Las ONG españolas ante la paz

Los representantes de las principales ONG españolas explican sus proyectos y sus objetivos en la consecución de la paz mundial
Por Benyi Arregocés Carrere 13 de octubre de 2006

La guerra es la triste realidad cotidiana en muchos puntos del planeta, por lo que diversas ONG españolas se encuentran en el extranjero trabajando por conseguir la paz y el entendimiento en unos lugares dominados por la violencia armada y el enfrentamiento radical por cuestiones étnicas, religiosas o económicas. Además, otras organizaciones también trabajan desde aquí no sólo para apoyar esas acciones con dinero sino también para promover una convivencia pacífica en nuestra sociedad que cada vez es más multicultural.

Los cimientos de la paz

Vivir en paz es el anhelo de millones de personas en todo el planeta. Sin embargo, la realidad cotidiana choca de frente contra este objetivo, porque existen decenas de conflictos bélicos y situaciones de tensión, por ejemplo en países como el Líbano, Sri Lanka, Somalia o Haití. De forma periódica, la televisión centra su ojo sobre alguna de estas guerras, que con el paso de los días desaparece de la opinión pública. Sin embargo, una guerra provoca una fractura completa de toda la sociedad implicada y tanto si continúa como si se ha firmado la paz, las ONG no cesan su trabajo y continúan trabajando con el fin de de establecer una convivencia pacífica.

Los cimientos de la paz

Manuela Mesa, directora del Centro de Investigación para la Paz, indica que para estas sociedades volver a las situaciones anteriores a la guerra es “imposible”. “Por eso, los acuerdos de paz y los procesos de reconstrucción post-conflicto no se limitan a superar las heridas de la contienda sino que constituyen una oportunidad para volver a definir las relaciones sociales y políticas, a través de una verdadera refundación del Estado y de la sociedad sobre nuevas bases”, razona. Por esta causa, la labor de las ONG es vital en un momento en que pueden establecer una amplía agenda de trabajo

La labor de las ONG es vital en un momento en que pueden establecer una amplía agenda de trabajo

y, cada una en su terreno, puede tratar de apuntalar diversos ámbitos, por ejemplo, la reconstrucción de infraestructuras y de los servicios de salud y educación o el impulso de una cultura de paz y reconciliación. “Estas organizaciones tratan de ser un puente para que las comunidades que han estado enfrentadas vayan descubriendo posibilidades de convivencia”, explica Carmen Magallón, directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz.

En este ámbito, las ONG pueden ayudar a integrar a grupos dentro de la sociedad para evitar que recurran a la violencia. Las labores que realizan, según relata Mesa, son variadas: promocionan el respeto a los derechos humanos, tratan las secuelas psicológicas de la guerra, especialmente en los grupos más vulnerables, como la infancia o las mujeres que han sufrido violaciones y pueden facilitar la identificación de “los actores clave” para “impulsar la paz y la reconciliación dentro de las comunidades”. Sin embargo, la labor de las ONG no es sencilla y Mesa advierte de que afrontar una situación de post-conflicto “plantea difíciles exigencias” para estas organizaciones no gubernamentales.

Los civiles, grandes damnificados

Magallón apunta que las ONG sientan con su labor las bases para una convivencia mejor. Pero, ¿qué piensan las propias organizaciones? “La presencia de las ONG en las zonas en conflicto les permite acompañar de cerca a las comunidades que viven esa situación y, a la vez, transmitir las demandas y necesidades de esas poblaciones ante las autoridades e instituciones locales”, afirma Juan Manuel Costa, director general de la Fundación Intervida

. La preocupación por el estado de los civiles es un rasgo común en todas las ONG que se desplazan a lugares donde se producen conflictos bélicos. “Todo lo hacemos por la gente de a pie, la gente pobre que está en la calle y aunque no somos la respuesta perfecta porque los recursos son limitados, sí aliviamos los sufrimientos de la gente necesitada”, subraya Juan Morello, responsable de la región de Oriente Medio y África del Norte de Cáritas Española

. Jordi Passola, director de comunicación de Médicos Sin Fronteras

, afirma que “los civiles son los grandes perjudicados en los conflictos de nuestro tiempo”. Desde que pertenece a esta organización, ha comprobado cómo se les ataca o se les niega la atención sanitaria. Incluso, la violencia llega hasta el extremo de afectar a los propios trabajadores de las ONG, aunque su misión sea promover la paz y ayudar a los civiles. “A veces algunos grupos minúsculos no nos dejan trabajar, lo que ha provocado asesinatos de gente que ha dado su vida por conseguir la paz”,

“A veces algunos grupos minúsculos no nos dejan trabajar, lo que ha provocado asesinatos de gente que ha dado su vida por conseguir la paz”

señala Morello.

La colaboración entre las ONG que trabajan sobre el terreno es frecuente para llevar a cabo diferentes acciones, en un proceso en el que unas organizaciones complementan a otras y se unen temporalmente en pro de los intereses comunes. Por ejemplo, en la guerra del Líbano, Greenpeace puso sus barcos para que Médicos Sin Fronteras llevara el material necesario para su acción humanitaria.

Además de las ONG que se desplazan hasta las zonas de combate, existen otra serie de organizaciones cuya función consiste en apoyar desde España la ejecución de diversas acciones, bajo dos esquemas generales: por un lado, sensibilizar a la opinión pública de las diversas situaciones que se producen y, por el otro, apoyar con dinero proyectos que ayuden al restablecimiento definitivo de la paz. Manos Unidas

es un ejemplo de esto último porque colabora con contrapartes (ONG de los países del Tercer Mundo) en países como Colombia, Sri Lanka, República Democrática del Congo o Filipinas, lo que facilita que los propios beneficiarios se involucren en su desarrollo. “Ellos tienen que ser sus propios agentes de construcción de la paz, porque, a partir de nuevas visiones, son los que pueden generar dinámicas para superar las situaciones de muchos años de violencia y enfrentamiento”, sostiene Jimena Valente, responsable de relaciones internacionales de esta organización.

Todo este trabajo se encamina a lograr una convivencia pacífica en que las armas dejen paso al diálogo para resolver las disputas. Sin embargo, la industria que fabrica armamento es poderosa y vive precisamente de todos los que necesitan las armas para utilizarlas. En este campo también hay ONG que luchan por un progresivo desarme, como Greenpeaceace

, que nació como una forma de protestar contra unas pruebas nucleares que se iban a realizar en Alaska, aunque su vertiente más conocida sea la ecológica. “El desearme nuclear se encuentra desde el principio en el eje de trabajo de la organización. En España llevamos 10 años trabajando para lograr más transparencia y control de las exportaciones españolas de armamento, para que no se vendan armas a países que están en conflicto o donde se violan los derechos humanos, porque España comercia con países que están en guerra o que son destinos dudosos en función del código de conducta europeo, un documento no vinculante, pero que guía a los estados miembros. Por ejemplo, España ha vendido armas a Indonesia, Colombia o Israel”, asegura Mabel González, responsable de la campaña de desarme de esta ONG.

Sensibilización

La otra gran tarea que realizan las ONG desde España consiste en hacer públicos los conflictos, una de las “labores esenciales” que alcanza no sólo al entorno local sino a toda la comunidad internacional, según Costa. Gracias a estas acciones, se puede presionar a los gobiernos y la opinión pública para que ayuden a restablecer la paz en un determinado país.

En este mismo sentido trabajan todas las organizaciones que estudian los procesos de pacificación, cuya intención es establecer un debate en la sociedad civil para que se conozcan las raíces del conflicto y que a partir de ese punto se pueda buscar una solución. “Lo nuestro es mantener un debate vivo en la sociedad a través de los medios de comunicación, a través de investigaciones, aportar alternativas, visiones, debates, todo esto es importante porque ningún conflicto viene del cielo sino que las decisiones humanas y la voluntad política siempre se encuentran detrás de estos conflictos, por lo que es importante que la sociedad civil esté informada y pueda optar”, recalca Magallón.

Sin embargo, la labor de sensibilización y los mensajes de convivencia armónica entre diferentes etnias o religiones no se limita a los países que se encuentran en guerra. La llegada en gran número de emigrantes de los países más pobres a las zonas que disfrutan de las mayores riquezas del planeta ha provocado la necesidad de aprender a convivir con otras culturas y otras costumbres para evitar conflictos en el día a día. “Las ONG jugamos un rol fundamental en el trabajo de sensibilización y de identificación de políticas públicas”

“Las ONG jugamos un rol fundamental en el trabajo de sensibilización y de identificación de políticas públicas”

hacia el propio tejido social donde se generan los conflictos, como sucede en el tema migratorio con el racismo o la xenofobia”, explica Iván Forero, coordinador estatal de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)

en el Consenso Social sobre Migración, un programa estatal en que CEAR realiza con Cáritas.

Forero apuesta por la creación de un “modelo de convivencia intercultural” en el que se reconozca que estamos en una sociedad compuesta por diferentes culturas y costumbres. “Tenemos que dejar de ver al inmigrante como un extranjero en la frontera. Es necesario considerar cuáles serían los caminos de integración de estos nuevos vecinos en materia de derechos civiles, derechos sociales, participación, respeto y tolerancia. Para alcanzar una convivencia pacífica se deben reconocer los derechos y la dignidad de todos los ciudadanos, y esto implica un proceso de formación de toda la población, no sólo en el aspecto folclórico de la cultura foránea, sino profundizando más”, mantiene Forero.

Este coordinador de CEAR advierte de los peligros que conllevan los “prejuicios y las miradas estereotipadas” para una convivencia pacífica: “Es triste pero existe un interés en desarrollar conflictos que en otros tiempos nunca se vivieron, por ejemplo, en el tema de la ‘islamofobia’. Por ejemplo, el año pasado en Cataluña la gente que iba a rezar a una mezquita de barrio tuvo que enfrentarse a un levantamiento de los vecinos autóctonos, que con ollas trataban de impedir que rezaran, aunque estas personas tengan todo el derecho a ejercer su culto y su religión al igual que hacen otras confesiones sin ningún problema”.

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