La UE aprueba el maíz «Bt-11» y pone fin a la moratoria sobre los transgénicos

COAG califica la medida de "imprudente" y "decepcionante"
Por EROSKI Consumer 19 de mayo de 2004

Tras una larga serie de debates, la Unión Europea (UE) ha puesto fin definitivamente a la prohibición de la venta de productos transgénicos al autorizar hoy las importaciones de maíz «Bt-11», la primera aprobación del bloque en ese área en más de cinco años, según anunció la portavoz europea de Salud y Protección al Consumidor, Beate Gminder.

La Comisión Europea ha acordado autorizar las importaciones de este maíz alterado genéticamente, y comercializado por la multinacional suiza Syngenta, para que sea vendido como maíz dulce enlatado en los 25 países comunitarios.

La decisión se produce tras meses de estancamiento en las negociaciones entre los países miembros y constituye un desafío a la opinión pública de Europa, donde la mayoría de los consumidores se oponen de forma abrumadora a los alimentos transgénicos.

Reacción de COAG

El anuncio de Bruselas no ha sido aceptado nada bien por la Confederación de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), que ha calificado la medida de «imprudente» y «decepcionante».

En un comunicado, COAG señala que la Agencia de Seguridad Alimentaria francesa, la Agencia Federal Medioambiental austriaca y organismos públicos de Bélgica han planteado serias dudas sobre la validez del proceso de evaluación de riesgos del maíz «Bt-11» y la seguridad de este producto. En opinión de esta organización, por el momento no hay estudios científicos suficientes ni un marco legislativo adecuado para que la UE liberalice la comercialización de este tipo de cultivos.

COAG considera que no se debería poner fin a la moratoria en tanto no se disponga de medidas que garanticen la no-contaminación de la agricultura convencional y orgánica por los cultivos transgénicos; una normativa que establezca la responsabilidad en caso de contaminación según el principio de «quien contamina paga»; sistemas de trazabilidad eficaces que aseguren una información transparente a lo largo de toda la cadena alimentaria, y un plan de seguimiento que permita vigilar las posibles repercusiones negativas de las variedades transgénicas para el medio ambiente y la salud.

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