Muchos vehículos nuevos y, por supuesto, todos los de alta gama vienen equipados de serie con un detector de proximidad por infrarrojos. Este sistema, que normalmente se acciona al meter la marcha atrás, permite a los vehículos, por ejemplo, aparcar evitando los obstáculos.
En el también llamado aparcamiento asistido que facilita el estacionamiento existe un circuito que utiliza de dos a cuatro emisores de infrarrojos que capta las señales reflejadas por los objetos a una distancia que puede oscilar entre los 20 centímetros y los más de dos metros.
Los aparatos sensores ultrasónicos situados normalmente en los paragolpes delantero y trasero avisan con una señal sonora y/u óptica de la proximidad de otros vehículos estacionados o de cualquier otro obstáculo. Estos sistemas pueden adquirirse en un kit y son de fácil instalación. Además, el conductor puede desactivar este dispositivo, para que no genere problemas, en caravanas u otras situaciones de tráfico intenso.
Los vehículo más sofisticados disponen de un control integral de maniobras que reúne en una unidad central gran número de sistemas activos. Los sensores comienzan a equiparse también en las ruedas para medir el espacio disponible y a conjugar la información que transmiten con elementos de control adicionales gracias a un software que facilita el reconocimiento geométrico de objetos y superficies.
Los fabricantes siguen desarrollando tecnologías como la función de «búsqueda de espacio», concebida especialmente para determinar las dimensiones de un espacio disponible para estacionar. Para utilizar este sistema la velocidad del vehículo debe ser baja. La tecnología del vehículo, una vez hallado el sitio adecuado, evalúa la información dimensional y calcula de automáticamente la maniobra ideal hasta el punto que el conductor, con sólo apretar un botón para activar este asistente , podrá dejar al coche maniobrar para introducirse en el espacio. Simplemente tendrá que regular la velocidad de maniobra utilizando los pedales.
