El fin de la «cultura del biberón»

Los especialistas recomiendan a las madres amamantar a sus hijos por los beneficios que aporta
Por EROSKI Consumer 6 de marzo de 2002

Después de dos décadas sumergidas en la «cultura del biberón», la lactancia materna ha vuelto a ponerse de moda entre las españolas. Los especialistas atribuyen este hecho a los esfuerzos promocionales de la lactancia materna tras el descubrimiento, en los años ochenta, de los beneficios que aporta tanto al recién nacido como a la madre. «El consejo más importante que se le puede dar a una futura madre es que se prepare para alimentar a su bebé con la leche de su pecho». Así lo afirma la Sociedad de Neonatología de la Asociación Española de Pediatría en su «Guía de salud materno-neonatal» y nadie se ha atrevido a ponerlo en duda.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) defiende la lactancia exclusivamente materna hasta los seis meses y junto con Unicef recomienda que se continúe hasta los dos años de vida o más, algo por lo que diariamente trabaja el personal de Maternidad y Prematuros del Hospital vallisoletano Del Río Hortega. Según un estudio reciente del Departamento catalán de Sanidad, el porcentaje de lactantes alimentados únicamente con leche materna al mes de vida es del 70%, cifra que se reduce hasta el 8% en el tercer y cuarto mes, debido a la reincorporación de la madre a su puesto de trabajo. «Algo que debería planearse con tiempo y que puede suplirse con la recolección y almacenamiento de la leche materna», explican las enfermeras de Maternidad y Prematuros de Del Río Hortega.

La leche materna contiene la proporción idónea de agua, proteínas, grasas, hidratos de carbono, minerales, vitaminas y hierro para el desarrollo óptimo del bebé. «Constituye por sí sola el mejor alimento que puede darse a un niño desde su nacimiento hasta los seis primeros meses de vida», asegura la doctora Soga, jefa de Prematuros del hospital vallisoletano. Además, siempre está disponible a la temperatura adecuada, es estéril y barata; aunque éstas no sean sus principales ventajas.

Evita la obesidad y previene las alergias

Los bebés alimentados a pecho tienen menos problemas de sobrepeso cuando llegan a la infancia que los bebés alimentados con leche artificial, son menos propensos a la diabetes insulinodependiente y sufren menos infecciones intestinales, causantes de diarreas graves, que los que se «destetan» antes de los seis meses. La leche materna contiene unos anticuerpos que impiden además la ingestión de proteínas alérgenas y un aminoácido, llamado taurina, fundamental en el desarrollo del cerebro humano y del sistema nervioso.

Según las estadísticas, las otitis medias se reducen en un 50% entre los bebés amamantados y éstos tienen menos riesgo de padecer enfermedades respiratorias o dolencias más graves como pulmonía o meningitis que los alimentados con biberones. La lactancia materna asegura, además, el desarrollo de una estructura maxilofacial adecuada y facilita la erupción y la alineación de los dientes. Otro de los componentes de la leche materna, el ácido linoleico, cuida la piel del bebé retrasando la dermatitis y la inflamación crónica de ésta. Los expertos relacionan también este alimento con la prevención de ciertas enfermedades crónicas del hígado.

Además, los niños que no son amamantados corren un riesgo de muerte entre diez y quince veces mayor durante los tres o cuatro primeros meses de vida.

Reduce el riesgo de cáncer de mama

En la madre, poner al niño al pecho previene las depresiones posparto. La oxitocina liberada cuando el bebé succiona ejerce un efecto euforizante y tranquilizador, además de desencadenar la conducta de protección maternal. Amamantar intensifica también las contracciones que ayudan a expulsar la placenta y a recuperar el tamaño que tenía el útero antes del embarazo con mayor facilidad y rapidez. Además, el amamantamiento favorece la producción de leche y reduce el riesgo de padecer hemorragias y anemias porque cuando el bebé mama se reduce el flujo de la sangre.

La lactancia disminuye sustancialmente el riesgo de sufrir cáncer de mama y brinda protección contra el cáncer ovárico, además de mantener en el cuerpo de la madre altos niveles de progesterona -hormona que impide la ovulación- aunque no pueda considerarse un método anticonceptivo seguro. Un estudio realizado en Estados Unidos revela que las mujeres que dan el pecho a sus hijos durante dos años o más tienen un tercio menos de probabilidades de contraer cáncer de mama que las que no dan el pecho a sus recién nacidos. Por otra parte, la lactancia favorece la recuperación de la figura, ya que se pierde peso más fácilmente; las grasas disminuyen porque éstas se utilizan para la producción de leche. Además, el amamantamiento puede incluso ayudar a recuperar el busto, al contrario de lo que normalmente se piensa.

Estrecha vínculos afectivos

La lactancia proporciona una experiencia singular de vinculación afectiva entre la madre y el hijo. El amamantamiento estimula la mayoría de los sentidos y el íntimo contacto corporal permite al bebé reconocer el olor de su madre. Cuando el niño mama, la madre desprende oxitocina y prolactina. La primera está asociada con los sentimientos de ternura y la segunda genera una sensación de calma. A la madre, el contacto con su hijo le ayuda también a aceptarlo tal y como es.

Sólo en torno al 3% de las madres no puede amamantar a su bebé. Las diabéticas y epilépticas pueden dar de mamar sin riesgo de transmitir su enfermedad. Se puede amamantar aunque sólo se tenga un pecho o con una prótesis de silicona y los niños nacidos con cesárea pueden mamar desde el primer momento.

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