Perros demasiado solos y problemas de conducta

La soledad es uno de los principales desencadenantes de los problemas de conducta en los perros
Por Carolina Pinedo 30 de enero de 2012
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Imagen: davharuk

Si un perro pasa mucho tiempo solo se irrita, angustia y estresa. Demasiada soledad puede provocar falta de apetito, autoagresiones o destrozos del mobiliario. El perro no soporta la soledad porque es un animal social. En muchas ocasiones, la falta de tiempo en nuestra vida cotidiana, se traduce en perros que están demasiado solos e infelices.

Un perro, atado, encerrado, o sólo mucho tiempo, se ve privado de una de sus necesidades más importantes; el derecho a disfrutar de la compañía y el cariño de sus dueños. Y esta situación le provoca estrés e infelicidad, que se traduce, por ejemplo, en conductas destructivas con los objetos de la casa.

Es el animal quien avisa del problema de exceso de soledad: no come, hace sus necesidades por todas partes, está nervioso, celoso e irritable, destroza las cosas, se autolesiona. Todo ello, para llamar la atención de un dueño, que se ha equivocado de animal de compañía y que no entiende las necesidades de su perro.

Las conductas compulsivas

Las conductas compulsivas suelen ser fruto de traumas vividos por el animal y, en ocasiones, para normalizar la situación necesitan tratamiento farmacológico.

La mayoría de los problemas de conducta del perro tienen que ver con el comportamiento social
Los perros pueden tener este tipo de conductas por varias causas, como por ejemplo las experiencias traumáticas, como el abandono o los malos tratos, pero una de las causas más comunes es el exceso de soledad. Comprensión y paciencia son las mejores armas para ayudar al perro a superar estas conductas compulsivas, que se manifiestan de varias maneras; como los movimientos repetitivos o las autoagresiones. Pero en el caso de la soledad, también hay que solucionar el problema, a base de dedicar más tiempo al perro.

Las conductas compulsivas pueden ser de varios tipos:

  • Las que afectan a la movilidad, como dar vueltas sobre sí mismo, perseguirse la cola, los movimientos repetitivos de un lado a otro, perseguir reflejos de luz, quedarse inmóvil, alejarse de manera repentina.
  • Otro tipo de conductas compulsivas son las relacionadas con la boca. Es decir, morderse las patas, lamerse o rascarse de manera compulsiva, masticar ropa o comer sustancias inapropiadas e inusuales, como el yeso de las paredes.
  • Las autoagresiones también se pueden presentar; puede atacar objetos, personas o mutilarse la cola.
  • Los ladridos o aullidos continuos. El perro puede ver objetos imaginarios y permanecer con la mirada fija. Algunos expertos consideran estas conductas fruto de problemas neurológicos.
  • Las conductas compulsivas se consideran una consecuencia del estrés o la frustración. Se cree que hay razas que tienen más disposición a padecerlas, entre las que se encuentran las de gran tamaño, como el Pastor Alemán, o el Bullterrier Inglés.

El tratamiento de la conducta compulsiva pasa por:

  • Detectar la causa que la desencadena.
  • Intentar disminuir el estrés.
  • Evitar castigos por parte de los dueños.
  • Fomentar la actividad física.
  • El tratamiento farmacológico en algunos casos, que prescribirá el veterinario, si lo considere necesario.

Enfermedades físicas y psicológicas

El perro puede sufrir dolencias físicas y también psicológicas. Su conducta y comportamiento requieren una atención especializada. Son los etólogos y adiestradores o psicólogos caninos quienes se encargan de esta disciplina, aunque un veterinario también está capacitado para atender este tipo de temas.

El perro puede estar bien educado y socializado, pero ante determinadas circunstancias, puede reaccionar de manera inadecuada e inusual y los dueños no saben cómo abordar el problema. Se puede comenzar por la consulta del veterinario para que nos aconseje, porque no hay que dejar de dar importancia a un cambio que afecta de manera negativa a la convivencia de la familia con el perro.

Es importante entender que el hacerse cargo de un animal, no sólo consiste en proporcionarle alimento, o atención veterinaria. Para que exista una convivencia satisfactoria, se le debe ofrecer cariño, compañía y hacerle sentir como un miembro más de la familia. Lo contrario no es tener un perro, sino maltratarlo.

Comportamiento social de los perros

Los perros tienen una conducta social muy parecida a la de los lobos. La unidad social típica de los lobos es la manada. El número de individuos que la forma varía según las condiciones ambientales. En el entorno doméstico, los perros se comportan con las personas, como si éstas fueran miembros de su manada.

Debido al proceso de domesticación y a los efectos de la socialización, cuando todavía es un cachorro, el perro es capaz de integrarse en la familia humana que lo acoge. De hecho, el perro considera a sus dueños miembros de la manada, y muestra hacia ellos pautas de conducta parecidas a las que usa con sus congéneres.

La mayoría de los problemas de conducta del perro tienen que ver con el comportamiento social. Por lo tanto, un buen entendimiento en este sentido es importante para conseguir una buena convivencia entre personas y perros.

La importancia del grupo

Los perros necesitan vivir en grupo como forma de sobrevivir ante las adversidades.

Para los canes es una necesidad vital el hecho de relacionarse socialmente
Es decir, para ellos el grupo supone poder sumar esfuerzos, por ejemplo, a la hora de cuidar de las crías y así, garantizan la eficacia reproductora del grupo y la supervivencia de sus genes. Los perros establecen una jerarquía social que sirve para regular la distribución de los recursos de la manada. La jerarquía es, de hecho, la base de la conducta social y de las relaciones del perro con otros congéneres, así como ocurre con el ser humano.

Consejos
  • Si no se puede dedicar tiempo a un perro para que no se sienta solo, es mejor elegir otro animal que no sea tan social.

  • Un perro debe sentirse integrado en la familia con la que convive. Necesita cariño, caricias, pasear, jugar y tener compañía la mayor parte del día.

  • Cuando se detecta en el animal cambios de conducta como: más nerviosismo, aumento o descenso notable del apetito, irritabilidad o conductas destructivas con el mobiliario de la casa, es recomendable consultar con el veterinario.

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