Investigadores de EE.UU. desarrollan mediante bioingeniería una piel artificial capaz de funcionar como la original

Podría ser un sustituto adecuado de la dermis para curar a heridos graves y quemados
Por EROSKI Consumer 26 de enero de 2005

Investigadores estadounidenses están desarrollando mediante bioingeniería una dermis artificial que, además de permitir la regeneración de la original, puede funcionar de manera bastante similar a la piel. La idea es poder crear de forma artificial el entramado dérmico que permite normalmente la regeneración de la piel, según Craig D. Woodworth, biólogo celular y catedrático asociado de la Universidad Clarkson, en Potsdam (Nueva York, EE.UU.), y principal responsable de esta investigación.

La clave está en unas proteínas, las citoquinas, que son mensajeros químicos del sistema inmunológico, capaces de alterar la forma en que una célula trabaja para «reclutarla» como parte del sistema de protección. Ciertas citoquinas son capaces de inducir a las células de la dermis para que se reproduzcan más rápidamente, o para que formen tejidos.

En la formación de nueva piel intervienen varios cientos de proteínas diferentes. Una de ellas, por ejemplo, denominada EGF (factor de crecimiento epidérmico) estimula el crecimiento celular. Otra, VEG (factor de crecimiento del endotelio vascular), induce a la formación de vasos sanguíneos que son fundamentales para alimentar la piel cultivada. Controlando la manera en que estos mensajeros actúan se está consiguiendo una piel artificial más parecida a la natural. De esta manera, sobre un material que proporcione una estructura base se podrá cultivar en semanas una piel intermedia que facilitaría la cura completa.

De ser así, la revolución está asegurada, ya que además de sus cualidades protectoras, la piel consigue mantener la temperatura corporal, evita la pérdida de agua y mantiene un almacén de agua y grasas, aparte de ser la sede principal del tacto.

Todas estas funciones se consiguen mediante una estructura en capas que funcionan coordinadamente. La más exterior, la epidermis, consta de varias capas de células estratificadas que contienen queratina. Continuamente se pierden millones de células muertas de la epidermis, las más exteriores, mientras se van renovando desde la base de la misma.

¿Qué sucede si en un accidente se pierde esta epidermis? Si la erosión no ha alcanzado la dermis, el proceso de crecimiento permitirá que en unas semanas esa pérdida se remplace por completo. Sin embargo, heridas profundas o quemaduras hacen que no sólo la epidermis se vea dañada, sino también la capa inferior, denominada dermis. En esta capa sí existen vasos sanguíneos, que permiten un intercambio de calor fundamental para la regulación de la temperatura.

Tejido sostén

La dermis es un tejido de sostén, con células especializadas (los fibroblastos) que producen fibras de colágeno y elastina, proteínas de soporte que confieren a la vez dureza y elasticidad. Es el colágeno el responsable del soporte, formando haces en un sistema de tramado específico en cada zona del cuerpo. La elastina forma fibras más finas, que dotan de elasticidad al conjunto. Se van perdiendo con los años, y a partir de los 45 desaparece en gran parte, propiciando una mayor dureza de la piel y la aparición de arrugas.

La pérdida de esta capa es un problema mayor, sobre todo cuando -como pasa en los grandes quemados- se ha perdido una zona extensa. Desde hace años, una solución posible es emplear injertos de piel de otras zonas del cuerpo. Sin embargo, no siempre es posible esta opción, bien porque no existe suficiente piel sana, o porque la propia debilidad del paciente impide realizar las sucesivas operaciones. Por ello, la bioingeniería supone uno de los avances más esperanzadores para la medicina.

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