Controversia con la termocoagulación intradiscal

Una revisión revela que la termocoagulación intradiscal no dispone de evidencia científica que la respalde
Por Jordi Montaner 20 de junio de 2007

La termocoagulación intradiscal es un método alternativo a la cirugía abierta, ideado para eliminar el dolor de espalda. Sólo en EEUU se ha aplicado ya a más de 75.000 pacientes y en los últimos años ha ido creciendo su implantación en España. Una revisión casuística concluye que este tipo de intervenciones resulta ineficaz y supone un riesgo injustificado para los pacientes.

La principal revista científica internacional sobre dolencias de la espalda, Spine, ha publicado una revisión sistemática sobre las técnicas de termocoagulación intradiscal, IDET y PIRF, que pone en entredicho su seguridad y eficacia. Dichas técnicas, que nacieron como una alternativa a las largas y costosas operaciones de hernia discal, han sido objeto en España de una revisión llevada a cabo por la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda (REIDE), en colaboración con la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, la Fundación Kovacs y el Centro Cochrane Iberoamericano.

Ineficaz y arriesgada

En vista de los resultados, los autores de esta revisión insisten en su artículo sobre la necesidad de evaluar rigurosamente toda técnica antes de ofrecerla asistencialmente a los enfermos que lo soliciten. Javier Olabe, neurocirujano de Palma de Mallorca, recuerda que las técnicas de termocoagulación intradiscal se empezaron a desarrollar hace ahora diez años con la intención de paliar el dolor de espalda atribuido a un desgarro de las fibras que envuelven el disco intervertebral.

«Su cometido no era otro que el de aplicar temperaturas muy elevadas al interior del disco con objeto de soldar el desgarro y destruir los nervios que transmiten el dolor», explica el experto. El calor podía generarse tanto eléctricamente (electrotermocoagulación intradiscal o IDET) como mediante radiofrecuencia (termocoagulación intradiscal por radiofrecuencia o PIRF). La revisión sistemática demuestra que estas tecnologías son ineficaces y arriesgadas. Según Gerard Urrútia, investigador del Centro Cochrane Iberoamericano y primer autor del trabajo, «es especialmente grave teniendo en cuenta que su promoción comercial ha llevado a que se aplicaran asistencialmente antes de comprobar científicamente su eficacia y seguridad».

Sólo en EEUU se han aplicado ya más de 75.000 intervenciones y en España se ha difundido tanto en el ámbito público como en el privado. Esta forma de proceder, según Urrútia, «resulta inaceptable desde una perspectiva ética, clínica y legal». Denuncia este experto que las técnicas de termocoagulación intradiscal han resultado ser un fiasco, «diseñadas para resolver un problema que no se sabe ni si existe y cuya aplicación asistencial, pese a conllevar riesgos considerables, se ha difundido rápidamente por motivos estrictamente comerciales».

No más eficaz que placebo

Las técnicas de termocoagulación no resultaron mejores que el placebo ni en aquellos pacientes en los que su dolor se debía a una lesión del disco

El investigador subraya que la revisión ha demostrado que ninguno de estos procedimientos tiene más efecto que el placebo y, además, plantea un riesgo mayor. «Seguir aplicando técnicas desarrolladas por motivos comerciales sin evaluarlas antes de manera rigurosa, merma la eficacia de la asistencia sanitaria, expone a los pacientes a riesgos innecesarios y supone derrochar inútilmente unos recursos sanitarios que resulta vital usar de modo más eficiente», indica, asimismo, Francisco M. Kovacs, director de la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda y coautor del estudio.

El artículo de Spine supone un varapalo a la idea de que el traumatólogo o neurocirujano podía identificar a aquellos pacientes en los que el dolor se debe a una lesión del disco intervertebral y aplicarles, sin más, un tratamiento específico de forma ambulatoria. «Desgraciadamente, resulta imposible determinar si el disco es el verdadero origen del dolor en un paciente concreto». Kovacs explica que en la revisión se inyectó un contraste radiológico en el disco con lesión sospechada para comprobar si sus fibras estaban desgarradas y si la inyección desencadenaba el dolor (discografía de provocación); la otra opción consistió en introducir un anestésico para observar si el dolor desaparecía (discografía analgésica).

«Ambas pruebas demostraron su inutilidad pues identificaron como discos enfermos a aquellos que no originaban ningún problema», añade. Se conoce que muchos individuos en cuyos discos se demuestra la existencia de desgarros están perfectamente sanos y no sienten ningún dolor. Además, Kovacs destaca que las técnicas de termocoagulación no resultaron mejores que el placebo ni siquiera en aquellos pacientes en los que tales pruebas sugerían que su dolor se debía a una lesión del disco.

El director de la Red recuerda que «en el campo de la salud, lo nuevo no significa necesariamente mejor ni simplemente bueno, sino que a veces puede ser mucho peor, más caro y peligroso que lo ya existente». En tono acusador, Kovacs lamenta que «en ocasiones, los intereses de la industria sanitaria vayan por una parte y los de los pacientes o el erario público vayan por otra».

UNA RED SOLVENTE

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Con el fin de determinar la valía de las técnicas de termocoagulación intradiscal percutánea, la revisión que han llevado a cabo estos autores ha compendiado los resultados de todos los estudios científicos publicados con estas técnicas hasta diciembre del 2005. Los estudios fueron detectados mediante una búsqueda electrónica en las bases informatizadas de datos médicos Cochrane Library 2005, MEDLINE (1966-2005) y EMBASE (1980-2005). De las 117 publicaciones halladas, sólo seis correspondían a estudios prospectivos con un grupo control.

La calidad de cada estudio fue analizada por tres revisores de manera independiente a fin de garantizar un mayor rigor en sus valoraciones y aunque se había previsto resolver los eventuales desacuerdos mediante consenso, éstos no se produjeron. Los resultados de todos los estudios se compendiaron teniendo en cuenta la fiabilidad de cada uno, determinada por su rigor y calidad metodológica.

La Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda (REIDE) agrupa a 345 investigadores de toda España, incluyendo especialistas en atención primaria, rehabilitación, reumatología, traumatología, neurocirugía, unidades del dolor, psicología, fisioterapia y enfermería así como epidemiólogos, estadísticos, economistas de la salud y expertos en psicometría, biomecánica y ergonomía.

El objetivo de la REIDE, explica su director, «no es otro que mejorar de manera constante la eficacia, seguridad, efectividad y eficiencia de la práctica clínica relativa a las dolencias de la espalda, especialmente dentro del Sistema Nacional de Salud». El interés de Spine por este estudio radica en el hecho de que REIDE es la primera red multidisciplinaria de investigación en dolor de espalda.

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