucción de no pocos árboles y arboledas notables.

Por su parte, los expertos de la asociación Amigos de los Árboles Viejos añaden a las citadas otra clase de amenazas:

  • Las talas debidas a la creencia errónea de que estos árboles ya no tienen valor, para evitar caídas de ramas o para cambiar el uso del terreno.
  • Los cortes “sanitarios” basadas en la equivocada opinión de que albergan plagas.
  • Los cambios o abandono de las prácticas y la gestión forestal y ganadera tradicional, como por ejemplo la desaparición de las dehesas o de la práctica de trasmochar árboles.
  • La competencia con otros árboles jóvenes que crezcan a su alrededor.

Cómo mejorar su situación

En opinión de la asociación Amigos de los Árboles Viejos, la mejora de estos ejemplares singulares pasa por alargar los turnos de corta para especies forestales que tienen especies de hongos estrechamente asociadas, así como crear pequeñas reservas de bosques maduros con gran riqueza de especies de hongos amenazadas; dejar un mínimo de pies sin talar por hectárea; o mantener grupos de árboles, al ser más resistentes que los aislados.

/imgs/2008/03/arbolviejo04.jpgSánchez de Lorenzo considera también importante la creación y divulgación de catálogos de especies singulares, ya que es difícil concretar sus características y conocer los ejemplares más significativos fuera de su entorno local. En este sentido, inventarios como los del GECEN o el proyecto “Leyendas vivas” para catalogar árboles por su rareza, su forma poco habitual, su avanzada edad, su tamaño y su historia son buenos ejemplos.

Es difícil concretar sus características y conocer los ejemplares más significativos fuera de su entorno local

Por su parte, los consumidores también pueden ayudar a conservar este patrimonio ecológico ayudando a las asociaciones que trabajan con árboles, aprendiendo más sobre ellos y apreciar así su importancia, o llamando la atención sobre posibles casos de talas indiscriminadas o enfermedades de estas especies singulares.

Asimismo, el turismo rural asociado a estos árboles puede ser una opción más para ayudar a mejorar su situación. Por ejemplo, la Diputación de Teruel cuenta con rutas de árboles singulares por su territorio para dar a conocerlos. Por otra parte, las exposiciones fotográficas, tanto de origen público como privado pueden servir también para acercar a los ciudadanos a estos espectaculares seres vivos.

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