Picar entre horas, un hábito poco saludable

Esta "mala costumbre" hace que durante las principales comidas no se tomen los alimentos básicos que el niño necesita para crecer y mantenerse sano.
Por EROSKI Consumer 3 de julio de 2001

En la etapa infantil suele ser frecuente que aparezcan dificultades en torno a la alimentación. La preocupación y falta de información de algunos padres y madres puede hacer que en lugar de mejorar la situación, esta se prolongue en el tiempo.

La inapetencia o falta de apetito, el negarse a comer alimentos concretos…, la obesidad y el riesgo cardiovascular infantil, son situaciones que cuando están provocadas por un proceso de aprendizaje inadecuado en cuanto a hábitos alimentarios, necesitan de especial atención por parte de padres y madres, y en ocasiones del asesoramiento de especialistas experimentados.

Falta de apetito: Algunos padres y madres preocupados por la inapetencia de los más pequeños los persiguen a lo largo del día con petit suisse, luego con galletas…., pensando que al menos de esta forma comen «algo», pero por desgracia, de este modo estamos haciendo que el mecanismo de hambre-saciedad no esté bien regulado (existe un desequilibrio hormonal), y que por tanto, durante las principales comidas sea prácticamente imposible hacer que el niño o niña coma lo que verdaderamente necesita. No se debe ceder ante esta conducta caprichosa, si no que lo más recomendable es, en caso de que se salte una toma, esperar a la siguiente, para que aparezca la sensación de hambre y así sucesivamente.

Exceso de peso y riesgo cardiovascular: Hay quienes piensan que un niño o niña se encuentra sano o fuerte si está «hermoso», o lo que es lo mismo, con unos cuanto kilos de más, concediéndoles toda clase de caprichos con la comida y ofreciéndoles en ocasiones alimentos excesivamente energéticos y poco saludables (pasteles, helados, golosinas, etc.). Aquellos niños y niñas que pican entre horas (golosinas, refrescos, snacks…; todos ellos alimentos muy energéticos, ricos en grasas o azúcares sencillos, pero de baja densidad nutritiva) que siguen comiendo normalmente durante las principales comidas, tienen un alto riesgo de desarrollo de sobrepeso e incluso obesidad, ya que están tomando más energía de la que realmente necesitan. No se debe prohibir ningún alimento a los más pequeños, y tampoco ocurre nada malo si al niño o niña le sobra un poco de peso, ya que las reservas acumuladas van a ser empleadas durante el periodo de crecimiento por el que atraviesa. Sin embargo, cuando el exceso de peso es considerable, se han de tomar medidas especiales y acudir a un especialista en Nutrición y Dietética, para que nos asesore a la hora de instaurar las medidas más adecuadas.

La actitud más sensata en cualquiera de los casos, es que poco a poco, y con una actitud positiva (reforzando con elogios la conducta adecuada o los progresos de los hijos o hijas, sin regañinas ni enfados…), los más pequeños aprendan de sus padres (aprendizaje por imitación) la importancia que tiene una alimentación adecuada, concediendo de manera razonable algún que otro capricho, pero eso sí, sin dejar que se convierta en un hábito.

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