Entrevista

Jaume Terradas, Catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona

No hay que fomentar la natalidad porque será más difícil disminuir nuestro impacto sobre el entorno
Por Alex Fernández Muerza 5 de diciembre de 2007
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Imagen: Ned Raggett

Jaume Terradas (Barcelona, 1943) es uno de los pioneros de la investigación en ecosistemas terrestres y de la educación ambiental en España. Catedrático emérito de Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Terradas es responsable de haber organizado el primer equipo de investigación sobre ecosistemas terrestres en Cataluña, y de promover el Centro de Investigaciones Ecológicas y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la UAB. Su trabajo ha sido reconocido con numerosos premios, como la medalla Narcís Monturiol o el Premio Medio Ambiente de la Generalitat. Asimismo, Terradas es autor de numerosos artículos científicos y de divulgación; libros como Ecología de la vegetación o Ecología urbana; e incluso novelas cortas y libros de poesía. Su último libro, “Biografía del mundo. Del origen de la vida al colapso ecológico” (Editoriales Destino en castellano y Columna en catalán) ofrece un relato sobre la evolución de la vida desde sus formas más simples a las más complejas, una historia en la que los seres humanos podrían no acabar muy bien parados.

El título de su último libro lo dice todo. ¿Está el ser humano haciendo pasar muy mala vida al planeta?

La mayor urgencia medioambiental actual reside en dos cosas: la alteración del clima y el predominio de la economía especulativa
Más que al planeta, a una buena parte de lo que conocemos como biosfera. Es decir, los seres vivos que lo habitan con los sistemas ecológicos que forman y en los que los humanos estamos incluidos, aunque a veces nos olvidemos de ello.

Si el crecimiento poblacional puede poner en peligro el planeta, ¿tienen sentido las políticas de ayuda a la natalidad?

Creo que no hay que fomentar la natalidad. Hay demasiada gente en el mundo, y cuánta más haya más difícil será disminuir nuestro impacto sobre el entorno y más se va a deteriorar éste.

¿Cuáles son las verdaderas prioridades que se deberían asumir para salvar el planeta?

La urbanización costera en España es algo brutal. Hay que buscar alternativas a la economía basada en la construcción
No se trata de salvar el planeta, que va a seguir girando alrededor del sol, sino a sus pasajeros; en particular se trata de salvar el bienestar humano, ahora y en el futuro. Creo que la mayor urgencia actual reside en dos cosas: la alteración del clima y el predominio de la economía especulativa sobre la producción de bienes y servicios, porque este tipo de economía tiende a hacer muy volátiles las empresas y a destruir tejidos sociales y ecológicos complejos que va a costar mucho reconstruir.

¿En qué pueden contribuir los ciudadanos?

Deberían, en primer lugar, volverse más exigentes con la calidad ambiental de los productos que compran; ser más conscientes de su origen y del destino de los residuos resultantes del consumo; recuperar una mentalidad de ahorro, especialmente en el consumo de energía.

El Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC) alcanzaba en Valencia un acuerdo sobre las políticas que se deben tomar para combatir el cambio climático, aunque todavía no se conocen los detalles. ¿Se va a decir algo nuevo que ya no se haya dicho?

Hay en el mundo urbanizaciones y barrios que han mejorado mucho su eficiencia y reducido los vertidos
Nuevo, no. De hecho, la reunión sólo pretendía llegar a un redactado final que fuera respaldado de forma unánime por los expertos, pero no había aportaciones de datos nuevos.

Las principales organizaciones internacionales alertan sobre el impacto de la urbanización en España, especialmente en la costa. Sin embargo, se trata de uno de los principales motores de la economía. La ecología no tiene mucho a su favor.

Muchos ven a la ecología como un freno para el crecimiento económico. Pero el crecimiento insostenible es pan para hoy y hambre para mañana. Lo de la urbanización costera en España es algo brutal. Hay que buscar alternativas a la economía basada en la construcción.

No obstante, parece que las leyes son cada vez más duras. Ahora bien, ¿quién le dice ahora al ciudadano que ha comprado una casa con todos los permisos “en regla” que hay que derrumbarla porque no es ecológica?

Los bosques, en el mundo, están en regresión, especialmente en los trópicos
Si tiene todos los permisos, es muy difícil. Existe el camino de la expropiación, por razones obvias sólo posible en ciertos casos. Pero si no todo estaba en regla, quizás algunos tendrán que sufrir para que los demás aprendan a no dejarse estafar.

Usted considera la ciudad como un ecosistema y no la ve enfrentada a lo rural. ¿Pueden ser ecológicas las ciudades?

Desde luego, la ciudad es un ecosistema. Depende de entradas que proceden de otros ecosistemas, agroforestales y acuáticos, y también de los servicios que estos ecosistemas le prestan en otros sentidos (para deshacerse de residuos, etc.). La pregunta es si los ecosistemas urbanos pueden funcionar de un modo razonable, sostenible. Puesto que se trata de ecosistemas que no son autosuficientes, el objetivo ha de ser minimizar su impacto en el conjunto de la Biosfera, aunque siempre habrá algún impacto.

¿Y qué se puede hacer al respecto?

Si el clima evoluciona como se cree, en España van a aumentar los incendios forestales y puede producirse un proceso, primero de deforestación, y después de desertización en algunas áreas
Hay mucho que se puede hacer. La misma concepción de la ciudad y la construcción de los edificios deben minimizar los costes ambientales por la vía de disminuir las necesidades de energía y recursos (reduciendo necesidades de transporte, mejorando aislamientos incluso con el uso de cubiertas verdes, reciclando agua y materiales, etc.), minimizando los residuos mediante el ahorro, la reutilización, el reciclaje y la recuperación, y cambiando la composición del mix energético, con más participación de las energías no emisoras de CO2. No hay ciudades enteras que hayan seguido estos principios, pero sí hay en el mundo urbanizaciones y barrios que han mejorado mucho su eficiencia y reducido los vertidos de residuos sólidos, líquidos y gaseosos. Hay muchas posibilidades técnicas que son factibles y que todavía no han visto generalizarse su uso.

Usted ha sido pionero en el estudio de los ecosistemas y de los sistemas forestales. ¿En qué situación se encuentran y cómo podrían mejorarse?

Los bosques, en el mundo, están en regresión, especialmente en los trópicos, donde estamos perdiendo sistemas enteros con especies que ni siquiera conocemos y que, tal vez, podrían sernos de enorme utilidad. En España hay, proporcionalmente, bastantes bosques y una tendencia al aumento, pero tenemos un grave riesgo. Si el clima evoluciona como se cree, con más calor y menos lluvia en nuestra región geográfica, van a aumentar los incendios forestales y puede producirse un proceso, primero de deforestación, y después de desertización en algunas áreas.

La energía, otro de los grandes problemas de la actualidad. ¿Sabremos vivir sin petróleo?

El reto es sustituir el petróleo lo más deprisa posible, porque se pondrá por las nubes
Si ocurriese mañana, desde luego la respuesta es no. No podemos sustituir al petróleo en poco tiempo; toda nuestra economía, y nuestro bienestar relativo, depende de él. El reto es sustituirlo lo más deprisa posible, porque se pondrá por las nubes.

¿Cómo ve el planeta en las próximas décadas? ¿Aprenderemos a enmendar el actual rumbo?

No lo sé. No soy profeta, siento la misma curiosidad que usted por el tema. Sería fantástico que lo hiciéramos por un ejercicio de inteligencia, y que no nos veamos obligados a hacerlo a trancas y barrancas, porque las cosas se pongan tan mal que no nos quede más remedio. Ya se sabe que es mejor prevenir que curar y que la cirugía es el último recurso.

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