Ginecólogos instan a las parturientas a solicitar la epidural para evitar «un sufrimiento gratuito»

Las actuales prestaciones de asistencia sanitaria garantizan un alumbramiento seguro e indoloro
Por EROSKI Consumer 30 de agosto de 2002

Cada vez son más las mujeres que piden en los hospitales un parto natural, pero todavía son una minoría. Apenas una de cada mil. Los ginecólogos -la mayoría de ellos- son contrarios a esta opinión. Creen que dar a luz con dolor constituye «un sufrimiento gratuito» carente de sentido y que las futuras madres deberían aprovecharse de las actuales prestaciones de asistencia sanitaria, que garantizan un alumbramiento seguro e indoloro. José Luis de Pablo, jefe del servicio de Ginecología del hospital de Txagorritxu, en Vitoria, se pregunta por qué hay que pasar dolor cuando se puede evitar.

La estadística revela que la mayoría de las gestantes piensa como él. Según los últimos datos difundidos por el Ministerio de Sanidad, el 45% de los partos vaginales asistidos el año pasado en hospitales de la red pública del Insalud, se llevaron a cabo con anestesia epidural para mitigar el dolor. Los especialistas están convencidos de que las ventajas de su aplicación son «mucho mayores» que los riesgos, de ahí que animen a las parturientas a solicitarla.

Las defensoras del método tradicional de alumbramiento suelen argumentar a su favor que un hecho fisiológico normal como es un nacimiento se ha convertido con las técnicas de asistencia al parto «en un fenómeno potencialmente peligroso y necesitado de atención médica y de alta tecnología». La Sanidad pública no comparte este criterio. «Hay quien prefiere un parto natural. Creo que es un factor de deseo, por supuesto muy respetable, pero estoy convencido de que la epidural es más beneficiosa. ¿Por qué sufrir pudiendo no hacerlo?», se pregunta el especialista del centro sanitario alavés.

Teléfono de asistencia

El bloqueo epidural consiste en la introducción de una aguja especial en el espacio que existe entre dos vértebras de la región lumbar. La zona de la piel en la que se hará ese pinchazo debe desinfectarse previamente para infiltrar una pequeña dosis de anestésico local. La punción será así menos dolorosa. Esa aguja, colocada en el llamado espacio epidural, permite poner el catéter por el que se irá suministrando a la mujer la medicación que le aliviará el dolor. El número de dosis dependerá del tiempo que dure el parto.

«Todas las pacientes reciben la información oportuna a las 20 semanas de gestación. La oferta se hace a través de los centros de salud y existe siempre un teléfono del servicio de Anestesia a donde pueden llamar para resolver cualquier duda», aclara De Pablo. Según el especialista, aunque la molestia «persiste», la anestesia «mitiga mucho el dolor», hasta el punto de ser la forma más «extendida, segura y eficaz» de aliviar las complicaciones del parto.

Riesgos

La analgesia tiene, no obstante, sus riesgos. La epidural puede provocar una bajada de tensión, causar dolores de cabeza en un 1% al 5% de los casos y, en raras ocasiones, ocurre también que las dos piernas no se quedan completamente dormidas al mismo tiempo. «Una cosa debe quedar clara, para el niño no existe ningún riesgo», insiste el ginecólogo. Una enorme cantidad de estudios, unidos a la amplia experiencia clínica, avalan su afirmación.

La Sanidad pública del País vasco se ha propuesto superar la cota del 75% de inyecciones epidurales en los partos registrados en esta comunidad. Alcanzar ese objetivo no será fácil porque «hay mujeres que no la quieren y otras muchas que llegan tarde», asegura De Pablo. Normalmente, la anestesia se aplica cuando la dilatación vaginal oscila entre los tres y siete u ocho centímetros. «A partir de ahí, es absurdo. Mientras la pasas al paritorio, ha dado a luz. En un supuesto así, aumentaríamos el problema y los riesgos», concluye.

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